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México D.F. Sábado 31 de julio de 2004
Salvador Novo
Mujeres en Diego/ I
Entre nuestro último, infra-coutístico por lo que a mí respecta, diálogo de la pintura y el que reanudamos la inquisitiva Lupe y el evocador yo, sucedió que el escándalo periodístico volviera a convocar a las familias a la contemplación de los cuadros, dibujos, acuarelas y reproducciones de frescos de Diego Rivera.
No esta vez a propósito de la antropofagia, ni del comunismo, ni de una polémica artística o ideológica: sino del supuesto o anunciado divorcio del pintor, de quien todo mundo, aun el diluido mundo que por primera vez se asomaba a su obra después de haber ocasionalmente espiado su vida, sabía que estaba casado con Frieda Kahlo (sic), aunque pocos supieran o recordaran que ya una vez se habían divorciado y que habían reincidido en casarse. Y aun cuando fuesen todavía menos quienes supieran que a partir de esas singulares segundas nupcias o reprisse con el mismo reparto, Diego prefiriese vivir en su estudio de San Angel Inn y la dulce, la inteligente, la magnífica Frieda siguiera recluida en su enorme y vieja casa de Coyoacán, donde Diego sin embargo la veía a diario, donde había Diego arreglando un pequeño templo con ídolos, donde se hacinan cuadros de ambos, grandes judas con cohetes, retablos, piñatas, profusión de flores de papel -y una cocina tapizada de arriba abajo con cazuelas, jarros y frutas de barro. En esa casa, con las habitaciones dispuestas en forma de C en torno al patio, duerme Frieda en la cama más singular que pueda soñarse: una cama con columnas que sostienen la plataforma en que descansa un muerto de cartón. Y ahí, muchas noches, para divertir a Frieda, Diego bailaba, o cantaba, o inventaba historias fantásticas.
Ahora, de nuevo, la publicidad recogía el nombre de Frieda para ligarlo con el del pintor, desligándola de él para que pudiese, se decía, casarse con otra. Y la otra, esta vez, era nada menos que María Félix.
''Tú has conocido, creo -me dijo Lupe- a algunas de las mujeres de Diego. Háblame de ellas. ƑHan representado para él una inspiración, le han marcado un rumbo, un sentido a su pintura, a su obra? ƑQuién entre ellas te parece la más importante en su vida?"
Si no supiera yo que no es así, tendría que haber supuesto que esta muchacha acabara de graduarse periodista en la Universidad Femenina, y que hacía sus primeras armas reporteriles. Procuré encauzar mis evocaciones de Diego por el rumbo que les exigía mi interlocutora.
''Sí, las he conocido. He tenido ese privilegio, esa fortuna. Aunque no en orden cronológico. Porque en realidad, conocí en la Preparatoria y tuteé a Frieda antes de conocer a Lupe, sólo que cuando conocí a Frieda todavía ni Lupe se casaba con Diego, menos Frieda. Y a Angelina Beloff la conocí (si puedo decirlo después de haber conversado con ella una o dos veces) mucho después. Por último, como un día te conté, a María Félix la conocí precisamente del brazo de Diego, y con él y Carlos Chávez tuve al día siguiente la fortuna de verle firmar el retrato de ella que no se exhibe en Bellas Artes.
''Te las expondré, sin embargo, no en el orden de mi personal cronología de su trato, sino en el de su vinculación con el pintor. Yo ignoro si reunirse con él, si seguirle, contó en la decisión de Angelina Beloff para trasladarse a México. Pero en todo caso es una mujer demasiado fina y discreta para que ello se advirtiese siquiera. Empezó a trabajar aquí, se radicó entre nosotros. Es una exquisita dibujante, y ha escrito e ilustrado un libro excelente sobre los Muñecos Animados, o sea el teatro de muñecos. Sé poco más de ella, salvo que es quiromántica asombrosa. La única vez que hablé con ella, en una fiesta, leyó en mis manos. Y me dijo cosas increíblemente certeras.
''ƑDe modo que su influencia en la vida de Diego, o en su obra?
''Si la hubo, lo ignoro. Repito que ella es una mujer muy discreta. Podría acaso ilustrar con referencias amplias la vida de Diego en Europa, sus años de lucha y búsqueda de sí mismo. No lo ha hecho. Y que yo sepa, no tuvieron hijos tampoco.
''ƑY mi tocaya? -preguntó Lupe
-''šAh, Lupe! -suspiré-. Esta sí ha sido una mujer torbellino. Fuerte, grandota, desbordante de energía, y dotada sin embargo de manos delicadas y finas para la costura. šNunca has oído una carcajada más limpia, sonora y contagiosa que la suya. Y su imaginación, y su sed de vida, y sus opiniones definitivas y rotundas sobre las cosas y las gentes! Lo toma todo con pasión: el odio, o la admiración, o el bridge -imaginó que ahora la 'canasta uruguaya'. Un día le dio por escribir y publicó, casi 'al hilo', dos relatos: 'La Unica', con carátula de Diego, y 'Un Día Patrio'. En ellos vuelca tumultuosamente recuerdos, interpretaciones, retratos, caricaturas, impresiones. Creo que ella sí está presente en alguna época de la pintura de Diego, en que sus rasgos aparecen constantemente. Pero sobre todo, le ha dado dos hijas. Que adoran a su padre, como él a ellas.
''ƑY Frieda? ƑY María Félix? ƑY Emma Hurtado? ƑY Pita Amor?
''A Emma Hurtado no la conozco -admití-, y no puedo hablarte de ella. De las demás, si te parece, hablaremos el viernes.
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