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México D.F. Lunes 19 de julio de 2004
Fue una noche de combinación multicultural
sostenida en la salsa y el funk
Pese a la reticencia, Groove Collective hizo bailar
al respetable en el Lunario
JOSE GALAN
Desde sus inicios en Nueva York, Groove Collective se
constituyó en una banda de culto con base en su mezcla multicultural,
su sonido bien sustentado en ritmos latinos y el funk, en el coletazo del
subgénero de finales de los años 80 y principios de los 90
bautizado como acid jazz. Era una banda grande, una especie de brass
band que abriera el camino a otros grupos como Liquid Soul, de Chicago,
y Galactic, de Nueva Orleans.
Es
una banda de fusión a tope en la vanguardia del jazz contemporáneo,
con un público muy joven que encuentra en los loops, la electrónica
y efectos del tecladista Barney McCall un lenguaje conocido que les permite
una introducción al jazz más profundo, surgido de una enorme
capacidad de improvisación. Sin eso, ¿qué es el jazz?
Después de más de 10 años de trabajo
que los llevó de la escena underground a catedrales del jazz
tradicional, como el club Blue Note de Nueva York, donde en junio pasado
alternaron con el trompetista de origen cubano Arturo Sandoval por tres
noches de lleno completo, Groove Collective trajo su fusión, su
experimentación con todos los ritmos, antiguos y modernos, al Lunario
del Auditorio Nacional, que por momentos fue convertido en un centro nocturno
de la Gran Manzana.
Genji Siraisi, baterista de origen oriental; Jay Rodríguez,
saxofonista y flautista de origen colombiano; el trompetista Fabio Morgera;
el bajista Jonathan Maron, y Chris fatoye Theberge -cinco elementos originales
de la primera época del grupo- fueron acompañados por McCall
en los teclados, y por Sara de Venezuela, quien interpretó las vocales
en una pieza que dejó al público con ganas de más
por la facilidad con que llegó a los tonos más altos de la
escala.
Beats que pueden pasar del estilo Chucho Valdés
o Irakere al jazz-rock y de allí al soul -funky en un giro
del combo, sin perder ningún tiempo o nota. Y, de pronto, un claro
drum and bass que deriva en coros de saxofón tenor y trompeta,
que más adelante derivan en mambo al que sólo falta el grito
de la Foca Pérez Prado.
Música de Nueva York, del melting pot donde
el sabor de la rumba y la salsa penetra por doquier. Grupo alternativo
de jazz que marca una tendencia en el trabajo de la promotora Music Frontiers,
que busca traer a México grupos en la vanguardia del jazz y la improvisación
como Medesky, Martin and Wood o ese tecladista legendario Herbie Hankcok
que se acaba de reventar un jam session en el festival de jazz de
Montreux, Suiza, junto a Carlos Santana y al Mahavishnú John McLaughlin.
Si no ha escuchado a Groove Collective le recomendamos
el disco de 1996 We the people, que incluye el single Lift up,
o su más reciente producción independiente, de este año,
compuesta por dos discos compactos de grabaciones en vivo. No se lo pierda.
¡Que ritmazo! Una combinación multicultural
sostenida en la salsa y el funk, con aderezos de música lounge,
loops y aires de jazz tradicional, a cargo del combo Groove Collective,
destapó el baile el viernes por la noche, a pesar de la reticencia
del respetable por iniciar la fiesta.
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