México D.F. Lunes 19 de julio de 2004
Como en Afganistán, los ataques se vuelven
imposibles de cubrir al aumentar la insurgencia
Lanza EU bombardeo aéreo contra una casa en
Fallujah; mueren 14 personas
La mayoría de periodistas no ven la realidad
de esa y otras ciudades, fuera de control gubernamental
ROBERT FISK THE INDEPENDENT
Bagdad, 18 de julio. Así les gusta. Un helicóptero
estadunidense dispara cuatro misiles a una casa en Fallujah. Perecen 14
personas, entre ellas mujeres y niños. O eso dicen las autoridades
del hospital. Pero ningún periodista occidental se atreve a ir a
Fallujah.
Un
video grabado por civiles de esa ciudad muestra sólo un hoyo en
el suelo, partes de un cuerpo debajo de una sábana gris y un hombre
no identificado gritando que han matado a niños.
Las autoridades estadunidenses aseguran no saber nada
de ese ataque aéreo; de hecho, indican a los periodistas que hablen
con el Ministerio de Defensa iraquí, cuyo vocero reconoce más
tarde que no tiene "ninguna pista de lo que ocurre". Y para cuando, en
las primeras horas de la tarde de este domingo, el primer ministro iraquí
designado por Washington, Iyad Allawi, dijo que había dado autorización
para el ataque -pese a que las reglas de compromiso de Estados Unidos no
le conceden tal facultad-, ya se habían producido estallidos de
coches bombas en Tikrit, en los cuales murieron dos policías; un
antiguo general de Saddam Hussein fue capturado, y Fallujah se convirtió
apenas en otra estadística, si bien profundamente perturbadora:
es el sexto ataque aéreo en menos de cinco semanas a esa ciudad,
controlada por los insurgentes.
No se ha dado ningún informe independiente de esas
acciones. Los muertos eran "terroristas", según la oficina de Allawi.
¿Quiere decir que los médicos mentían?
Como fue en Afganistán, así es en Irak.
Los ataques aéreos estadunidenses se vuelven "imposibles de cubrir",
a medida que la insurgencia se extiende en ambos países y las carreteras
se vuelven demasiado peligrosas para los corresponsales extranjeros. Veteranos
periodistas estadunidenses aseguran que Washington está complacido
con la situación: bombardear banquetes de bodas y asegurar que las
víctimas eran terroristas -ha ocurrido tres veces en año-
no luce bien en los titulares.
No se puede culpar a los reporteros por no recorrer el
país, pero deberían dejar claro que firmar sus notas en Bagdad
no presta autenticidad a su trabajo. Fallujah está apenas a 50 kilómetros
de Bagdad, pero lo mismo podría estar a 5 mil. Si los informes sobre
su sufrimiento estuvieran fechados en Europa tendrían la misma credibilidad.
Tal es la crisis central de la información en el
Irak actual. Como los periodistas están confinados a Bagdad -varios
no han salido de sus hoteles en más de dos semanas-, un día
sin bombas en la capital se vuelve un día sin bombas en el país,
y lo reportan como mejoría.
Es probable que las cosas vayan mejor, pero como la mayoría
de los periodistas no dicen a su auditorio o a sus lectores que no pueden
desplazarse por el país -y por supuesto no revelan que sus "asesores
de seguridad" del ejército actúan como sus protectores- no
ven la realidad de ciudades como Fallujah, Ramadi y Samara, las cuales
están ahora fuera de todo control gubernamental.
De
hecho, ya no se permite la entrada de marines estadunidenses al
centro de Fallujah, que ahora está administrada por la Brigada
Fallujah, formada por ex baazistas e insurgentes actuales. The Independent
no utiliza los servicios de "asesores de seguridad" en Irak, ni armados
ni de ningunos otros.
Entonces, ¿qué pasó en Fallujah?
El ataque estadunidense, a las 2 de la mañana de este domingo, convirtió
la casa en un hoyo en la tierra donde se encontraron fragmentos de brazos
y piernas. Pobladores locales dijeron que era una casa de gente pobre.
Multitudes enfurecidas gritaron "Dios es grande" en el lugar, y luego la
oficina de Allawi anunció que "las fuerzas multinacionales" (es
decir, los estadunidenses) habían pedido permiso al primer ministro
para lanzar ataques sobre sitios específicos en los que se ocultaban
terroristas y que Allawi "había dado su autorización". Ni
más ni menos la misma fórmula que las autoridades iraquíes
utilizaron hace 84 años, cuando aviones de la Real Fuerza Aérea
realizaban ataques "de precisión" sobre poblados iraquíes
que supuestamente albergaban insurgentes opuestos a la ocupación
británica. Irónicamente, una de las bases estadunidenses
cercanas a Fallujah que sufren constantes ataques nocturnos es Habbaniya,
la misma base aérea desde la cual los británicos emprendían
sus ataques hace dos generaciones.
En un sitio web islamita (nadie sabe quién
lo controla) Abu Musab al-Zarqawi, uno de los combatientes de menor rango
de Osama Bin Laden, aseguró que los ataques suicidas del sábado
contra al ministro iraquí de Justicia y un centro de reclutamiento
militar en Mohamediya, en los que perecieron en total ocho iraquíes,
fueron obra suya. El ejército estadunidense culpó a "personas
que quieren detener el progreso de la democracia en este país",
lo cual es una extraña forma de describir una organización
acusada de querer destruir no sólo al gobierno iraquí designado
por Washington, sino al mismo Estados Unidos.
La captura en Tikrit del general Sufian Maher Asan, de
la Guardia Republicana de Saddam Hussein, se presentó como otro
éxito del ejército estadunidense. Sin embargo, como el general
Asan estuvo a cargo de la defensa de Irak en 2003, y en broma se le consideraba
el hombre que convirtió una potencial Stalingrado en una de las
victorias militares estadunidenses más fáciles de tiempos
recientes -lo cual no es del todo correcto, pero ésa es otra historia-,
su captura no va a cambiar la cada vez peor crisis de seguridad en Irak.
Con morbosa complacencia, sauditas wahabitas colocaron
la ejecución de un prisionero estadunidense en Arabia Saudita en
un sitio web de Medio Oriente. Las fotos muestran a un hombre de
delantal blanco cortando con una sierra el cuello y las vértebras
de John Palmer y poniendo al final la cabeza cercenada sobre el torso del
muerto.
Ante tan grotesca prueba de la vul-nerabilidad de los
occidentales, no es sorprendente que los periodistas en Irak -donde se
han realizado videos simi- lares- quieran evitar un destino semejante.
Pero no son sólo los asesinos quienes quieren mantener encerrados
a los reporteros.
© The Independent
Traducción: Jorge Anaya
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