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México D.F. Lunes 19 de julio de 2004
Abstencionismo de 40% en el referéndum,
a pesar de la obligatoriedad del sufragio
"Sí" en Bolivia al cambio para explotar y comercializar
el gas
A favor 70%; votos nulos 10% En Senkata se impidió
el paso de las urnas, pero no hubo represión El resultado podría
abrir las exportaciones a México, considera el presidente Mesa
LUIS A. GOMEZ ESPECIAL PARA LA JORNADA
La
Paz, 18 de julio. Anoche en los Andes cayó la primera nevada
de este año. Las cumbres de la cordillera y la ciudad de El Alto,
la ciudad aymara de 800 mil habitantes a un costado de La Paz, amanecieron
nevados. Para la gente, esto es un buen signo: la cosecha deberá
ser abundante la próxima primavera en el hemisferio austral. Y el
referéndum en Bolivia, sobre el tema del gas y los hidrocarburos,
parece haber favorecido la recolección del presidente Carlos Mesa
y su política de hidrocarburos; para el mandatario, la victoria
obtenida en las urnas fue "una fiesta democrática" en la que los
bolivianos han manifestado su voluntad de cambiar el esquema de explotación
y comercialización del gas en Bolivia. En el otro extremo de la
soga, el de los movimientos sociales que han pugnado los últimos
meses por la nacionalización del gas y los hidrocarburos, el dirigente
ay-mara Felipe Quispe, el Mallku, ha declarado que "esta votación
es una derrota con base en un engaño".
Por miedo a las sanciones contra la abstención
(desde multas económicas hasta impedimento de obtener pasaportes
o cobrar bonos de vejez), o por convencimiento de que el referéndum
era -como dijo el gobierno- una conquista popular, la participación
de la gente en todo el país fue de alrededor de 60 por ciento, índice
que según el presidente Mesa es "si no el más alto, uno de
los más elevados de América Latina". En las calles de todas
las ciudades se observó también un ambiente de relajamiento
y calma, algunos incidentes menores (como la falta de sellos oficiales
en algunas mesas de votación o el "rasuramiento" de algunos votantes).
La Central Obrera Boliviana, máximo órgano sindical de Bolivia
y dirigida por un ex minero de tendencia trotskista, brilló por
su ausencia. Los sí a las cinco preguntas planteadas por el gobierno
en las papeletas del referéndum recibieron una aprobación
de hasta 70 por ciento.
"Estos de siempre..."
En Senkata cayó la primera víctima de octubre
pasado, en la insurrección que dio fin al gobierno de Gonzalo Sánchez
de Lozada. Ahí, entre fábricas diversas y una planta de gasolina,
viven miles de obreros y ex mineros que esta mañana salieron a bloquear,
creando el único incidente notable del día. "Porque es simple
lo que queremos: anular los 78 contratos que tenemos con las petroleras...
nos están saqueando", comentaba un vecino cubierto con un pasamontañas.
Cerca de las 11 de la mañana 200 personas prendieron
una fogata con llantas en desuso en plena avenida 6 de Marzo, al sur de
El Alto. En el cruce donde antiguamente se cobraba peaje en la ruta a la
ciudad de Oruro, estos alteños se armaron con palos y piedras para
llevar adelante la decisión de su asamblea: "Que vaya la gente a
votar para que no los multen, por aquí igual no pasarán las
urnas: aquisito vamos a quemarlas todas", decía un dirigente.
Huraños y enojados, los vecinos de Senkata fueron custodiados a
la distancia por una decena de policías en motocicleta y media docena
de periodistas.
Cerca
del mediodía apareció una caravana encabezada por el jefe
de la misión de observadores de la OEA, el venezolano Moisés
Benamor. Los funcionarios internacionales pretendieron dialogar con los
alteños para llegar a un acuerdo, pero fueron repelidos a pedradas
y huyeron inmediatamente del lugar. "No los queremos aquí; fue la
OEA la que apoyó a Sánchez de Lozada en octubre... nosotros
sabemos", dijo uno de los bloqueadores minutos más tarde.
Por la tarde, los vecinos de Senkata decidieron mantenerse
en vigilia hasta entrada la noche. Y la policía apareció
de nuevo: cien uniformados, algunos de ellos enmascarados y cortando cartucho,
pretendieron disuadirlos. No hubo acuerdo, pero tampoco represión,
y los uniformados se retiraron. Uno de los policías subió
a la camioneta diciendo: "Estos de Senkata siempre dan lata"... y ahí
quedó todo.
Al final de la jornada, Mesa se refirió en su conferencia
de prensa a los resultados como "un triunfo de todos los bolivianos", y
llamó a los líderes sindicales que se han opuesto a su política
y al referéndum, abogando por la nacionalización del gas
y los hidrocarburos, a "reformular" su postura y buscar una nueva unidad
de todos los bolivianos a partir de los resultados de este plebiscito.
Con este resultado, considerado un espaldarazo a su gestión
por Mesa y sus ministros, el presidente se dedicó a hablar de la
nueva agenda política de su gobierno. Entre otras cosas, recordó
que habrá de replantearse la relación con el vecino Chile
por la demanda marítima boliviana. También negó que
el abstencionismo de 40 por ciento, o que el 10 por ciento de votos nulos
y blancos sean considerados como un rechazo al referéndum, aunque
aceptó que las manifestaciones en contra de sus políticas
deberán ser tomadas en cuenta.
De acuerdo con las declaraciones de Mesa, el resultado
prevé también el apoyo de la sociedad boliviana a la exportación
del gas. La pregunta cinco del referéndum, que habla sobre el tema,
es para el mandatario una base sólida para "exportar, por ejemplo,
a México... en un proyecto en condiciones que nos permitan ganar
dos o tres veces más que en las condiciones anteriores". En todo
caso, el presidente boliviano eludió hablar concretamente de ninguno
de los pasos a seguir luego del referéndum y pidió paciencia
a los bolivianos para "llevar adelante la tarea de concretar su voluntad
con acciones".
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