México D.F. Lunes 19 de julio de 2004
Brindis familiar en la casa de Pérez Roque sella la reconciliación
La Habana, 18 de julio. De forma sorpresiva y rompiendo con la seriedad del protocolo diplomático, el canciller cubano Felipe Pérez Roque se alejó de la carretera principal que conduce al aeropuerto José Martí, viró el automóvil marca Lada -diseñado y construido en la extinta Unión Soviética- en el que transportaba al secretario de Relaciones Exteriores de México, Luis Ernesto Derbez, y se dirigió a su domicilio particular en la capital cubana, donde la familia completa de Pérez Roque esperaba impaciente.
La algarabía inundó a la pequeña comitiva que acompañaba al canciller mexicano: era un gesto nunca visto. De acuerdo con los datos obtenidos por La Jornada era la primera vez que el ministro de Relaciones Exteriores de la isla que gobierna Fidel Castro invitaba a un alto funcionario mexicano a su propia casa.
La sorpresa fue mayúscula para Derbez cuando Pérez Roque le ofreció una copa de ron Habana Club 15 años -una de las botellas mejor cotizadas en el mercado habanero- y apareció también una botella más del ron más vendido en estos momentos en la isla, el Santiago.
Como si nada hubiera pasado en los últimos dos meses en las históricas relaciones entre Cuba y México, Felipe Pérez Roque y Luis Ernesto Derbez brindaron en familia -estaban presentes la esposa, los suegros y los dos hijos del canciller cubano- y escucharon dos canciones interpretada por la pequeña hija de Pérez Roque: La Paloma y Juan Charrasqueado. También declamó un poema.
Cuarenta minutos estuvo el canciller mexicano en la casa del ministro cubano. Ese tiempo duró la improvisada fiesta en la casa de Pérez Roque, a la que también asistieron como testigos la encargada de negocios de la embajada de México en La Habana, Olga García; el vicecanciller cubano Bruno Rodríguez Parrilla, y Aramís Fuentes, diplomático cubano, así como los encargados del protocolo del Ministerio de Relaciones Exteriores. Cada uno, incluyendo al secretario Derbez, salieron encantados con su cargamento de dos botellas del codiciado ron Habana Club 15 años.
La visita a la casa particular del canciller de Cuba fue un gesto que selló la nueva etapa de las relaciones entre México y la isla.
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