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México D.F. Viernes 16 de julio de 2004
Atraco a la nación
El
acuerdo firmado ayer entre la Secretaría de Hacienda (SHCP) y el
Instituto de Protección al Ahorro Bancario (IPAB) con los bancos
extranjeros BBVA-Bancomer, HSBC y Banamex para canjear los bonos originales
del Fobaproa por nuevos títulos emitidos por el propio IPAB, con
cargo
al erario público, representa, más allá
de tecnicismos y laberintos financieros, la aceptación por el gobierno
de un pasivo público de 107 mil millones de pesos. Lo que el régimen
foxista firmó ayer implica, visto de otro modo, que cada habitante
de México -hombre o mujer, niño, adulto o anciano, rico o
pobre, campesino o ejecutivo- debe a los propietarios de las empresas bancarias
referidas, y sin haber recibido nada a cambio, más de mil pesos.
Si la privatización indebida de bienes públicos
se llama corrupción, otro tanto puede decirse de la injustificada
socialización de deudas privadas. En esa lógica, el "rescate"
de los banqueros emprendido por Ernesto Zedillo en el sexenio pasado fue
una acción eminentemente corrupta, como lo ha sido el empeño
de priístas y panistas, de entonces hasta la fecha, en endosar a
la nación los enormes pasivos generados por la torpeza económica
gubernamental y por la ineficiencia y los fraudes de los banqueros.
El argumento esgrimido por el zedillismo de que no debía
permitirse el colapso de la banca nacional se vino abajo cuando ésta
pasó, en su enorme mayoría, a manos extranjeras. El alegato
de que se buscaba proteger a los ahorradores y no a los banqueros se ha
ido cayendo a pedazos, conforme se ha ido haciendo evidente la determinación
del PRI y del PAN de encubrir los manejos turbios y las raterías
de los administradores y dueños de los bancos que se autoprestaron
sumas enormes, las declararon luego incobrables y las cargaron a los pasivos
de sus instituciones, y finalmente consiguieron la aprobación de
la mayor parte de la clase política para que la nación se
hiciera cargo de pagar esos faltantes.
En este asunto, como en muchos otros, las promesas de
transparencia del actual gobierno se han revelado falsas. Las autoridades
hacendarias y financieras, con argumentos tan increíbles como la
necesidad de proteger el secreto bancario, se han opuesto regularmente
a una revisión minuciosa de los manejos oscuros y fraudulentos que
han inflado en forma desmesurada los montos del rescate. Para colmo, en
el acuerdo de ayer se violentan las disposiciones legales -aprobadas por
los propios priístas y panistas- que establecen la obligación
de auditar las operaciones bancarias irregulares -y fincar las responsabilidades
legales correspondientes- antes de efectuar el canje de bonos.
De cualquier forma, la maniobra de saqueo a favor de los
bancos perpetrada ayer por la SHCP, el IPAB y los propios beneficiarios
requiere, para consumarse, de la aprobación del Congreso. Cabe exigir
a los legisladores que impidan semejante atraco a la nación y que,
antes de aceptar que la cartera incobrable de los bancos se convierta en
deuda pública, se investigue a fondo.
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