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Obituario   - NUEVO -

M U N D O
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México D.F. Viernes 16 de julio de 2004

Gilberto Lopes

La revolución se acabará cuando la gente deje de resistir

Volaba yo en una avioneta hacia Managua, perdido en medio de un terrible temporal, mientras en una plaza desbordada el pueblo celebraba el fin de la dictadura de los Somoza. El triunfo de la revolución tuvo una atmósfera irreal, co-mo también la derrota, en 1990, diría años después el escritor Sergio Ramírez. Hay que volver a recordar aquella manifestación para entender esa atmósfera. "šPaaaatria li-bre! šO morriiiir! La marcha hacia la victoria, šnoooo se detieeeennnneeeee!"

Se tocaba el cielo con las manos.

De eso hace hoy 25 años. De algún mo-do, estaba todo comenzando. Pero, para la mayor parte de los nicaragüenses, eso es ya historia, cosas de las que oyeron hablar. Como es historia -para los que vivimos esa guerra en los años 70- la gesta de Augusto César Sandino, a finales de los años 20.

ƑQué quedó de esa revolución? ƑNada? ƑTodo es sólo un sueño, un recuerdo del pasado? Desde entonces he vuelto muchas veces a Nicaragua y he visto los cambios en el paisaje. Mientras la Managua de los hoteles, de los restaurants, los casinos, se extiende por el camino de Oriente, la carretera a Masaya, los recuerdos de la revolución van quedando olvidados en los pequeños altares que todavía señalan, en cada barrio, el lugar donde cayó alguno de sus hijos.

ƑHasta cuándo? Todo va cayendo, lentamente, en el olvido.

Llego por tierra desde San José. Aquí, en la línea fronteriza, bajo la sombra de los malinches, estaba el escenario de la guerra. Destruidos por los combates contra la dictadura, los edificios de la aduana fueron re-construidos, en medio de trincheras, en las que el ejército sandinista se defendía de la contra. Poco después los trasladaron a unos cinco kilómetros de la raya limítrofe, donde era más fácil defenderlos. Hoy esos edificios son increíbles ruinas; quedan en pie apenas unas paredes descascaradas, mientras las nuevas instalaciones han vuelto a levantarse en su lugar original, sobre la lí-nea fronteriza.

Ha llovido y el camino está verde; los dos volcanes parecen flotar sobre el lago de Nicaragua. Si los cambios en el paisaje son evidentes, también lo son los del paisaje social.

El legado del sandinismo

"Alguna gente piensa que todo se perdió con la derrota electoral. Yo creo que el sandinismo dejó enormes huellas en este país. Primero me parece que somos artífices de la democracia, en el sentido real de la palabra. Se ha permitido la participación; en uno y en otro bando la gente aprendió a reclamar sus derechos, a participar; y eso es un legado del sandinismo".

Ramón Cabrales tiene hoy cerca de 50 años. ƑQué habrá hecho de su uniforme de comandante guerrillero? "No lo guardo, ya no me cabría", me dice. Hoy ya no hace vida partidaria, pero "no puedo sentirme identificado con gente que niega todo lo que hizo".

Dora María Téllez, comandante guerrillera, como Cabrales, dice lo mismo, aunque de otra manera: "el país cambió de forma radical. El triunfo de la revolución sandinista es la derrota la dictadura somocista; y eso es un cambio permanente en la vida de Nicaragua: la liquidación de la dictadura".

Visto de lejos y en el tiempo, puede parecer poca cosa, pero la magnitud de la lucha nos hace recordar cuánto costó.

Sandino

Eran otros tiempos. En marzo de 1929 -víspera de la gran depresión-, Herbert Hoover asumía la presidencia de Estados Unidos. Para él, Sandino era un "criminal internacional". Hacía dos años que Estados Unidos había enviado, nuevamente, tropas a Nicaragua, y Sandino, general de hombres li-bres, se había alzado en armas. A la nota del almirante Sellers -jefe de las tropas invasoras- apelando a su patriotismo para que de-pusiera las armas, Sandino contestó, el primero de enero de 1929, que "el patriotismo al que usted apela es el que me ha mantenido repeliendo la fuerza con la fuerza, desconociendo en absoluto toda intromisión del gobierno de usted en los asuntos interiores de nuestra nación". Fue en esa carta donde incluyó la frase que hizo historia: "la soberanía de un pueblo no se discute, sino que se defiende con las armas en la mano".

Asesinado por Somoza en 1934, después de que las tropas estadunidenses abandonaran el país, pasaron menos de 30 años para que surgiera el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), y otros 15 para que la insurrección triunfara contra la dinastía construida sobre el asesinato de Sandino.

ƑQué recuerdos vale la pena guardar?, le pregunté a Alejandro Bendaña, durante años representante del gobierno sandinista en Naciones Unidas. "Sandino. A Sandino no lo pueden enterrar. Muchas veces buscamos en el futuro y lo que hay que hacer es ver para atrás". En su criterio, la revolución no desaparece. "De la revolución quedará nada -asegura- en el momento en que la gente, en Nicaragua, deje de luchar".

"En la obra de Sandino, en su pensamiento, ahí están las pistas de futuro, ahí están los elementos de utopía; incluso en el pensamiento de Carlos Fonseca Amador, el fundador del Frente Sandinista. Lo que pasa es que el FSLN y una generación completa se han olvidado de esos dos próceres".

Quizás ahí siga estando la respuesta. Hasta en la casa de Jaime Morales Carazo, hoy diputado, empresario, escritor, uno de los principales dirigentes de la contra, vi un busto de Sandino. Pero él me advirtió: "Soy amigo de los estadunidenses".

La revolución

Caía la tarde y llovía. En Nicaragua, casi todas las entrevistas se hacen al aire libre: en los jardines, en los patios, y el ruido de pájaros no deja grabar tranquilo. ƑPor qué se hizo aquí una revolución?

Si tratáramos de encontrar alguna lógica, de explicar las causas de nuestra revolución, dijo el comandante Bayardo Arce en 1980, en pleno entusiasmo revolucionario, habría que destacar el hambre, la desocupación, la opresión que históricamente sufrió el pueblo de Nicaragua: 52 por ciento de analfabetos, una mortalidad infantil de 200 por mil, expectativa de vida de 55 años, 30 por ciento de desocupados. El 5 por ciento más rico del país controlaba casi 30 por ciento de la riqueza. La mitad más pobre, apenas 15 por ciento. Y la opresión, la dictadura de los Somoza.

"El fracaso en la redistribución de los beneficios del crecimiento económico estaba en la raíz de la crisis social y política de Nicaragua al final de los años 70", afirma un estudio sobre la economía política de la reforma social y el conflicto armado en Ni-caragua. La revolución buscó, en primer lugar, crear una gran área de producción estatal, principalmente con las propiedades expropiadas a los somocistas. Eso significaba 25 por ciento de la capacidad industrial y 20 por ciento de las tierras productivas, según el mismo estudio.

Pero no funcionó.

En primer lugar porque, desde 1981, cuando Ronald Reagan asumió la presidencia de Estados Unidos, Washington declaró la guerra y bloqueó la economía sandinista. Pero aun antes, campesinos, antiguos aliados de la revolución ya se habían alzado.

"El Frente Democrático Nicaragüense, como toda contrarrevolución, se constituyó como reacción a los abusos de la revolución sandinista", afirmó Adolfo Calero, comandante en jefe del ejército de la contra.

Fueron ex militantes del FSLN, luchadores contra Somoza, los que se alzaron primero: Pedro Joaquín González (Cinco Pi-nos), el Tigrillo, el comandante Douglas, quienes iniciaron esa contrarrevolución, en 1980, asegura. "Luego, otros nicaragüenses que estaban en el exterior, miembros de la extinta Guardia Nacional, se sumaron. Para 1982 ya habíamos recibido apoyo de Estados Unidos mediante unos militares argentinos que llegaron a entrenarlos y luego el gobierno estadunidense asumió el contacto directo con la contra", afirma Calero.

ƑPor qué el FSLN perdió las elecciones?, le pregunté a Víctor Hugo Tinoco, durante 10 años vicecanciller de Nicaragua.

"Creo que, por un lado, hay una causa que era más grande que nosotros y que la misma revolución: el surgimiento de una contrarrevolución mundial, un movimiento neoconservador en Estados Unidos, liderado por Ronald Reagan. A los revolucionarios nos faltó mas flexibilidad para entender los signos de los tiempos".

Pero hubo otros problemas: "el tratamiento que le dimos al campesino, sobre todo en el área comercial, fue nefasto. Eso nos enemistó muy fuertemente con un sector importante de la población nicaragüense en el campo. Tratamos mal también al co-mercio urbano, a la economía informal. En el caso de los miskitos, cometimos errores. En términos generales, posiblemente pudimos flexibilizar nuestra política exterior y nuestra posición internacional. Eso nos habría ayudado a crear condiciones internas un poco diferentes", resume Tinoco.

Hay visiones más críticas. Ruth Selma Herrera, militante histórica del sandinismo, muy vinculada al proceso de reforma agraria durante la revolución, hoy dedicada a construir un movimiento de consumidores, apunta a otro blanco: "En lo político, lo que quedó es mal sabor de la capacidad que tuvieron los dirigentes sandinistas para conducir una revolución. En la práctica, mu-chos eran buenos antisomocistas, pero no eran buenos revolucionarios; no tenían una posición ideológica sólida, que les diera para ir más allá de donde fueron".

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