Condena el abogado, acusador de Pinochet, advertencias que abonan la impunidad

La justicia jamás amenaza la paz: Contreras Mella

LAURA POY Y JOSE GALAN

La "desvergüenza" de los criminales es lo que lleva a propagar la idea de que la aplicación de la justicia y el castigo a los responsables de crímenes del pasado ponen en peligro la paz social, "cuando sólo el acceso a la justicia puede consolidar una democracia y no el dejar abierta la puerta a la impunidad", aseguró Eduardo Contreras Mella, defensor de derechos humanos, quien en 1998 inició la primera queralla contra el ex dictador chileno Augusto Pinochet, que concluyó en su desafuero y procesamiento judicial.

Entrevistado tras su participación en un coloquio internacional sobre el pensamiento político de Vicente Lombardo Toledano, advirtió que de no alcanzarse una justicia para las víctimas de los abusos de las dictaduras y para la sociedad en su conjunto, "enfrentaríamos un futuro inestable y peligroso, pues la democracia no sólo se consolida con tratados de libre comercio y bienestar económico, sino curando las heridas de la sociedad al llevar ante los tribunales a los responsables de los abusos del pasado, para que se conozca la verdad y se les sancione".

Abogado chileno, exiliado en México entre 1974 y 1989, indicó que el desarrollo del derecho penal internacional, sobre todo en materia de derechos humanos, "hace imposible conservar el fuero a un jefe de Estado que ha participado en crímenes de lesa humanidad, por lo que en México lo que se debe imponer es la verdad y la justicia".

En ese sentido, destacó que los regímenes democráticos que han surgido en América Latina luego de periodos prolongados de autoritarismo "son en general débiles, pues desde su origen tienen un pacto con las propias dictaduras". Por ello, insistió, "los gobernantes no han logrado entender que conocer el pasado, sin el cual no se puede construir un futuro estable, fortalece la democracia y no lo que ellos pretenden, que es asustar a la sociedad con un falso golpe de Estado" que nadie daría.

"Vemos con preocupación que los gobiernos democráticos de la región no logran entender que es justa la lucha por la defensa de los derechos humanos y la exigencia de que se acabe el poder político de los militares, pues la independencia sólo pertenece a los pueblos, sólo así tendríamos las bases de una democracia sólida y estable".

Por otra parte, la decisión de un grupo de abogados chilenos de emprender una querella judicial contra el dictador Augusto Pinochet en 1998 constituye "una hazaña jurídica, política y moral", que ha permitido a la justicia internacional y chilena procesar al general que traicionó a Salvador Allende, mientras que el fallo de la Corte de Apelaciones de Chile, de revertir la decisión de la Corte Suprema de no procesar a Pinochet por "demencia senil", constituye una esperanza de que el "sátrapa" sea sometido a la justicia, aunque la moneda aún está en el aire.

Pero la certeza es que Pinochet es culpable, coincidieron el jueves por la noche Ximena Ortúzar, Raúl Elgueta e Ilán Semo, en la presentación del libro El desaforado. Crónica del juicio a Pinochet en Chile, de la autoría del propio Eduardo Contreras, quien formó parte de ese grupo de abogados.

Ximena Ortúzar, colaboradora de este diario y presidenta de la Asociación Salvador Allende, recordó que la querella, que no recibió atención de los medios chilenos, provocó que el 16 de octubre de 1998 Pinochet fuera detenido en Londres, Inglaterra, por una orden emitida por el juez español Baltasar Garzón.

Raúl Elgueta, cónsul general de Chile en México y amigo de juventud de Contreras, sostuvo que el libro considera de manera precisa la conciencia histórica, pero le resulta preocupante el hecho de que el fallo de la Corte de Apelaciones vaya a ser revisado por la Corte Suprema, que "ha demostrado su apego al dictador".