EUROPATADAS

Josetxo Zaldúa

Corte de Caja

TAL VEZ NO gane la Eurocopa, pero nadie pondrá en tela de juicio que su futbol fue, de lejos, el más hermoso. La República Checa machacó a cuanta tropa futbolera se le puso delante. Y lo hizo gustando, gustándose.

A VECES EL deporte de las patadas hace justicia con quien se esmera en la cancha. Por eso están en semifinales griegos y checos, dos equipos por quienes ni en su casa apostaban. Uno de ellos quedará fuera de la gloria final porque deberán enfrentarse en semifinales el jueves próximo.

DINAMARCA, QUE tuvo un buen campeonato, fue prisionera de su frialdad. Tuvo más la pelota, pero no supo qué hacer con ella. Los checos formaron una tupida red entre su portero y la media cancha, y ahí cayeron mansamente los daneses, carentes de malicia.

ASOMBROSO VER los movimientos, casi felinos, del gigantón checo Koller, que con dos metros de altura y 90 kilos de carrocería desquició a los daneses. Suyo fue el primer gol, un imponente cabezazo. Hace unos años Koller era un desempleado en Praga. Hoy está en la gloria. Ejemplar verlo defender su área en cada tiro de esquina ejecutado por los rivales.

LOS CHECOS NO se complicaron la vida. Arremetieron con todo durante los primeros 15 minutos y lograron arrinconar a los de rojo. Se dieron cuenta de que esa táctica de acoso y derribo podía derretirlos, de manera que dieron un paso atrás...y esperaron pacientemente.

NEDVED Y POBORSKY, sus cerebros, no se prodigaron, pero en su lugar emergieron Baros, Koller, Galasek y Jankulovsky, un lateral zurdo exquisito y contundente. Ellos sentaron los cimientos de la victoria. Los dos goles del joven Baros lo colocan como el goleador del torneo. Todo un mensaje para navegantes.

EL SABADO QUEDARON fuera los suecos, otro equipo que agradó a los futboleros por su juego simple y directo. En tres patadas están en el área rival. No elaboran, pero esa es su escuela y casi siempre quedan bien con la parroquia. Son fieles a sí mismos.

HOLANDA ES OTRO cuento. La generación de la Naranja Mecánica dejó profunda huella en los futbolistas tulipanes. Amor por la pelota, por su posesión. Se regodean en exceso y generalmente pagan por ello. Acostumbran dar la impresión de que viven para jugar, no para ganar. Siendo un defecto, a menudo parece una virtud.

SON, CON LOS checos, los que más calidad han mostrado en Portugal. Pero el miércoles les aguarda los anfitriones con el guerrero Figo a la cabeza y el arquitecto Deco en la organización, que han ido de menos a más, factor a tener en cuenta en torneos cortos. Es un equipo fuerte y juega en casa, lo cual puede ser determinante.

LOS CHECOS SE toparán con el germanizado equipo griego, una oncena sin estrellas pero que aplica fielmente las instrucciones del mister alemán Otto Rehhagel, un hombre al que en su país le niegan el pan y la sal. Llegados a estas alturas los pronóstico parecen cosa baladí. Lo que está claro es que cualquiera de las dos finales posibles acaparará la atención del planeta futbolístico. A su servidor le gustaría una final entre holandeses y checos.

LAS EUROPATADAS han dejado profundas huellas en los templos futboleros del viejo continente. Alemania, Italia, Inglaterra, España y Francia son las víctimas propiciatorias de la desmedida ambición de los hombres de pantalón largo, vale decir, dueños, directivos y televisoras.

EN ESOS PAISES se escenifican las ligas más competitivas y desgastantes del mundo. En esas ligas, salvo en Francia y Alemania, se concentran las estrellas más rutilantes del espacio futbolístico y ahí es donde más se paga. Europa es la meca soñada de las ligas más descollantes de América, es decir, Brasil, Argentina Uruguay y Colombia, por el orden.

EN EUROPA SE concentra, pues, la esencia del futbol, ahí se cruzan conceptos y estilos, fuerza y habilidad. Los futbolistas latinoamericanos les dan mucho a Europa y los europeos no se quedan atrás aportando a Latinoamérica. Esa sí es una globalización positiva y productiva.

PERO DEBE MOVER a reflexión que los países que disponen de las mejores ligas, de los mejores jugadores, hayan quedado apeados a las primeras de cambio. Daba lástima ver correr sin ton ni son a Zidane, escupir a Totti, perdido al inmenso Henry, atolondrado al astuto Raúl y ausente al galáctico Beckham.

LAS ESTRELLAS SE apagaron y abrieron, al mismo tiempo, el debate postergado. De qué sirve tener en las ligas a lo mejor de cada rancho si a la hora de las naciones cada figura retorna a su redil. El espectador agradece el espectáculo, pero lo que más desea es ver a su equipo nacional en lo más alto del podio.

NO ESTARIA DE más armonizar la presencia de estrellas con el cuidado del futbol base. Los casos de Italia, España e Inglaterra son una fenomenal alarma. Sus ligas son buenas, pero sus selecciones no están a la altura.