México D.F. Lunes 28 de junio de 2004
Un personaje llamado Juliette, su primera
obra
La poesía, oficio, maldición y necesidad:
Julieta Cortés
La escritora capitalina se asume como aprendiz
de poeta
ARTURO GARCIA HERNANDEZ
El enigma es antiguo, recurrente: ¿cómo
surge el poeta, de dónde viene la poesía, para qué
sirven ambos? Las respuestas son incontables. Para Julieta Cortés
(DF, 1973) la poesía es al mismo tiempo una vocación, un
oficio, una maldición y una necesidad. Así es como ella la
ha vivido y la ha ejercido, pero advierte en entrevista que no hay respuestas
definitivas: "hablar de estas cosas es una gran responsabilidad; no tengo
la primera ni la última palabra sobre el tema".
Julieta Cortés acaba de publicar su primer poemario,
Un personaje llamado Juliette (Instituto de Cultura de Yucatán
y Ediciones Urdimbre). Es un libro "que empezó a gestarse hace cinco
años, al principio como un juego pero después como un compromiso
respetuoso con la poesía".
Sin
embargo, aún no se asume como poeta: "Me asumo como aprendiz de
poeta porque todavía me falta mucho trabajo. Todos escribimos el
típico poema de secundaria, ahí descubres esa necesidad de
desprenderte de la emoción y darla a conocer al otro. Viene una
etapa de aprendizaje y de mucho trabajo. Por eso llamarme poeta se me hace
un título todavía muy grande para mí".
Reticente a ubicarse dentro de escuelas o corrientes poéticas
concretas, se define como aprendiz del poeta Jaime Reyes (1947-1999): "Tuve
la fortuna de conocerlo muy cercanamente, de leer su obra, de admirarla,
de saber que era un gran poeta que tenía ahí, a la mano.
Pero curiosamente no era una onda de cómo se escribe este verso
o si la métrica, sino que me dedicaba a vivir la vida con Jaime
y así le puedes aprender mucho a un poeta".
-¿Y una aprendiz de poeta ya puede publicar libros?
-Sí. Es una manera de decir 'le quiero entrar,
quiero asumir el compromiso, quiero seguirle'. Es como el aprendiz de zapatero,
que adquiere oficio en la práctica, clavando sus clavos, trabajando.
Cuando yo empecé a escribir este libro no tenía una concepción
poética, mis poemas provenían de la emoción, pero
con el paso del tiempo he madurado algunas ideas sobre cómo transmitir
a través de los versos y las palabras momentos y emociones de la
vida.
Los poemas de Un personaje llamado Juliette son
producto de la espontaneidad y la emoción más que de la reflexión.
Todos menos uno nacieron, sobre todo, del enojo: "Siempre escribo desde
el enojo; cuando estoy enojada y me siento impotente es cuando más
ganas tengo de escribir. La poesía para mí es también
como una manera de desprenderme de mi impotencia y de denunciar todo aquello
que me inconforma y me molesta."
El que no nació del enojo es Poema para un hombre
alto: "Es un poema más reciente, de hace como tres años,
que quise incluir como un poema de reconciliación entre todos esos
poemas de enojo".
-¿Eres de quienes creen que el poeta es un elegido?
-Yo pienso que la poesía te escoge a ti más
que tú a la poesía, pero no como un asunto de ser elegido,
especial. Simplemente como una vocación. Decir que hay elegidos
se me hace algo petulante, aunque sí hay poetas que se siente elegidos
de los dioses. Yo prefiero mantener una posición más humilde
en relación con mi trabajo. Sí, hay veces que escribo cosas
que luego releo, que me revelan algo, y me digo cómo fue que escribí
esto, cómo se empezó a mover la pluma. A veces me asusta.
También te diría que la poesía es una maldición
porque se le sufre, porque te das cuenta que tienes una sensibilidad extrema,
y si algo es triste tú lo ves muy triste, y si algo es alegre, tú
lo ves muy alegre. Pero lo asumo porque también se te vuelve como
un vicio.
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