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México D.F. Lunes 28 de junio de 2004
Armando Labra M.
ƑEstamos creciendo?
Muy orondo, nuestro gobierno nos informa que está recuperándose la economía mexicana y que hasta podremos crecer 4 por ciento en este año. La causa: el buen desempeño de la economía estadunidense. Nosotros aquí nada hemos hecho para lograr crecimiento alguno y causa estupor que nuestras autoridades anden celebrando un falso éxito charro con sombrero texano.
Como no hay política económica mexicana que contribuya al crecimiento, sino todo lo contrario, es mejor analizar qué pasa en EU y tratar de adivinar cuánto podrá durar allá el auge para tratar de atisbar cuánto tiempo nos podrá graciosamente salpicar. Patético, Ƒno? Pues así estamos. Pero un matiz más preocupante todavía es que, aun habiendo aquí crecimiento económico, así sea de rebote, no viene acompañado de empleos; por ejemplo, el primer trimestre del presente año la economía creció a una tasa anual de 3.7 por ciento, pero no sólo no hubo más empleos, sino que se perdieron 25 mil.
Todo indica que la economía estadunidense se recupera vigorosamente, pero no se sabe cuánto tiempo durará el proceso porque tiene dos pies de barro: un enorme déficit presupuestal y otro enorme déficit de balanza de pagos, los más grandes del planeta. Ambos déficit explican la recuperación de la economía de ese país en ritmos de crecimiento superiores a 4 por ciento anual, a través de un gasto público que arroja déficit presupuestales en aumento (1.5 por ciento del producto nacional bruto en 2001, 3.5 por ciento en 2003, y seguramente 4.5 por ciento en este 2004). Tal desahorro se explica en los gastos bélicos, algunas reducciones fiscales, los costos crecientes de la medicina social -muchos baby boomers comenzarán a cobrar sus pensiones este año- y "algunos gastos discrecionales". La única forma de compensar esos impulsos deficitarios es mediante gravámenes acrecentados a una mayor base de contribuyentes y ésa es una línea que los bushianos prefieren no explorar, sobre todo si quieren ganar la relección del siniestro Baby Bush en noviembre. En otras palabras, el déficit presupuestal de EU seguirá empujando la economía, pero llegó a su límite. No se prolongará más allá de uno o dos años, cuando más.
Por otra parte, el déficit en la cuenta corriente del vecino norteño tiene ya un par de décadas de existencia y representa 5 por ciento del PNB. Como han venido decreciendo las inversiones extranjeras en Estados Unidos, se está dejando sentir un impacto negativo en la paridad del dólar con otras monedas, especialmente el euro, y eso complica aún más su postura deficitaria frente al mundo. Y es que, como en todas partes, los inversionistas extranjeros -especialmente los asiáticos, que acuden a EU- compran lo que ya existe, no abren nuevas empresas ni aumenta la producción ni se diversifica la economía ni se crea ocupación. No arriesgan ni en la economía más grande del orbe. Así, en el centro del déficit en cuenta corriente estadunidense está la disparidad entre el ahorro y la inversión. Siendo EU tradicionalmente un país muy poco ahorrador y muy consumidor, el ahorro externo cubría la diferencia para financiar la inversión, pero ya no más. No habrá de otra al norte del río Bravo: o se ahorra más, se consume menos y se invierte, o tendrán que bajar la inversión y el crecimiento. Por razones políticas y económicas, esto último es lo más probable en un horizonte máximo de un par de años.
Aun sin estas consideraciones, resultaría para nosotros mucho más importante definir qué vamos a hacer para crecer no como rémoras del tiburón, sino como país y por nuestro esfuerzo propio. No estamos haciendo nada. La convicción de que la mejor política industrial es la que no existe se ha esparcido letalmente a todos los sectores de la economía. La mediocre visión de que crecer significa inflación y devaluación y, por tanto, no hay que crecer, causaría risa si no fuera dramática para demasiados mexicanos depauperados que ya son la mayoría. De hecho la inflación y la devaluación del peso rebasan implacablemente, año con año, las perspectivas oficiales.
Podríamos crecer con esas mismas tasas de inflación y depreciación del peso, pero además generando empleos no changarreros. Finalmente, el único y más importante indicador del desarrollo de cualquier país no es el crecimiento económico, sino la capacidad de generar empleos permanentes, productivos y bien remunerados. Lo demás es cuento.
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