Iván Restrepo

"Piojez mental"

Según el secretario del Medio Ambiente Alberto Cárdenas, quienes se oponen a la construcción de la presa Arcediano, en Jalisco, sufren de "piojez mental". Soy uno de ellos y, aunque no me siento en la misma liga, comparte este calificativo insectiforme el cardenal Juan Sandoval.

Dicho megaproyecto, que no solamente costaría miles de millones de pesos y causaría severos daños ambientales, está a discusión en el país. Uno más pequeño despierta sospecha en el estado de Veracruz, en el municipio Gutiérrez Zamora, que en octubre de 1999 sufrió la peor inundación que recuerden sus habitantes. Las intensas lluvias hicieron desbordar los ríos de la región, causando decenas de muertos y millonarias pérdidas a los pobladores y la obra pública. Fruto de esa tragedia, un año después las autoridades municipales y estatales anunciaron el desazolve del río Tecolutla, que bordea la cabecera municipal de Gutiérrez Zamora. Era una forma de responder a la petición ciudadana de evitar otra tragedia.

Sin embargo, el dragado fue un fraude, pues el pequeño barco que lo hizo se limitó a revolver el agua dejando al río como peligroso factor de inundación si el agua de lluvia no alcanza a salir por el cauce natural del Tecolutla. En vez de limpiarlo de desechos y reforestar las partes altas de la cuenca para evitar la erosión, en noviembre pasado la Comisión Nacional del Agua ofreció un proyecto "salvador" para Gutiérrez Zamora: rencauzar el Tecolutla. Esto ante la petición de un grupo que dice representar a la población y que encabeza el alcalde Javier Lara.

Lo primero que sorprende del nuevo proyecto es que busca "rencauzar" un río que nunca ha perdido trayectoria. Se trata de cerrar su brazo izquierdo con la construcción de dos muros de cuatro metros de alto por tres de ancho, que irían de ambas orillas a la isla ubicada en medio del río. Se formaría así un lago, según un directivo de la empresa que realizó el estudio de factibilidad; además se abriría un canal de 50 metros de ancho a través de la isla que, aseguran los defensores del proyecto, contrarrestaría una posible inundación, pues al crecer el caudal barrería la mitad de la isla, "rencauzando" al río hacia la villa de Tecolutla, donde desemboca al mar.

Aunque las autoridades locales presentan el proyecto como urgente para evitar otra inundación, pronto surgieron dudas e inconformidades. Por ejemplo, la obra no contempla un canal que sirve de desagüe a varias ciénagas cercanas. Si se obstruye el canal pueden inundarse varios predios ejidales y particulares.

Por su parte, los pescadores afirman que si el agua arrasa con la isla la arena de ésta agravará el azolve del río, lo cual dificultará todavía más el problema de navegación que ya existe.

Al conocerse públicamente este proyecto por conducto del diario regional Noreste, habitantes del puerto de Tecolutla y de la comunidad de Paso del Río expresaron su preocupación, pues durante la inundación de 1999 la isla fue el "escudo natural" que desvió una enorme cantidad de agua a través de dos predios que ahora se tratan de proteger con este proyecto.

La enorme corriente abrió varias zanjas; la mayor tenía un ancho superior a la desembocadura del propio río. Por eso los lugareños temen que, al aumentar el caudal por las lluvias y "encauzarlas" directamente hacia su desembocadura, se inunden la villa y Paso del Río. A eso contribuiría el azolve que presenta la bocana del río. Agregan que todo río tiene "memoria" y si el Tecolutla fijó su ruta hace cinco años, es absurdo que ahora quieran inventarle otra.

No se trata entonces de beneficiar a la población ni de que el río, con la obra de "rencauzamiento", se drague por arte de magia. Lo que se busca es proteger dos propiedades particulares (una citrícola y otra ganadera-platanera) bordeadas por la carretera Gutiérrez Zamora- Tecolutla.

La obra costaría cerca de 47 millones de pesos aportados directamente, sin licitación, por el Fondo Nacional de Desastres. Más atinado sería invertir ese dinero en limpiar y reforestar la cuenca del Tecolutla, en vez de utilizarlo en un proyecto de dudosa efectividad que agravará el problema por los daños colaterales previstos.

Quizá por ello se ocultan los estudios de impacto ambiental y otros que muestran los alcances de esa obra. Y porque, como se sospecha, es un negocio en beneficio de unos cuantos, funcionarios incluidos, y de la constructora favorecida con un jugoso contrato.