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México D.F. Sábado 26 de junio de 2004
MARCHA: INJERENCIA INDEBIDA
El
protagonismo que el gobierno federal pretende asumir en la convocatoria
a la marcha "México contra la delincuencia", a realizarse el próximo
domingo, organizada por diversas agrupaciones, distorsiona los propósitos
de la movilización y afecta gravemente su legitimidad. Es evidente
que el tema de la inseguridad es uno de los que más preocupa a la
ciudadanía de la capital y de muchas otras ciudades del país,
por lo que los reclamos por la falta de resultados tangibles en la lucha
contra la criminalidad van dirigidos lo mismo a funcionarios federales,
estatales y municipales. El aventurado señalamiento del presidente
Vicente Fox en el sentido de que el Distrito Federal es la entidad de "más
alta criminalidad en el país" -ignorando las cifras oficiales del
Sistema Nacional de Seguridad Pública que reportan mayor incidencia
delictiva en cinco estados por encima de la capital- dio muestra de que
su gobierno ha utilizado la convocatoria ciudadana para continuar con el
golpeteo a la administración encabezada por Andrés Manuel
López Obrador. En este obcecado afán de confrontación,
el Presidente pierde de vista que tiene responsabilidades en el tema del
combate a la delincuencia y pretende pasar por partidario de la sociedad
agravada por el problema, en vez de asumir sus responsabilidades ante la
falta de resultados perceptibles cuando han transcurrido más de
tres años de su administración. Además, esta toma
de partido a favor de la marcha afecta indudablemente su espíritu.
Con las infortunadas declaraciones sobre la situación
en el Distrito Federal, el mandatario levantó, de manera innecesaria,
mayor polémica y se expuso a que funcionarios capitalinos lo llamaran
mentiroso e irresponsable. Particularmente, el subsecretario de Gobierno,
Martí Batres, le recordó que es Baja California, entidad
gobernada por el Partido Acción Nacional, la que encabeza los índices
de criminalidad en el país, y le espetó que "actúa
de forma inmadura, irresponsable, miente de manera deliberada".
En respuesta, el jefe de la Unidad de Gobierno de la Secretaría
de Gobernación, Gonzalo Altamirano Dimas, mandó a López
Obrador y a sus colaboradores a "callarse la boca", con lo cual el encargado
del diálogo político dejó a un lado su función
como interlocutor y abonó a la confrontación. Además,
en el mismo tono que el Presidente, respaldó las expresiones de
la ciudadanía para obligar a las autoridades a "intensificar sus
esfuerzos" en la lucha contra el crimen. Al cerrar filas con la marcha,
las autoridades federales parecen pasar por alto sus responsabilidades
en el tema. En este punto cabe destacar lo señalado por el priísta
Mariano Palacios Alcocer, en el sentido de que el incremento de la delincuencia
está ligado a otros problemas igualmente graves, como lo son el
estancamiento económico y el consecuente aumento del desempleo,
resultado de una conducción errática del país.
En esta distorsión de las motivaciones y los propósitos
de la manifestación ciudadana que tendrá lugar en el corazón
de la ciudad de México también se está perdiendo de
vista que en el país privan otras expresiones de violencia, igual
o más graves que las que ocurren en la capital: el secuestro y asesinato
de mujeres en Ciudad Juárez y otras ciudades del norte del país,
crímenes que los gobiernos estatales y el federal no han podido
frenar ni esclarecer, debiera convocarnos con igual fuerza a exigir que
las autoridades cumplan con su deber.
En el enrarecido ambiente político se entorpece
la toma de las acciones y decisiones urgentes que reclama la ciudadanía
para combatir la delincuencia y hacer que los gobiernos cumplan con la
responsabilidad de darle garantías y restablecer la seguridad pública.
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