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México D.F. Viernes 4 de junio de 2004

Daniel García le dio vida un personaje ficticio y lo encumbró en la lucha libre

Huracán Ramírez, de las pantallas de cine a las arenas

Durante 36 años defendió la máscara y supo vencer el alcoholismo Hoy estará en la arena México, en la presentación de la revista Luna Córnea, dedicada al mundo del pancracio

PEDRO DANIEL ALDANA ARANDA

Daniel García recibió la llamada de su hija Karla:

-Salió una foto tuya en La Jornada.

Con su andar lento, propio de un hombre de 78 años, fue al puesto de periódicos y se sorprendió al ver en la portada de la Jornada de en Medio, del martes 25 de mayo, al Huracán Ramírez midiendo sus fuerzas con un elefante.

Daniel se emocionó. A 16 años de su retiro como luchador profesional sigue ocupando espacios en los medios de comunicación. Y los recuerdos lo inundaron.

-Es una foto muy buena, grandota, del tamaño del periódico, dijo, y rememoró los momentos en que sus hermanos y su madre trataron de desalentarlo para que no se convirtiera en luchador, pues era demasiado pequeño de talla.

Tres de sus hermanos mayores eran enormes gladiadores, pesaban más de 110 kilos, y con los nombres de Rudy García, Pantera Roja y Demonio Rojo luchaban ya en la arena Coliseo.

Daniel quería imitarlos pero no lo dejaban. Eres demasiado bajito y ligero -la lucha es para gente grande -le decían. El pesaba un poco más de 70 kilos y su mamá se horrorizó ante la idea de que le fueran a maltratar la cara y, sobre todo, su afilada nariz.

Pero a Daniel le gustaba el deporte y ya que no lo dejaban luchar comenzó a boxear en el gimnasio Gloria, en la colonia Morelos que lo vio nacer. Aprendió a boxear e inclusive fue sparring del Pajarito Moreno.

Y mientras sus hermanos seguían cubriéndose de fama en la lucha a él lo mandaron a Estados Unidos a estudiar inglés. Pero lo interesante de ese viaje fue que visitó un circo en el que anunciaban un combate entre un hombre y un oso.

-Fui a ver el espectáculo, el luchador no era tan grande, apenas de unos 90 kilos, pero el oso era impresionante, enorme. Lo llevaban con bozal y guantes para cubrirle las garras.

"Cuando comenzó el combate el oso trataba de atraparlo y abrazarlo, pero el luchador lo esquivaba con rapidez. Hasta que logró pasar a la espalda del animal y derribarlo. Entonces se le echa encima y cuenta ¡uno, dos, tres! Y que le gana.

"Yo estaba sorprendido por lo que acababa de ver. Y me dije: si ese hombre ha luchado y ha podido vencer a un oso, por qué yo no puedo ser luchador."

Me regresé a México, le pedí a mis hermanos que me enseñaran, pero no quisieron y además amenazaron con golpear a quienes querían entrenarme. Pero a base de tanta insistencia convencí a Chico Veloz para que me enseñara.

Daniel García hizo realidad su sueño y ocultando su identidad bajo el nombre de Buitre Blanco comenzó a luchar enmascarado en varios pueblitos.

-Siempre fui muy rápido y ágil; mi estilo gustó y me hicieron una oferta para irme de gira a Colombia. A mi regreso me presenté con el promotor de la arena Coliseo para ver si me programaba.

-Soy el Buitre Blanco, hermano de los García. El empresario se me quedó viendo '¿tú eres el Buitre Blanco? pero mira qué cara tienes, ¿esa nariz...? ¿Qué número ocupas con tus hermanos?

-El quinto -respondí.

-Ya está, entonces serás Chico García. Sí, así te vas a llamar -me dijo.

-¿Y mi máscara? -pregunté.

-Qué máscara ni que nada -respondió.

Así terminó la corta existencia de Buitre Blanco y nació Chico García, quien también tendría una carrera breve.

Un personaje de cine

En 1951 el productor de cine Joselito Rodríguez hizo una película llamada Huracán Ramírez. El luchador español Eduardo Bonada le dio vida al personaje, pero no quiso quedarse ni con la máscara ni con el nombre, a pesar de que la película gustó mucho.

El personaje cinematográfico Huracán Ramírez fue bien aceptado por el público y varios luchadores intentaron quedarse con el nombre. Pero Chico García se les adelantó y con ayuda del secretario de la Comisión de Lucha Libre del Distrito Federal, Rafael Barradas, consiguió la licencia profesional con el nombre de Huracán Ramírez.

Daniel copió la vestimenta del luchador de cine. Mallas azules, con calzón, rodilleras y botas negras. La única modificación fue el cambio de color a las grecas de la máscara. Las originales eran rojas, pero se perdían con el azul de la tapa, así que las mandó hacer blancas para que resaltaran.

El personaje ficticio de la pantalla grande cobraba al fin vida y llegaba a los cuadriláteros en 1952. Los aficionados lo aceptaron de inmediato. Su estilo alegre, movido y vistoso fue bien recibido y rápidamente se comenzó a hablar del Huracán Ramírez.

El productor de cine, quien sólo había pensado hacer una película, hizo cinco cintas más que sirvieron para encumbrar al pancraciasta.

Daniel García, el luchador, y David Silva, el actor, protagonizaron El regreso de Huracán Ramírez, De sangre chicana, Huracán Ramírez y la monjita negra, El hijo de Huracán Ramírez, la venganza de Huracán Ramírez.

-Yo no era de los que tomaba diario, podía estar seis meses o un año sin beber cuando juraba. Pero cuando lo agarraba le entraba con fuerza durante varios días. Una vez me pasé dos semanas tomando y me puse mal. El medico me dijo: '¡Cuidado, o te vas a morir'!

"Mis amigos me aconsejaron que fuera a Alcohólicos Anónimos. Ahí me ayudaron, pero el alcoholismo es una enfermedad de la que sólo se salva quien quiere. Por eso mucha gente dice que los grupos no funcionan, pero yo no he recaído en 28 años.

"Doy charlas y consejos. Al principio era anónimo como todos, pero revelé mi identidad porque me di cuenta que podía influir más en la gente si sabían que quien les estaba hablando era Huracán Ramírez."

En el cuadrilátero fue distinto. Ahí supo defender su anonimato. Huracán expuso la máscara en incontables ocasiones y logró conservarla hasta su retiro, en 1988.

Sus hazañas por los entarimados duraron 36 años, durante los cuales sufrió varias lesiones en los brazos; el codo izquierdo no lo puede estirar completamente, le fracturaron las costillas, los tobillos, se lesionó el coxis. Lo peor es el daño sufrido en la columna vertebral.

Tiene cuatro hernias de disco y estrechamiento del canal lumbar. No lo han podido operar porque en el IMSS no tienen el material quirúrgico necesario.

El museo de Huracán

La casa de Daniel García es como un pequeño museo de Huracán Ramírez.

En la sala cuelga una máscara de madera y en el comedor otra metálica con la leyenda: Huracán Ramírez 1952-1988.

Al fondo de la sala, en lo que fue la cantina, tiene una enorme colección de pipas, no sabe con exactitud cuántas tiene, pero calcula que son más de dos mil. En tres el receptáculo del tabaco es, adivinó usted lector, la máscara de Huracán.

Las paredes de la escalera que dan al primer nivel están tapizadas de fotografías. En ellas Huracán se encuentra acompañado por luchadores y artistas. Están también los carteles de sus películas.

Hay recortes de periódico, grandes cuadros con su imagen. Una de las habitaciones de su casa es una sala exclusiva para el luchador. Realmente es un huracán de imágenes.

La hurracarrana

-Yo fui el creador de la hurracarrana, dice mientras muestra una foto en la que se encuentra montado sobre un oponente, quien yace de espaldas. El Huracán está sentado sobre el abdomen del rival, con sus brazos le tiene atrapadas las piernas y con las manos le sujeta las muñecas.

-Nadie pudo escaparse jamás de esta llave. Yo la inventé. Cuando la aplicas nadie puede evitar quedar de espaldas y le pueden contar ¡uno, dos y tres! Seguro ganas.

"René Copetes Guajardo me retó y me dijo que él sí podía quitarse esa llave. En una lucha se la apliqué y por más esfuerzos que hizo no pudo safarse."

Huracán Ramírez luchó en las arenas más humildes de pueblitos casi desconocidos y llegó hasta las grandes plazas internacionales.

Antes era muy difícil que un luchador que no fuera peso completo viajará al extranjero; sin embargo, a él lo invitaron a Japón.

Era un luchador muy rápido y ágil. Le gustaba correr por el cuadrilátero hasta una esquina, pegaba un gran salto alcanzando y quedaba parado en la tercera cuerda, y de ahí lanzaba un tope invertido que fulminaba al contrario.

Su estilo de lucha y su personalidad dentro del entarimado superaron el de otros grandes enmascarados como El Santo y Blue Demon, por mencionar a otros que también tuvieron el impulso que les dieron múltiples cintas cinematográficas.

Su mejor amigo y su peor enemigo

-El Santo fue mi mejor amigo. Luchamos juntos muchas veces, nos llevábamos muy bien -dice y comienza a reír cuando recuerda una vez que fueron a luchar a Veracruz, en plena temporada de carnaval.

"El promotor no nos había apartado hotel y todo estaba lleno. Hasta que al fin encontramos una habitación."

-Tenemos un cuartito, si quieren pasar a verlo -les propuso la recepcionista.

Huracán y Santo lucían bastante sospechosos. Como iban sin máscaras se cubrían con grandes lentes oscuros tratando de ocultar el rostro.

El Santo le dijo: "a ver mi amor ve a ver qué tal está el cuarto".

Cuando regresó Huracán le contestó: "Está muy bien cariño".

Sus bromas hicieron que la recepcionista desconfiara y les negó el alojamiento. Esa noche tuvieron que dormir en las bancas de la plaza.

Pero así como el Santo fue su mejor amigo, el peor de sus enemigos fue el Copetes Guajardo, con quien mantuvo una gran rivalidad.

-Nos dábamos durísimo. A él le gustaba mucho pegar con la mano cerrada. Soltaba el golpe desde la cintura para que el réferi no se diera cuenta y lo descalificaran. A muchos les fracturó las muelas.

"A mí me llegó a sorprender, pero después como ya sabía sus mañas, pues le bloqueaba el golpe y le pegaba yo. Siempre nos dimos muy fuerte."

La rivalidad entre Huracán y Guajardo trascendió los encordados una vez cuando regresaban de luchar en Pachuca se detuvieron a cenar en Tizayuca.

Los ánimos del combate no se enfriaban y en cuanto bajaron del transporte comenzaron a retarse y terminaron peleándose a puñetazos limpio hasta que sus compañeros luchadores reaccionaron y lograron separarlos.

Nunca ha visto a un enmascarado

La carrera de Huracán inició en 1952 cuando Daniel tenía 26 años. Tres años antes, desafiando la voluntad de su madre y las advertencias de sus hermanos, había debutado como Buitre Blanco y después como Chico García.

No le auguraban ningún porvenir en la lucha libre porque era bajito de estatura y pesaba poco. Pero esos aparentes defectos fueron sus cualidades, pues le permitieron moverse por el entarimado con gran velocidad, demostrando que a veces cuenta más la astucia que la fuerza.

Y para reflejarlo aceptó la idea de un fotógrafo que en 1968 le pidió que posara haciendo fuerzas con una elefanta del circo hermanos Bells.

El domador hizo que el paquidermo se parara con las patas traseras y le pidió a Huracán que pusiera sus manos frente a las delanteras del animal, simulando que estaban midiendo sus fuerzas. El luchador se acercó y se colocó en esa posición. Al verlo la elefanta comenzó a soplar y se le quedó viendo fijamente.

-Aun recuerdo aquel ojo rojo que me miraba con desconfianza y empezó a soplar enojada. Nos tomaron la foto y me hice a un lado porque la elefanta comenzó a moverse muy enojada, agitando su trompa.

-¿Qué le sucede? -pregunté.

-Nunca había visto a un enmascarado -le explicaron.

Se destapa

Huracán se retiró en 1988, a los 62 años de edad.

-Ya fuera del cuadrilátero decidí quitarme la máscara para que me conociera la gente, como muestra de agradecimiento a los aficionados.

Me destapé en una arena de Tijuana. Cuando me subí al ring me gritaban que no lo hiciera, que me quedara con la máscara que nadie pudo jamás quitarme. Pero ya me había comprometido y el espectáculo estaba anunciado, así que me la quité y ya sin ella lo primero que vi fue a una niña llorando desesperada porque Huracán había dejado de existir.

Pero Huracán Ramírez no ha muerto. La historia de la lucha libre en México estaría incompleta sin él. Hoy estará de nuevo en la arena México, a las 18 horas, donde será presentado el número 27 de la revista Luna Córnea, dedicado precisamente al mundo de la máscara contra la cabellera.

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