México D.F. Lunes 31 de mayo de 2004
Lamenta herbalista seri que se acuda cada vez menos a la medicina tradicional
Desdén al poder curativo de la naturaleza
Doña Amalia Astorga, invitada especial al sexto Encuentro Yoreme, en Sinaloa
CARLOS PAUL ENVIADO
Culiacan, Sinaloa, 30 de mayo. Amalia Astorga, herbalista de la comunidad indígena comca'ac o seri, de Sonora, quien participó junto con su esposo Adolfo Buirgos como invitada especial en el sexto Encuentro Yoreme, lamenta que cada vez menos perosonas, en las grandes ciudades, pero incluso en su pueblo, olviden y acudan cada vez menos al poder curativo de la naturaleza a través de las plantas medicinales.
De rostro sereno y manos fuertes, orgullosa y contenta, con un español que por momentos pronuncia con dificultad, doña Amalia accede amablemente a conversar unos minutos con La Jornada, pues el sitio donde expone y vende sus plantas medicinales es de los más consultados por quienes asisten al encuentro.
Amalia Astorga aprendió el conocimiento de la medicina tradicional de se abuela y su madre. ''Carmelita Encina me enseñaba muchas cosas de espiritualidad, de las hierbas medicinales, a ir en busca de poder a la cueva (en la Isla del Tiburón); todo me enseñaba mi nana. Ahora tengo el corazón muy alto, mi mente fuerte para aliviar a la gente".
La primera vez que se visitaba ese sitio, explica, "había que estar tres días sin comer en la casa y al otro día íbamos a la cueva y luego pasamos ocho días sin comer. Tenemos poder para luchar contra la enfermedad. Fue difícil aprender, muy difícil, porque en ese tiempo no había médico (en la comunidad). Hoy todavía es casi igual. No tenemos médico".
La patria ancestral de los seris es la Isla del Tiburón, cerca de las costas de Sonora. Entre la isla y la plataforma continental se encuentra un paso que por sus corrientes peligrosas y barras de arena que cambian de lugar es conocido como El Infiernillo.
Los seris ''fueron forzados a dejar la isla por el gobierno mexicano a principios de los años 60, porque creyó que así sería más sencillo atender la educación de los niños seris'', explica la historiadora culiacanense Karina Soltero, quien ha convivido ''por algún tiempo'' con doña Amalia.
''El gobierno mexicano declaró a la Isla del Tiburón santuario de la fauna con acceso limitado, exceptuando visitas de seris y sus invitados, y ha colocado militares en ese sitio para atender esa orden.
''Después de que los comca'ac fueron trasladados al continente, el gobierno les construyó casas, pero son tipo búnker, hechas de cemento con techo de lámina, las cuales se convierten casi en hornos en verano, cuando el calor rebasa los 60 grados centígrados, y en invierno son unas tumbas, pues están expuestas a las noches del desierto, con temperaturas que descienden hasta los cero grados.
''Como marineros, los seris poseen una singular habilidad para predecir el movimiento de las corrientes, mareas y vientos para utilizarlos a su favor. Conocen todos los recursos que el desierto ofrece y cómo utilizarlos, desde plantas e insectos hasta animales venenosos; sin embargo, su sobrevivencia no ha dependido ni de los peligros del mar ni de la dureza del desierto, sino de la confrontación con los yoris o no indígenas, lo que de alguna manera los ha convertido también en guerreros.
''Antes fueron los misioneros españoles quienes intentaron imponer su religión. El Ejército español emprendió brutales campañas de exterminio. Recolectores británicos de perlas los miraban con extrema repugnancia. Hoy rancheros y pescadores los consideran competidores aventajados frente a los decrecientes recursos que en esa zona el mar y el desierto ofrecen".
Para curar, fuerza espiritual
A pesar de esa situación, los comca'ac o seris mantienen un profundo e íntimo conocimiento del mar y el desierto.
"Al mar lo escuchamos como una canción, de él sacamos nuestras canciones", dice doña Amalia Astorga, quien en 1998 fue honrada como Guardiana del Tesoro del Desierto por los museos del Desierto de Arizona y Sonora, por trasmitir a las nuevas generaciones el conocimiento de las plantas medicinales, así como las canciones e historias antiguas de los comca' ac.
''Las plantas que utilizo -destaca- no tienen droga, no tienen nada de mal, por eso yo no tengo miedo para aliviar a las personas.
Respecto del proceso de curación, indica: ''tengo mucha fuerza espiritual; primero hago oración, hago limpia, veo su enfermedad y luego doy medicina. No soy bruja, bruja no sale, no ayuda a las gentes, a mí nomás me mando Dios a curarlas.
''La gente olvida que existe la naturaleza; las plantas medicinales tienen mucho poder para aliviar. Es triste, se está perdiendo todos eso, su uso para curar con hierbas. Igual que nosotros, la gente de aquí, en las ciudades, ha perdido mucho para usar esa medicina. Yo no hablo muy bien; además enseño a los niños canción del mar, del monte, cuentos antiguos, como el del Año Nuevo seri''.
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