Iván Restrepo

Acción Nacional y el medio ambiente

Recientemente el ingeniero Alberto Cárdenas, secretario del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), dijo que el partido al cual pertenece (Acción Nacional), es el más limpio de México, el más cuidadoso del ambiente. La realidad muestra que no es cierto.

Cristóbal García, corresponsal de La Jornada en Sonora, reporta cómo el gran capital privado arrasa con los recursos naturales de la franja costera de dicha entidad para construir granjas destinadas al cultivo intensivo de camarón. Seriamente cuestionadas en nuestro país y en otras partes del mundo, la inmensa mayoría de esas granjas violan la legislación vigente en la materia, como por ejemplo, presentar, en cada caso, la manifestación de impacto ambiental que demuestre que no causarán daños al medio, la autorización para cambio de uso de suelo y la concesión otorgada por la zona marítima federal, luego de llenar diversos requisitos. Son permisos y autorizaciones que expide precisamente la instancia oficial a cargo del ingeniero Cárdenas.

Uno de los que violan la ley es el líder de Acción Nacional en Sonora, Francisco Búrquez: la empresa camaronera de la cual es accionista fue sancionada por la Procuraduría Federal de Protección del Medio Ambiente con una multa simbólica, 130 mil pesos, si consideramos los daños que causan negocios como los del líder panista. Otros granjeros acuícolas fuera de la ley son el gobernador y próspero empresario Eduardo Bours y el dirigente del PRI, Daniel Trelles Iruretagoyena.

Cabe señalar que en Oaxaca abundan las denuncias de pescadores y grupos defensores de los recursos naturales porque algunos inversionistas del norte del país, algunos de filiación panista, intentan establecer granjas para producir camarón en áreas donde existen manglares de elevada calidad ambiental. Los manglares son ecosistemas que el gobierno mexicano protege legalmente por el variado papel que desempeñan, ya que no solamente son un reservorio de recursos de flora y fauna únicos, filtradores naturales de contaminantes, sitios a los que llegan a invernar decenas de aves y animales acuáticos, sino también porque son una barrera inigualable contra la erosión marina y la fuerza de huracanes y ciclones.

Además, como prueba la experiencia internacional en Panamá, Ecuador, Honduras y el sudeste asiático, esas granjas contaminan el medio marino debido a los productos que utilizan para engordar a los camarones. No son, como predican sus defensores, la solución a la pobreza en que viven miles de pescadores en nuestro país. Apenas la manos de obra de unos cuantos es utilizada en empresas que no les pertenecen y en áreas a las que antes tenían libre acceso para capturar diversas especies.

Tampoco es muy limpio desde el punto de vista ecológico el prominente empresario del blanquiazul Fernando García Zaldivea, señalado en diversas ocasiones por violar las normas ambientales al construir sus ostentosos hoteles en Cancún y Playa del Carmen. Mucho menos limpias son las autoridades federales del medio ambiente, presididas por el panista Alberto Cárdenas, al aprobar un magno proyecto, Costa Cancún, en terrenos pertenecientes al Fondo Nacional de Fomento Turístico (Fonatur), que incluye dos campos de golf, exclusiva área residencial y 3 mil 500 cuartos de hotel de cinco estrellas.

En esta primera etapa del proyecto el consorcio Golf and Resort invertirá más de 50 millones de dólares, pero los permisos otorgados por la Semarnat dieron por muerta, entre otras disposiciones legales, la Norma Oficial 022, que busca proteger los manglares de la destrucción. La protesta de científicos y organizaciones defensoras del ambiente no se ha hecho esperar e inclusive ya alcanza al exterior, pues la conservación de los manglares es asunto de interés mundial.

En el caso de Costa Cancún no se trata de satanizar la inversión privada, sino simplemente de que se atenga a lo que dicta la ley. Y lo más importante: que los funcionarios la hagan cumplir, como es su deber, y no la violen a su gusto y conveniencia, como ha ocurrido en este caso, ignorando las opiniones en contra de los especialistas, centros de investigación y las propias autoridades locales. Así que en el tema ambiental mejor no presumir de lo que se carece.