México D.F. Domingo 30 de mayo de 2004
SIDA: NO A LA DISCRIMINACION Y A LA INDIFERENCIA
Ayer
tuvo lugar en el corazón del Distrito Federal la caminata nocturna
silenciosa que desde hace 17 años realizan familiares de quienes
han muerto a causa del sida y organizaciones civiles vinculadas a la lucha
contra esta enfermedad, con el propósito de hacer un llamado a la
sociedad para que se ponga fin a la discriminación y el maltrato
a los seropositivos, y al gobierno federal, para que intensifique la aplicación
de las medidas de prevención que frenen la propagación del
virus de inmunodeficiencia humana (VIH).
Los organizadores de la caminata destacaron que en nuestro
país prevalece una doble moral, ya que, por un lado, hay coincidencia
en que se debe combatir la epidemia y, por otro, persiste la actitud de
marginar y discriminar a las personas contagiadas con el virus. Por ello,
la marcha colocó en el primer plano de la atención pública
el drama cotidiano de quienes, además de los estragos de la enfermedad,
deben enfrentar prejuicios, fobias e intolerancia.
Esta estigmatización tiene graves repercusiones
sociales y económicas, ya que los seropositivos ven vulnerado su
derecho a un trabajo digno, al acceso a medicamentos, así como a
una atención médica de calidad, lo que deteriora su calidad
de vida. Y si se atiende a las estadísticas del Centro Nacional
para la Prevención y Control del VIH/sida (Censida) que señalan
que 79 por ciento de los afectados por el virus está en el rango
de 15 a 44 años de edad, tal marginación está afectando
el desarrollo de miles de personas en edad productiva.
Cabe señalar que las organizaciones sociales vinculadas
a la lucha contra la epidemia no sólo pretenden acabar con los prejuicios
y las actitudes hostiles hacia los infectados con el VIH, sino también
con la indiferencia, pues señalan que si bien la mayoría
de la población conoce del sida como un mal latente, no ha asumido
como propio este grave problema de salud pública.
Ante la falta de un tratamiento que cure la enfermedad,
la prevención sigue siendo el factor principal para frenar su propagación,
y la labor del gobierno federal en este terreno es fundamental.
De ahí que los activistas exijan que se intensifiquen
las campañas de las instituciones de salud pública para promover
las prácticas de sexo seguro -uso del condón en todo contacto
sexual- y estrictas medidas de profilaxis en transfusiones de sangre y
aplicación de inyecciones. Sin demeritar los esfuerzos que se han
hecho por conducto del Censida para garantizar el acceso universal a los
medicamentos y para hacer conciencia en la población sobre la urgencia
de erradicar la discriminación, es evidente que se requiere de estrategias
mejor articuladas y de mayor alcance -garantizando las partidas presupuestales
que permitan llevarlas a cabo- para detener el avance de un flagelo que
cada día multiplica y diversifica sus víctimas.
En lo que respecta a la ciudadanía en general,
es urgente también combatir el virus de la indiferencia, para tejer
lazos de solidaridad que permitan hacer un frente común contra el
sida.
|