México D.F. Domingo 30 de mayo de 2004
"Histórico", el referendo para que el
pueblo decida qué hacer con sus reservas de gas
"Sacamos ronchas a trasnacionales", expresa el líder
boliviano Evo Morales
ROBERTO GONZALEZ AMADOR, BLANCHE PETRICH Y GEORGINA
SALDIERNA ENVIADOS
Guadalajara, Jal., 29 de mayo. "Sacamos ronchas
a las trasnacionales", afirma Evo Morales, el líder del Movimiento
al Socialismo (MAS) de Bolivia, cuando habla sobre el referendo del 18
de julio próximo que definirá el destino de las explotaciones
de hidrocarburos en la nación andina, una de las más pobres
del continente, y al mismo tiempo rica en yacimientos de gas. Convencido,
asegura: "Por primera vez en la historia, un pueblo va a decidir qué
quiere hacer con sus recursos naturales".
En octubre de 2003, varias jornadas de protesta popular
echaron de la presidencia a Gonzalo Sánchez de Lozada, después
de que había concluido un acuerdo con compañías trasnacionales
para explotar las vastas reservas de gas natural de Bolivia a través
de un puerto chileno. Su sucesor, el hasta entonces vicepresidente Carlos
Mesa, convocó a un referendo sobre la forma de explotación
de los hidrocarburos bolivianos, que se realizará en julio próximo
y que desde ahora, dice Morales, tratan de boicotear las compañías
inglesas y españolas que esperaban beneficiarse de la explotación
del gas.
Evo
Morales Aima, quien estuvo a un paso de ganar la segunda vuelta de la elección
presidencial de 2002, dirige la bancada del MAS en el Congreso boliviano.
En una entrevista con La Jornada afirma: "el movimiento social boliviano
-que reúne a campesinos y obreros en un país donde dos terceras
partes de la población son indígenas- va a decidir lo que
Bolivia debe hacer con sus hidrocarburos".
Desde febrero de este año, la Constitución
boliviana introdujo las figuras de referendo y asamblea constituyente como
formas de participación y decisión. Sobre esta base, el movimiento
social encabezado por Evo Morales impulsó la consulta de julio próximo,
que pretende, en sus palabras, "regresar a los bolivianos la propiedad
sobre los hidrocarburos del país". No sólo eso. En el fondo
de la consulta subyace la intención, en caso que triunfe el sí,
de revisar todos los contratos concedidos hasta ahora a las multinacionales
energéticas en el país andino, como explica el dirigente.
Abunda: "No planteamos una nacionalización de la
industria, porque efectivamente la maquinaria y los equipos son de las
trasnacionales. Lo que queremos es recuperar la propiedad sobre los energéticos,
sobre los pozos. Y si luego necesitamos el equipo para explotarlos, pues
entonces contratamos a las trasnacionales que los tienen. Así de
simple".
Las reservas de gas en Bolivia fueron descubiertas a mediados
de la década pasada, en la provincia suroriental de Tarija, cerca
de la frontera con Argentina. Por su magnitud, son las segundas más
grandes de Latinoamérica, después de las de Venezuela. Para
explotar los yacimientos fue formado, con la anuencia gubernamental, el
consorcio Pacific LNG, integrado por las compañías inglesas
British Gas y British Petroleum y la española Repsol-YPF. Esas empresas
pusieron en marcha un plan -que estimaba una inversión de 6 mil
millones de dólares- para construir una planta de procesamiento
y un gasoducto. Desde un puerto chileno en el océano Pacífico,
el combustible sería enviado hacia México y Estados Unidos.
Sólo que los encargados de diseñar el negocio
pasaron por alto que el gas es de Bolivia, en un hecho que replicaba la
experiencia del siglo XVII, cuando los colonizadores cargaron con las toneladas
de oro y plata de El Dorado. El proyecto de contrato para la explotación
del gas a través de un puerto chileno establecía que el Estado
boliviano sólo recibiría 18 por ciento de las ganancias derivadas
de la venta del energético. Ese fue el germen de la movilización
popular contra Sánchez de Lozada.
Además del rechazo por el magro pago que pretendían
hacer las empresas energéticas por el gas boliviano, otro ingrediente
de enojo social fue la idea de vender el combustible por un puerto chileno,
como planteó el entonces presidente boliviano Jorge Quiroga a principios
de 2002. Bolivia perdió frente a Chile la "guerra del Pacífico",
que duró cinco años y en 1884 cerró para los bolivianos
la posibilidad de tener una salida al mar.
Evo Morales sostiene que en el referendo de julio triunfará
el movimiento que busca recuperar la soberanía sobre la explotación
de los hidrocarburos bolivianos.
"Estamos hablando de recuperar lo perdido, porque no estamos
viendo sólo hacia el futuro. Lo que haremos es revisar todos los
contratos actuales de las compañías trasnacionales, y si
no están cumpliendo con lo acordado, van a ser revocados, y el Estado
recuperará la propiedad de esos yacimientos. Lo único que
haremos es aplicar la ley", señala.
El movimiento social que representa Morales tiene una
idea de lo que desea hacer con el gas de su país. El dirigente del
MAS dice que si en Bolivia -un país de 8.5 millones de habitantes,
uno de los tres más pobres del continente, junto con Nicaragua y
Haití- se prestara servicio eléctrico al menos a 80 por ciento
de la población (y la electricidad se genera con gas), el Estado
recibiría más dinero que el que hubiera obtenido de las regalías
que ofrecen pagar las trasnacionales por la explotación del combustible.
Pero también plantea que es posible crear un mercado
regional de gas, sobre todo ahora que países como Argentina, Uruguay
y Paraguay enfrentan problemas de desabasto del energético, lo que
merma la posibilidad de crecimiento de sus economías. "No descartamos
un mercado regional, pero queremos que sea un negocio entre estados que
se intercambian directamente el combustible y no un mercado que esté
en poder de las trasnacionales".
Insiste en la idea de nacionalizar los hidrocarburos a
partir de la revisión de los contratos que detentan las empresas
extranjeras que explotan el sector en su país. "Contrato ilegal
o empresa que no haya cumplido puntualmente las cláusulas, contrato
anulado", establece como fórmula.
"Planteamos nacionalizar los hidrocarburos, no los bienes
de las empresas. No queremos una demanda internacional, y además
necesitamos la tecnología para explotar los yacimientos", señala.
El líder indígena explica que el movimiento
social boliviano busca la anulación de las concesiones actuales
por medio de la revisión de los contratos, con el fin de evitar
que las trasnacionales puedan reclamar una indemnización. "Si revocáramos
los contratos, según expertos que hemos consultado, las empresas
podrían entablar reclamaciones por unos 5 mil millones de dólares".
Es una cantidad que iguala la actual deuda externa boliviana.
"Tenemos una propuesta basada en la legalidad -redondea
la idea-. Con esto, decimos al mundo que el movimiento social boliviano
es respetuoso de la ley y que tiene un proyecto económico. Somos
un factor de poder que no va en busca de la aventura, sino que quiere entrar
al poder por la puerta y no por la ventana."
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