México D.F. Miércoles 26 de mayo de 2004
En pocos meses la carretera Tuxtla Gutiérrez-DF
ha registrado numerosos aludes
Movimiento popular despeja autopista chiapaneca
tras derrumbe en un cerro
El Ejército sólo se apersonó, sin
meter las manos; algunos usuarios no pagaron peaje
HERMANN BELLINGHAUSEN ENVIADO
Malpaso, Chis., 25 de mayo. Una larga hilera de
carros y tráileres detenidos y orillados en la autopista reveló
de súbito que no había paso. El motivo saltó a la
vista: un cerro se acababa de desgajar, no obstante la red de alambre que
cubría su ladera como las de tantos otros en el trayecto. Los cerros,
enjaulados por la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT)
y las compañías constructoras luego de las mutilaciones a
que los sometió la construcción de la autopista, parecían
quererse escapar.
La gente (transportistas, familias, pasajeros, en fin,
ciudadanos) ya se había organizado, ante la evidencia de que no
había de otra sino quitar a pulso las rocas y la tierra del camino.
Se dice fácil. El deslave alcanzaba varios metros de altura. Toneladas
de tierra y roca sedimentaria cubrían unos 20 metros de la autopista.
Los varones de aquella congregación inopinada recogíamos
las piedras y las arrojábamos al otro lado de la cuneta. Entre sí
nos dábamos ánimos y órdenes apremiantes:
-Rápido. Quiten piedras. Si nos apuramos, saldremos
de aquí antes de que anochezca.
-Vamos, vamos, vamos. No platiquen. A darle todos.
Nadie era jefe de nadie, pero unos cuantos ya decían
qué hacer y otros obedecían, más por solidaridad y
sentido común que por verdadera obediencia.
Las mujeres andaban de mironas cuidando niños,
viejitos y carros, hasta que se dieron cuenta que si no se ponían
abusadas, todo mundo se iba a colar en la fila. Se establecieron de inmediato
los derechos de antigüedad. Una mujer de clase media, buen carro,
pantalones negros, cuerpo robusto, pelo teñido y corto, se colocó
a media carretera declamando una filípica interminable a los vivales
que se "brincaban" las decenas de vehículos ya orillados.
-No, señor, usted se regresa y se forma. Nosotros
llegamos primero y nuestros maridos llevan rato quitando las piedras. Así
que se me echa para atrás a donde le toca, y viene luego para participar.
Decidida, enfrentó a unos de la Comisión
Federal de Electricidad y una pick-up particular, al principio desafiantes,
pero luego cooperadores. Los hizo pedir perdón. Un autobús
de pasajeros aportó más mirones que mano de obra, pero cerró
el paso a próximos que se quisieran agandallar.
-Ya no va a pasar nadie. Nosotros empezamos el movimiento
-decía la mujer.
Líderes, derechos y obligaciones
Ya éramos un "movimiento" y toda la cosa, con líderes,
derechos y obligaciones. La gente se quejaba del gobierno, que proclamó
las maravillas de esta carretera, tan mal hecha y peligrosa. Los que quitábamos
piedras, lodo y tierra bajo el sol de la tarde nos llevamos varios sustos,
pues por momentos el cerro parecía querer derrumbarse más;
rodaban rocas y grava, y mejor nos quitábamos, no nos fuera a tocar.
-¿Habrá cogido el derrumbe algún
carro? -se preguntaba uno, ante lo voluminoso del deslave.
-Yo creo que no -opinó otro.
Se siguieron otros comentarios. Nadie quería pensar
que hubiera gente allí abajo, enterrada. De momento, no había
modo de saberlo. A todos les interesaba pasar, seguir adelante, llegar
a sus respectivos destinos.
Lo que se había dejado venir fue un buen pedazo
de monte. Bueno, lo que queda de un cerro luego de partirlo en dos con
dinamita para dar paso a la carretera Ocozocoautla (Chiapas)-Las Choapas
(Veracruz). Como se recordará, hace pocos meses fue anunciada con
bombo y orgullo por el gobierno estatal la apertura de la nueva vía
que reducía el tiempo entre Tuxtla Guitiérrez y el Distrito
Federal.
La autopista incluye un conjunto de puentes monumentales
sobre la presa Nezahualcóyotl (o Malpaso), la cual ocupa enormes
extensiones de terreno con las aguas de los ríos Grijalva y Mezcalapa.
No lejos, languidece la reserva de la biosfera Selva del Ocote, acechada
por la modernidad y sitiada entre la autopista y el río La Venta.
Una parte de la presunta reserva ya desapareció bajo la inundación
artificial de la hidroeléctrica, en el noroeste de Chiapas.
Desde que la autopista se abrió al público
han ocurrido numerosos deslaves y derrumbes sobre su cinta asfáltica.
Tras pocos meses de uso, el puente de Malpaso se encuentra lleno de baches
y zanjas. La carretera afectó el ambiente, a escala geológica,
y también a las comunidades de la zona; no sólo se les despojó
de tierras; además, el gobierno prometió obras y mejoras
que no ha cumplido plenamente. Al menos eso sostienen grupos como el Frente
Democrático Campesino y Popular de Chiapas, con presencia en la
zona afectada.
La tarde de este domingo, decenas de familias, en su mayoría
chiapanecas, y transportistas de diversa procedencia se abrían paso
cerca de Malpaso. El "movimiento" ganaba y perdía adeptos de continuo,
pero el camino se allanó. Sin que las instituciones hicieran acto
de presencia, la gente se las arregló. Un camionero echó
cadena a las rocas más grandes y las arrastró. Alguien aportó
unas palas, y varios resultó que cargaban tubos y barretas en sus
vehículos. A pesar de los problemas en la fila de carros y las mujeres
administrando el "movimiento", el trabajo por necesidad común fue
cordial y animoso.
Asomaron algunos campesinos de las pequeñas poblaciones
circundantes, a caballo y a pie. Echaron ojo pero no quitaron piedra. Su
indiferencia casi era hostil y se mantuvieron al margen de nuestro "movimiento"
de automovilistas en despoblado.
-Vamos, vamos, vamos, sí podemos- repetía
un hombre, ya mayor pero muy activo. Así pasaron otras dos horas.
Cuando llegó un hummer del Ejército federal con unos
10 soldados, el camino estaba prácticamente abierto. Como sea, los
militares no metieron mano, sólo se apostaron en los dos extremos
del derrumbe empuñando rifles y banderolas rojas, y organizaron
el tránsito de los vehículos por el estrecho carril reabierto.
El hombre mayor y muy activo regresó a su carro repitiéndonos
a todos con satisfacción: "Ya ven, sí pudimos".
El "movimiento" se disolvió tan rápido como
había nacido, pues la señora de pantalón negro aprovechó
un momento de distracción para avanzar con su carro hasta el primer
lugar. Aprovechó para agandallar, pues. A pesar de esta traición
de último minuto, el "movimiento" aún se expresó en
la caseta de cobro al otro lado de Malpaso, donde todos los viajeros protestaban.
Varios se resistieron a pagar peaje. Los agentes de la
caseta de Caminos y Puentes Federales los acusaron de "evadidos", pero
ni las patrullas de caminos (Policía Federal Preventiva) ni las
tropas federales se atrevieron a atajarlos o perseguirlos. Quienes estaban
en falta eran las instituciones en su conjunto. Y sus representantes ahí
lo sabían.
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