.. |
México D.F. Sábado 22 de mayo de 2004
CRIMENES DE GUERRA A LA VISTA DE TODOS
Las
más recientes revelaciones sobre la participación de cuerpos
de elite del ejército de Estados Unidos en las vejaciones y torturas
perpetradas contra prisioneros iraquíes -y que al menos en 37 casos,
según cifras del Pentágono, causaron la muerte de las víctimas-
muestran de manera incontrovertible que esas prácticas criminales
no sólo han sido ejercidas sistemáticamente en el país
ocupado, sino que eran del conocimiento y estaban autorizadas por altos
mandos de la fuerza invasora. El empeño de éstos en negarlo
pierde sustento ante cada nueva evidencia difundida por los canales de
televisión y la prensa estadunidenses.
Además de las nuevas fotografías de terribles
escenas de abusos en la prisión de Abu Ghraib dadas a conocer ayer
por el diario The Washington Post (que se publican en esta edición),
la cadena NBC mostró ayer que los miembros de las fuerzas de elite
Delta Force son investigados por graves abusos cometidos en una cárcel
secreta ubicada cerca del aeropuerto de Bagdad, lugar que, según
fuentes gubernamentales citadas por la televisora, ha sido escenario de
las más graves violaciones a la Convención de Ginebra relativa
al trato a los prisioneros de guerra. Si lo conocido hasta ahora muestra
con toda crudeza las aberrantes prácticas degradantes y hasta homicidas
cometidas por personal innegablemente entrenado para ello, lo revelado
por NBC es una advertencia de que lo peor está por conocerse.
No obstante, el jefe de prisiones en Irak, Geoffrey Miller,
sólo atina a considerar "inadecuado" el comportamiento de los militares
que aparecen sonrientes en las fotografías junto a los cuerpos de
sus víctimas y sostiene que los oficiales del Pentágono no
tienen por qué disculparse, dado que las torturas son hechos aislados
en los que están implicados unos cuantos soldados que han manchado
el honor de su país. Basta consultar la letra de la citada Convención
sobre crímenes de guerra para echar por tierra las absurdas y cínicas
excusas de los altos mandos del ejército estunidense, empezando
por el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld. El artículo tercero
de ese convenio internacional señala que "las personas puestas fuera
de combate por enfermedad, heridas, detención o por cualquier otra
causa, serán, en todas las circunstancias, tratadas con humanidad,
sin distinción alguna de índole desfavorable, basada en la
raza, el color, la religión o la creencia, el sexo, el nacimiento
o la fortuna, o cualquier otro criterio análogo", y en los incisos
a) y c) del mismo artículo se establece que quedan prohibidos "los
atentados contra la vida y la integridad corporal, especialmente el homicidio
en todas sus formas, las mutilaciones, los tratos crueles, la tortura y
los suplicios", así como "los atentados contra la dignidad personal,
especialmente los tratos humillantes y degradantes".
La obstinada actitud de los máximos responsables
de la ocupación en el país árabe de negar toda responsabilidad
en los crímenes de guerra que se están cometiendo en Irak,
demuestra que no tienen la voluntad de someter a juicio a las fuerzas de
elite y oficiales implicados en los abusos contra prisioneros iraquíes
ni a sus superiores -sin dejar de mencionar las matanzas de civiles como
la perpetrada el jueves pasado en una aldea del desierto en la frontera
con Siria, en la que fueron asesinadas más de 40 personas, con varias
mujeres y niños entre ellos.
Otro dato que refuerza esta percepción es la desfachatada
solicitud del gobierno de George W. Bush al Consejo de Seguridad de Naciones
Unidas, para que renueve por un año más la resolución
que da inmunidad ante la Corte Penal Internacional a las tropas de su país
desplegadas en el extranjero, con el propósito de que no puedan
ser acusadas ni procesadas por esa instancia.
Así, el gobierno de Washington solapa a los verdugos
de las cárceles iraquíes -y también de las afganas,
donde se han presentado denuncias de graves violaciones- e intenta una
vez más pisotear la legalidad internacional. Vista la incapacidad
de la administración Bush para sancionar los terribles abusos cometidos
por sus tropas, corresponde actuar a la comunidad internacional para poner
fin a la barbarie en Irak, e impedir que se tienda un manto de impunidad
sobre los criminales de guerra y el régimen que los cobija.
|