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México D.F. Sábado 22 de mayo de 2004
La mayor cantidad de dinero, invertido en seguridad,
decoración y transmisión por tv
Supera los 21 millones de euros, el costo del enlace
real en España
Para muchos es un cuento de hadas; para otros, la exaltación
de los valores más retrógradas
Surge movimiento anti-boda; anuncia para hoy manifestaciones
pacíficas y conciertos
ARMANDO G. TEJEDA CORRESPONSAL
Madrid, 21 de mayo. La "boda real" entre el príncipe
Felipe y la periodista Letizia Ortiz se convertirá probablemente
en un ejemplo del lujo, el derroche y la fastuosidad. El erario público
español sufrirá un merma de envergadura para agasajar a los
mil 400 invitados y, sobre todo, para exaltar a los novios y futuros reyes
de España. Si bien no se han hecho públicas las cifras oficiales,
el costo de la boda asciende a 21 millones 419 mil euros (más de
25 millones de dólares), que han aportado las diversas administraciones
públicas implicadas: el Ejecutivo, el Ayuntamiento de Madrid y Patrimonio
Nacional.
El ingente gasto de recursos se debe a: retransmisión
televisiva, 6 millones 600 mil euros; limpieza y restauración de
edificios, 2 millones 980 mil euros; decoración de los espacios
del recorrido, 5 millones de euros; alumbrado de calles y efectos especiales,
2 millones de euros; jardinería, 2 millones de euros; banquete,
250 mil euros; alojamiento de invitados, 400 mil euros; seguridad, un millón
200 mil euros; decoración de la Catedral de La Almudena, 240 mil
euros; flores, 110 mil euros; pantallas exteriores gigantes, 31 mil 200
euros; traje de la novia, 6 mil euros; invitaciones, 36 mil euros; peluquería
y maquillaje de invitados, 540 mil euros; transporte de invitados, 25 mil
800 euros.
Pocas personas en España hablan de otra cosa. Hay
quien lo vive con la intensidad de un niño al escuchar por primera
vez un "cuento de hadas"; otros creen estar ante la grandilocuente "Boda
Real", con mayúsculas, que confirme la perpetuación de la
familia Borbón como la estirpe hegemónica en el Estado español;
y, para algunos centenares de miles, estan únicamente ante "un carísimo
espectáculo de exaltación de los valores más reaccionarios
y retrógradas".
Felipe de Borbón, príncipe de Asturias y
heredero por "ley natural" a los cargos de jefe de Estado y rey de España,
cumplirá este hoy con un requísito indispensable para la
continuidad del modelo político de este país: su enlace matrimonial
con la ex periodista y "plebeya", Letizia Ortiz, joven asturiana que hace
sólo unas semanas era la presentadora adjunta de las noticias nocturnas
del órgano público de Televisión Española (TVE),
en las que compartía mesa con Alfredo Urdaci, polémico periodista
que se convirtió en "símbolo" de la "manipulación
informativa" del anterior gobierno del derechista José María
Aznar, sobre todo a raíz de los brutales atentados del pasado 11
de marzo en Madrid.
Tras la muerte del dictador Francisco Franco y la posterior
"transición a la democracia", España adoptó como modelo
político la monarquía parlamentaria, derivada del consenso
de la mayoría de las formaciones políticas y del propio decreto
que firmó hace más de 25 años el dictador español,
en el que nombró como su sucesor a Juan Carlos I, hijo de Juan de
Borbón y padre del príncipe Felipe. El actual monarca español
es reconocido por historiadores, políticos y periodistas como un
"actor esencial" de la difícil transición a la democracia
de aquellos años, al convertirse en la figura que logró conciliar
a la mayoría de los estamentos políticos y sociales de un
país conmocionado por la caída del régimen franquista
y la herida abierta de la Guerra Civil (1936-1939).
Críticas al ''dispendio''
La "boda real" también ha despertado, por su dispendio
y fastuosidad, un amplio movimiento popular "antiboda", surgido desde organizaciones
sociales y políticas que rechazan con rotundidad el gasto excesivo
de un "espectáculo". Su forma de expresar el rechazo al "empalago
colectivo" por el "enlace" será a través de manifestaciones
pacíficas, conciertos y una multitudinaria "comida republicana",
en las que reclamarán la instauración de la tercera República
española para ponerle fin a la dinastía de los Borbón.
El persistente bombardeo informativo sobre el "histórico
enlace", los problemas que ha provocado la celebración en el día
a día de los madrileños y la histórica y persistente
vocación republicana de centenares de miles de españoles
se conviertieron en los principales argumentos del llamado "movimiento
antiboda", que se ha extendido a toda la geografía española.
El núcleo duro del movimiento "popular" está
formado por comunistas, republicanos, feministas, ecologistas, asociaciones
altermundistas e, incluso, falangistas de extrema derecha que siempre han
rechazado el modelo político de monarquia parlamentaria. El rechazo
a la celebración se debe, según explican, a que es "un atentado
contra la soberanía popular , ya que lo que debiera ser un enlace
civil entre dos ciudadanos se ha convertido en un grotesco, zafio y carísimo
espectáculo de exaltación de los valores más reaccionarios"
Los integrantes de este movimiento contra la boda llevaron
a cabo hoy su primer acto de protesta, con un "pasacalle" en la céntrica
Puerta de Sol donde denunciaron el "emparejamiento de parásitos",
que culminará este sábado con una manifestación y
una comida popular simultáneos a la boda. Además, pese a
que la comunidad de Madrid no otorgó la autorización, el
cantante vasco Fermín Muguruza ofrecerá un concierto en Rivas-VaciaMadrid,
organizado por la Red Zapatista con la intensión de recaudar fondos
para el movimiento indígena mexicano.
El movimiento contra la boda explicó en un comunicado
su visión sobre dicho acto: "Que nadie nos espere a quienes soportamos
contratos humillantes y alquileres desorbitados. Que nadie nos espere a
quienes perdemos el sueño a finales de mes, a quienes sufrimos las
bombas de los señores de la guerra, las que asesinan en Irak o en
Atocha. Que nadie nos espere porque somos otra cosa. Nada nos une con los
parásitos cuya boda estamos obligados a pagar, nada nos une con
esta ciudad militarizada y artificial que el poder está levantando
para que nada ensucie el escaparate de un hermoso cuento de hadas. En el
espectáculo de una felicidad ajena, no vivida más que como
admiración por la que gozan quienes viven de nosotros, se nos ha
reservado el papel de siempre, al que ya nos tienen acostumbrados: espectadores".
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