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México D.F. Sábado 22 de mayo de 2004

Molly Ivins

Salgamos ya de Irak

AUSTIN, TEXAS. Es difícil convencer a las personas de que las mata uno por su propio bien. Ese es nuestro problema básico en Irak.

Podemos intentar explicarles que los matamos para llevar libertad y democracia a su nación: "La libertad es el don del Todopoderoso a todo hombre y mujer del mundo. Y como la mayor superpotencia sobre la faz de la Tierra, tenemos la obligación de ayudar a diseminar la libertad", dijo el presidente George W. Bush. Sin embargo, el argumento es menos que convincente si una bomba o bala estadunidense acaba de matar al hijo de uno. O si uno está entre el 70 a 90 por ciento de los prisioneros de Abu Ghraib que llegaron allí por accidente.

Compañeros, nuestro debate nacional sobre esta ocupación se está acercando al punto del absurdo irremediable. Ya no es cuestión de tratar de decidir si el vaso está medio lleno o medio vacío, o si nuestros medios de comunicación lo miran con cristales de color de rosa u oscuros. Lo que es, es. Las líneas de tendencia empeoran cada día.

La acumulación de errores estadunidenses nos ha costado la buena voluntad de la mayoría de los iraquíes. A medida que se incrementan sus ataques contra nosotros crecen también nuestras respuestas, así como el número de iraquíes inocentes que matamos, y luego el número de iraquíes que nos odian y buscan venganza, en una espiral de violencia a la que nadie le encuentra salida, excepto hacia afuera. Eso es lo que es.

Por el lado positivo, Saddam Hussein ya no está en el poder. En el negativo, hemos estimulado a los terroristas antiestadunidenses en todas partes, nos hemos colocado en mayor riesgo de ataques, hemos perdido enormes cantidades de buena voluntad en todo el mundo, ganado el resentimiento de muchos de nuestros aliados más cercanos y dilapidado 200 mil millones de dólares que en verdad nos habrían servido para proyectos más constructivos. Lo peor es que hemos puesto a los iraquíes en una condición propicia a una horrible guerra civil de tres facciones, posibilidad que se había previsto antes de la guerra y que ahora se cierne sobre esa nación.

La parte absurda del debate viene de los neoconservadores, que para empezar fueron quienes tuvieron la idea. Hace unas semanas, Douglas Feith, subsecretario de políticas de la Defensa, manifestó: "No creo que nadie pueda afirmar con propiedad que el fracaso en hallar armas de destrucción masiva en Irak demerite las razones para la guerra". ƑDe veras? Pues permítanme entonces afirmarlo sin propiedad. Ustedes nos dijeron que esa era la razón por la que teníamos que ir a la guerra, y ahora no pueden simplemente pararse a contarnos mentiras al respecto. Es como tratar de debatir con la Reina de Corazones.

A veces la cuestión es que ni los neoconservadores logran ponerse de acuerdo. Paul Wolfowitz, mi favorito, dijo el otro día: "Nadie esperaba que esto fuera un día de campo". En realidad esas fueron las palabras exactas que usó su amigote neoconservador Ken Adelman: que la guerra sería un día de campo. Pero nada supera la clásica declaración de Wolfowitz: "No hay antecedentes de reyertas étnicas en Irak".

El Centro para el Progreso Estadunidense tiene una estrategia de salida que me parece útil: recomienda a Bush convocar de inmediato a una cumbre internacional de emergencia para procurar que Naciones Unidas se encargue de supervisar la transición, que la Organización del Tratado del Atlántico Norte asuma la responsabilidad de la seguridad y que se instaure un fideicomiso independiente para la reconstrucción. Los detalles del plan pueden encontrarse en el sitio web de ese centro.

Paul Mulshine, del Newark Star-Ledger, sugiere que Bush haga un anuncio como aquel de Lydon B. Johnson: "No buscaré ni aceptaré la postulación de mi partido para otro periodo presidencial". Eso mejoraría las probabilidades de éxito de la cumbre, pero se ve difícil, dado el estado de negación en que se encuentra el gobierno respecto de lo mal que va la guerra.

Como simple cálculo político, el gobierno debería tener en cuenta el plan del centro: no le va a reportar ningún beneficio electoral seguir fingiendo que todo es miel sobre hojuelas cuando todos vemos que la situación se sale cada vez más de control. Según el Wall Street Journal, la "entrega de soberanía" del 30 de junio es una farsa de medio a medio: Estados Unidos está colocando testaferros y asesores suyos en todos los niveles. ƑCreen ustedes que los iraquíes no se van a dar cuenta?

Uno de nuestros críticos públicos más apasionados, Michael Massing, escribió la semana pasada sobre "nuestro gran narcisimo nacional", nuestra notoria falta de conocimiento de otras culturas, nuestra incapacidad de hablar lenguas extranjeras y nuestra indiferencia a las muertes de iraquíes (cientos de civiles muertos en represalia por el ataque a cuatro contratistas estadunidenses). Discúlpenme, pero en realidad no creo que los estadunidenses necesitemos que nos recuerden nuestras muchas fallas: más bien me parece que es tiempo de convocar una de nuestras grandes fortalezas.

Somos un pueblo práctico y a menudo bastante astuto. Eso significa saber cuándo recortar las pérdidas. Usémoslo ahora. No nos quedemos allí con los dedos en los oídos haciendo como si creyéramos que los tarados que nos metieron en esto saben lo que hacen. Al Qaeda nos atacó: vayamos tras ella y dejemos a los iraquíes en manos de las autoridades internacionales.

© 2004 Creators Syndicate Inc.

Traducción: Jorge Anaya

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