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México D.F. Sábado 22 de mayo de 2004
DESFILADERO
Jaime Avilés
Hacia la resistencia pacífica
El fallo del TEPJF iguala a Bejarano y Fox
Cunde la indignación en el valle de México
UNO FUE VISTO por todo el país, no una sino
un millón de veces, cuando llenaba un portafolios con dólares
de baja denominación por un monto aproximado a 6 millones de pesos.
El otro no fue visto por nadie pero a la postre ha quedado al descubierto
que armó un complejo mecanismo de ingeniería financiera para
obtener millones de dólares en una suma equivalente a miles de millones
de pesos. Ambos, de manera encubierta, recibieron dinero de origen ilícito
con fines inconfesables; ambos, a los ojos de la ley, son culpables -y
no presuntos, por cierto- de la misma conducta delictiva.
Ambos tienen fuero constitucional, ambos llegaron al poder
por la vía del voto directo, universal y secreto, ambos cometieron
ofensas que desde cualquier punto de vista son profundamente inmorales.
La diferencia es que uno es apenas un diputadito local y el otro funge
como Presidente de la República. Si la justicia fuera en verdad
igual para todos, ambos deberían perder su inmunidad para ser procesados
tras las rejas.
La sentencia dictada el jueves por el Tribunal Electoral
del Poder Judicial de la Federación reza que tanto Fox como el Partido
Acción Nacional "lesionaron la democracia al ocultar el origen como
el destino del dinero" que utilizaron en la campaña de 2000 para
comprar, en forma fraudulenta, la Presidencia de la República. Ello
significa, en pocas palabras, que el supremo gobierno carece de legitimidad.
Es tan espurio como lo fue en su momento el de Carlos Salinas de Gortari.
Sin embargo, a nadie en su sano juicio se le ocurriría
solicitar el desafuero de Fox, hoy, hoy, hoy, porque tal demanda, por justa
que sea, ocasionaría la desestabilización del país.
Los grupos de poder, que protegen sus cuantiosos intereses, y las capas
de población que a pesar de todo los apoyan, saldrían en
defensa de su representante político y el tejido social se vería
hondamente fracturado. El paso siguiente, desde luego, sería la
guerra civil. Pero eso, el caos que nadie desea, es exactamente lo que
se ha propuesto conseguir Fox en su ciego, irresponsable y obsesivo empeño
de meter en la cárcel al jefe del Gobierno del Distrito Federal
para sacarlo de las elecciones presidenciales de 2006.
Voces de la calle
La noche del pasado lunes, minutos después de que
la radio transmitiera el mensaje de la Procuraduría General de la
República anunciando que solicitaría el desafuero de Andrés
Manuel López Obrador -por el supuesto delito, no comprobado, de
no detener la construcción de una calle para darle servicio a un
hospital-, cogí un taxi para dirigirme a una cita y vi que el chofer
temblaba de cólera.
-Mire usted -me dijo-, ahorita iba a cenar, pero cuando
oí la noticia hasta el hambre se me quitó del coraje. ¿Y
sabe usted una cosa? Yo soy solo, soy humilde, no soy nadie; no tengo esposa
ni hijos, pero me cae de madre que si llegara a ser necesario yo sí
estaría dispuesto a dar mi vida por mi patria y por López
Obrador.
La suegra de un amigo mío, una ancianita que usa
bastón, a esa misma hora llamó por teléfono a su yerno
y le comunicó su rabia:
-¡Esto sí que no puede ser! Si sabes de una
manifestación por López Obrador, te pido que me acompañes...
-dijo, con sus 75 años.
Desde Monterrey, al filo de aquella medianoche, me llamaron
por teléfono para darme a conocer una decisión: el dueño
del Café Nuevo Brasil, el gran periodista Moani Compeán Navarro,
colocará en breve la foto de López Obrador en una vitrina
y con esa imagen abrirá su tradicional quiniela política,
mediante la cual sus parroquianos opinan acerca de quién será
el próximo presidente de la República.
Una encuesta de Reforma proclamó tres días
después, anteayer, jueves, que al cabo de una encuesta telefónica,
61 por ciento de los consultados afirmó que le parece injusta la
medida de Fox en contra de López Obrador, y 71 por ciento aseguró
que, a pesar de ésta, será candidato a la Presidencia.
Un mesero, en un bar del centro del DF, se encogió
de hombros cuando le toqué el inevitable tema.
-No es mi bronca, jefe; ese es pedo de López Obrador,
no mío. Pero fíjese una cosa, si hay que defenderlo, yo sí
lo defiendo. ¿Y sabe por qué? Porque mi señora me
abandonó porque... bueno, es que no le cumplí. No pude ponerle
su casita cuando nació nuestra niña. Pero ahora que El
Peje le dio un departamento por el programa de protección a
las madres solteras, parece que nos vamos a arrejuntar de nuevo.
Este es el extendido sentimiento de la población
capitalina: Fox ha cometido una soberbia estupidez política, sin
reparar en las consecuencias, y no he leído hasta ahora un solo
artículo, en los periódicos serios y respetables, que celebre
o califique de atinada su decisión. Los millones de chilangos que
habitan el contaminado valle de México están listos para
sublevarse contra el golpe de Estado que pretende arrebatarles su exitoso
gobierno.
Perspectivas más amplias
La mafia en que se ha convertido el gabinetazo panista
no ha tomado tampoco en cuenta la dimensión nacional del problema
que acaba de crear. Si aquí en la capital hay millones de personas
ansiosas de expresar su descontento contra la injusticia, en Tabasco hay
por lo menos 300 mil perredistas capaces de movilizarse a la primera señal.
En Guerrero, los seguidores de López Obrador son más de 200
mil y, en fechas recientes, el comité del Partido de la Revolución
Democrática en aquella entidad publicó un manifiesto dirigido
a los chilangos para externar su solidaridad y decirnos que están
listos para luchar contra los golpistas.
No puede olvidarse de ningún modo la simpatía
que López Obrador tiene en los municipios conurbados del estado
de México, así como en Michoacán, Morelos, Puebla,
Hidalgo, Oaxaca, Veracruz, Chiapas, Jalisco, etcétera. Y está
por verse qué piensan en el resto del país quienes en un
principio creyeron que López Obrador payaseaba con el asunto del
complot y que ahora, una vez comprobada su hipótesis, la reconfirman
cuando la PGR, por boca de un funcionario de moral zaparrastrosa como Carlos
Javier Vega Memije, promueve su desafuero a partir de un caso tan banal
como el del predio El Encino.
¿Cómo interpretarán los mexicanos
en su conjunto las hirientes declaraciones de Santiago Creel cuando, con
una puerilidad rayana en la provocación, dice que "López
Obrador no debe hacerse la víctima"? ¿O la actitud jubilosa
de Diego Fernández de Cevallos, cuya sonrisa triunfalista es equiparable
a la de la torturadora Linndye England frente a los iraquíes encapuchados,
aterrorizados y desnudos? Hay, por lo visto, la deliberada voluntad oficial
de hacernos enojar para que perdamos la cabeza y los linchemos.
Están cultivando el odio de la población
nacional contra ellos y, ante esto, a los ciudadanos de a pie no nos toca
sino atrincherarnos en la serenidad y en el optimismo. Lo terrible, en
este momento, sería dejarnos ganar por la ira. Eso es lo que pretenden,
y sin duda -para eso sí- ya están preparados. Quieren arrastrarnos
al territorio de la violencia física porque bien saben que un movimiento
social cuando es golpeado se debilita.
Los últimos 10 años, por fortuna, a la luz
de la experiencia de Chiapas, nos han ayudado a aprender las virtudes de
la resistencia pacífica. A esas lecciones debemos acogernos. A este
respecto, una lectora escribe al buzón de esta página para
recomendar que todas aquellas personas que se sientan agraviadas por la
actitud golpista del gobierno federal coloquen en las ventanas de sus casas
o de sus automóviles cartulinas con letreros en pro de López
Obrador. Poco a poco, esta forma de protesta popular se irá haciendo
eco de sí misma y se extenderá por todas partes.
El tiempo está del lado de López Obrador
y eso es lo que tampoco ha considerado Fox. Un terremoto político,
de ondas trepidatorias, sacude a Occidente: Bush se tambalea, Blair se
tambalea, Sharon se tambalea. Salpicados de sangre de la cabeza a los pies,
los tres han concitado el aborrecimiento del mundo y no durarán
mucho tiempo más en sus pedestales. Mientras, en América
Latina una nueva corriente política cobra forma y se va consolidando
con las acciones de Lula en Brasil y Kirchner en Argentina, a la que pronto
se agregará Tabaré Vázquez en Uruguay. Y podemos apostar
doble contra sencillo a que el día que el nauseabundo señor
WC abandone la Casa Blanca, seguirán en sus puestos Fidel Castro
y Hugo Chávez.
México no está al margen de este temblor
de tierra. Fox ha perdido todo viso de legitimidad y sus dos lanceros,
Creel y Macedo de la Concha, están para todo efecto políticamente
muertos. Además de la condena moral que le ha caído encima
con la multimillonaria estafa de los Amigos de Fox que lo instalaron tramposa
e ilegalmente en la Presidencia, Fox tiene ahora otro conflicto en puerta:
la denuncia del PRI que lo acusa de solapar las tropelías de sus
hermanos, implicados como parece en un dulce pero "documentado" contrabando
de azúcar. Sin olvidar las fotos de Carlos Ahumada con los hijos
de Marta Sahagún, con Cristóbal Fox y con su trapacero procurador
de "justicia".
López Obrador, en cambio, cuenta con el respaldo
mayoritario del pueblo y este posee una reserva inagotable de fantasía,
imaginación y creatividad.
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