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México D.F. Jueves 20 de mayo de 2004
SHARON, CRIMINAL DE GUERRA
La
pavorosa destrucción humana y material que realiza el Estado de
Israel en la Gaza ocupada, el bombardeo de civiles desarmados desde tanques
y helicópteros, el asesinato indiscriminado de hombres, niños,
mujeres y ancianos, así como la demolición masiva de viviendas
de miles de refugiados por las fuerzas "de defensa" de Tel Aviv, expresan
con claridad meridiana el designio genocida del régimen de Ariel
Sharon contra el pueblo palestino. Ante la resistencia heroica de los palestinos,
que enfrentan con piedras y armas ligeras los tanques, los helicópteros
y los aviones a reacción de los ocupantes, los halcones que
gobiernan Israel se ha rendido a la evidencia de que no tienen más
alternativa que retirarse de Gaza. Pero, antes de proceder a la evacuación,
buscan dar rienda suelta a una furiosa venganza, dejando tras de sí
un territorio arrasado y despoblado. Ante ese escenario es inevitable recordar
algunos de los episodios más oscuros, trágicos y vergonzosos
de la historia, que tienen, al igual que Rafah, nombres de localidades:
Cartago, Numancia, Gernika, Lídice, Dresde, el gueto de Varsovia,
Hiroshima y Sarajevo.
Es tan injustificable, tan evidente y tan atroz el accionar
de Israel en las martirizadas tierras palestinas que ni el gobierno de
Estados Unidos -cómplice y encubridor consuetudinario de los crímenes
de guerra de Tel Aviv- ha tenido cara para vetar, en esta ocasión,
la condena emitida por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas contra
la masacre perpetrada en Gaza por las tropas ocupantes con el consentimiento
y el aliento de su jefe supremo, Ariel Sharon. Aunque la resolución
es un triunfo diplomático para los palestinos, su precio -los cadáveres
de decenas de civiles inocentes- es demasiado elevado. Por lo demás,
las autoridades de Tel Aviv manifestaron de inmediato su decisión
de ignorar la condena. A estas alturas, cuando los gobernantes israelíes
se han embarcado decididamente en la ruta del genocidio y manifiestan sin
rubor su determinación de robarse de manera definitiva buena parte
del territorio palestino, el documento de la ONU resulta tardío,
insuficiente e injusto. Hace ya muchos años que las autoridades
del Estado judío realizan en Gaza, Cisjordania y la Jerusalén
oriental prácticas tan atroces como las que perpetraban Slobodan
Milosevic en Bosnia y Kosovo, y Saddam Hussein en el Kurdistán y
Kuwait: matanzas de civiles y asesinatos selectivos, castigos colectivos,
operaciones de limpieza étnica y políticas represivas flagrantemente
violatorias de los derechos humanos.
La impunidad con la que opera el gobierno asesino de Tel
Aviv es un insulto a la dignidad humana, una grave amenaza a la paz mundial
y un agravio a los propósitos civilizatorios sobre los que descansa
la legalidad internacional. Si la Unión Europea, Rusia, Estados
Unidos y la ONU no adoptan de inmediato medidas disuasorias más
firmes e inequívocas contra Tel Aviv -sanciones comerciales, despliegue
de una fuerza multinacional que proteja a los palestinos de sus invasores,
ruptura generalizada de relaciones diplomáticas-, es posible que
el mundo termine por asistir al exterminio físico, sistemático
y programado, del pueblo palestino. A fin de cuentas, para vergüenza
y tragedia del Estado hebreo, sus gobernantes en turno han exhibido en
forma reiterada una catadura ética y humana muy semejante a la de
los criminales nazis que intentaron, hace seis décadas, borrar a
los judíos de la faz del mundo.
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