JAZZ

Antonio Malacara

II Festival de Jazz de Morelia

Polirritmia y el son huasteco
Ausencias humanas y gráficas

EN LA SEGUNDA jornada de este festival, estaba programada a las 12 del día la conferencia de Germán Palomares Oviedo, pero el productor y conductor de La música hace la diferencia (Radio UNAM) sencillamente no llegó. A la una de la tarde, Marco Antonio Sánchez y Juan Alzate, organizadores del Festival, decidieron que lo mejor era pasar a la Sala de Rectores y organizar una plática informal entre la veintena de asistentes que aguardaba en los corredores.

SE MENCIONO LA heroica necedad de los músicos mexicanos, que luchando contra viento, burocracia y marea, permanecen con la síncopa al hombro, ejerciendo la libertad del jazz con la petición única de ser escuchados. Surgieron también las preguntas: ƑPor qué los jazzistas mexicanos, a pesar de la innegable calidad de sus propuestas, no se han posicionado en el circuito internacional? Se habló del rechazo automático de la comunidad latinoamericana y del racismo sajón, pero también se apuntó la agresiva actitud de México hacia los vecinos del sur en los terrenos del comercio y la política.

EL CARTEL PROMOCIONAL del festival todavía no aparece, nadie sabe dónde está, pero se confía en que tarde o temprano salga de la imprenta para ir directo al baúl de los recuerdos.

EN LA NOCHE todo fue diferente. El teatro del Centro Cultural Universitario registraba un lleno casi total. A las ocho y media en punto, unas 300 personas se sorprendían ante la inusitada puntualidad con que el grupo Polirritmia, procedente de San Luis Potosí, iniciaba su presentación. Jorge Avendaño tenía listos sus saxos: alto, soprano y tenor; Carlos Alberto Zambrano pulsaba ya un bajo eléctrico (le resultó imposible transportar el contrabajo desde tierras potosinas), Efrén Capiz se agregaba como músico invitado en la batería y Samuel Martínez se sentaba al piano para dirigir la velada.

A PESAR DE que Polirritmia es un grupo de entusiastas veinteañeros, su propuesta musical se origina hace más de 30 años, cuando el maestro Jorge Martínez Zapata, pianista, padre de Samuel y pionero del jazz en San Luis Potosí, daba clases en San Antonio, Texas. En ese entonces, finales de los años 60, Martínez Zapata empieza a fusionar el jazz con la música mexicana en general, y con el son huasteco en particular; el proyecto es bautizado como Música Integral y da como primer resultado el disco Buscando, del que más tarde hablaremos con amplitud.

EL CONCIERTO DE esa noche inició con Straight, no chaser, pero a pesar del despegue monkiano, o de las posteriores visitas a temas de John Coltrane y Bud Powell, Polirritmia propone abiertamente la continuidad de ese ancestral intento de fusionar los aires huastecos con el jazz, aunque ahora echan mano también de los ecos del son calentano, el danzón y la música purépecha; esto último, gracias a la intervención de Efrén Capiz, baterista michoacano que mostró de principio a fin su enorme calidad interpretativa y su sensibilidad para componer temas como Orquesta de Quincero y Mariachi.Neta.

DE LA CARPETA de Samuel Martínez aparecieron baladas y danzones, pero figuraron las dos primeras partes de una suite titulada Sexquialtera, que huapangueaban el aire con buen oficio, evidenciando que Samuel ha encontrado el camino para marcar, seguramente muy pronto, las nuevas rutas y diseños del son huasteco. Su toque en el piano es harto elegante, tan discreto como intenso, tan transparente y relajado como propositivo. Es un joven maestro de 25 años que no tarda en integrarse a los grandes nombres del jazz nacional. Además del evidente talento que trae como herencia paterna, se ha nutrido conscientemente del discurso de Michel Camilo y, tal vez inconscientemente, del romanticismo académico de don Federico Chopin. Salud.

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