México D.F. Sábado 15 de mayo de 2004
Familiares de la afectada aseguran que con engaños
le quitó un departamento y una casa
Acusan a cura michoacano de despojar a la mujer con
la que tuvo una hija
Solicitan a arzobispo impedirle ejercer el sacerdocio
ERNESTO MARTINEZ ELORRIAGA CORRESPONSAL
Morelia, Mich., 14 de mayo. Los familiares de Mary
"N", joven mujer que vivió durante cinco años con el cura
Salvador Francisco Domínguez, y con el que procreó una hija,
presentarán denuncia penal contra el sacerdote, pues aseguran que
la despojó de un departamento y una casa. Asimismo, pidieron al
arzobispo de Morelia, Alberto Suárez Inda, que se le retire la licencia
para ejercer el sacerdocio.
Además, el presidente de la Comisión Estatal
de Derechos Humanos (CEDH), Gumersindo García Morelos, informó
que atenderá la queja de Mary "N", aunque aclaró que como
la Iglesia católica no es un organismo gubernamental, no puede emitir
ninguna recomendación, aunque existen otras instancias.
El padre Salvador abandonó a la mujer después
de enterarse que tenía cáncer en fase terminal, además
le hizo firmar una sesión de derechos patrimoniales haciéndole
creer que se trataba de un testamento para su hija, en complicidad con
un notario público de Irapuato.
"El
arzobispo de Morelia ya conocía los antecedentes y no hizo nada,
y aunque no hemos platicado con el obispo de Irapuato, donde el citado
cura ejerció en años pasados, las vecinas de Mary sí
dialogaron con el prelado, quien dijo que iba a tomar cartas en el asunto,
inclusive lo removió provisionalmente y hasta la fecha no sabemos
que pasó después. Esperamos que no lo hayan enviado a un
retiro espiritual como lo hizo el arzobispo de Morelia, para premiarlo
después de que regresó", señaló la hermana
de Mary.
Añadió que además de exigir que se
haga justicia a su familia, se debe evitar que el padre Salvador dañe
a otras familias, pues existen versiones de que actualmente tienen relación
sentimental con otra mujer.
"Queremos que Salvador devuelva el departamento y la casa,
no para mi hija sino para la niña que tuvieron, porque no tienen
necesidad de sufrir carencias económicas. Su futuro es inseguro,
no tiene dinero para darle la educación que necesita", dijo la madre
de Mary.
Señaló que le dolió mucho la actitud
del padre Salvador, porque desde 1993 comenzó a visitar su casa;
ahí comía y cenaba sin aportar un centavo. Refirió
que en 1995 el cura se fue a estudiar a España y que ella se dio
cuenta que mantenía relaciones sentimentales con su hija, por una
carta que encontró.
Después de cinco años de no ver a Mary,
el 19 de febrero pasado recibió una llamada de ella en la que le
dijo que se encontraba en Irapuato. "Mi otra hija y yo decidimos ir ese
mismo día, y le hablamos a la casa de su comadre donde estaba viviendo.
"Al abrir el portón vimos a Salvador. Mi primera
reacción fue darle gracias por no haber abandonado a mi hija. Le
pregunté si ya se había retirado del sacerdocio", pero me
interrumpió mi hija y nerviosa me dijo: primero vamos a ver a mi
hermana.
"Salvador me dijo que los vecinos de la casa de su comadre
no sabían que era sacerdote, y que su nombre no era Salvador sino
Jorge. Mi hija no estaba en la sala, estaba en el baño con la comadre.
Ahí esperamos, mientras nos explicaba en qué condiciones
de salud se encontraba. Al rato salió mi muchacha con mucha dificultad
para caminar, sin pelo y con un moretón del lado izquierdo provocado
por el tratamiento de quimioterapia", refirió la madre de Mary.
La hermana de Mary continuó: "Salvador nos explicó
que el estado de mi hermana era delicado, nunca nos dijo que a él
le habían dicho que tenía cáncer en fase terminal.
Nos indicó que tenía cita con el médico el 10 de marzo.
Ahí acordamos traerla a Morelia 15 días, porque no había
quién la pudiera cuidar.
"Nos entregó parte de las cosas de Mary. No nos
trajo ninguna foto, ni identificaciones", señaló.
Mary interrumpió a su hermana y agregó:
"Me quitó identificaciones, las tarjetas, los números telefónicos
de varias personas, credenciales, y canceló dos cuentas de banco
en Irapuato. Después me dijo que íbamos a ir al notario para
ver el testamento de la niña.
"Me dijo que decidiera quién sería el tutor
en caso de que falleciera y que le dejara el patrimonio a ella. No recuerdo
haber firmado la factura del carro que acaba de comprar y que estaba a
mi nombre, y me llevó a la notaría; él ya había
hablado con el notario sobre lo que iban a documentar. Me engañaron,
porque yo pensé que era el testamento, no estaba bien y de eso se
aprovecharon, y cedí las escrituras del departamento. La niña
no aparece como beneficiaria". Salvador ya le había quitado la casa
del Infonavit que se encuentra en Morelia y que pagó ella con la
liquidación de su último trabajo.
"Me interesa recuperar la casa y el departamento, no puedo
trabajar y la niña tiene necesidades. Si él dice que no es
el padre que le hagan un estudio de ADN, porque está infringiendo
las leyes penales y federales", concluyó la afectada.
Confiesa párroco que mató a alcalde
guerrerense
JESUS SAAVEDRA LEZAMA CORRESPONSAL
Chilpancingo, Gro., 14 de mayo. El sacerdote católico
de Cualac, Lorenzo Justiniano Cuéllar Vázquez, reconoció
ayer que fue él quien "en defensa propia" asesinó al edil
de Xalpatláhuac, Lorenzo Ruiz García, a quien le disparó
en varias ocasiones, aunque aclaró que "no existía ninguna
rencilla entre nosotros, pues ni siquiera lo conocía".
El clérigo de Cualac y el sacerdote de San Luis
Acatlán, Ernesto García Rodríguez, quien lo acompañaba
en el momento en que se suscitó la gresca, narraron con detalle
cómo ocurrieron los hechos que terminaron en el homicidio del edil,
lo que ha causado polémica, por la implicación de dos ministros
de la Iglesia católica.
De entrada, ambos reconocen que antes de ocurrir el homicidio
estuvieron "tomando unas copas con otros sacerdotes, a los que no recordamos"
en el curato de Cualac, que horas más tarde decidieron acudir al
baile que se celebraría frente a las oficinas del ayuntamiento de
la comuna.
"Fue algo instintivo, traté de defenderme, y como
llevaba una pistola calibre .9 milímetros, tipo escuadra, fajada
en la cintura, la saqué y la descargué contra mis atacantes.
Estaban frente a mí, muy cerca, como a 20 centímetros, pero
no me di cuenta si había matado o lesionado a alguien, porque luego
llegaron varios policías preventivos y me llevaron a la cárcel
municipal", señaló el cura Justiniano Cuéllar.
Reconoce además que él llevaba el arma y
aunque aclara que "no es costumbre" que los curas anden armados, lo ha
hecho en meses recientes porque ha recibido varios anónimos de amenazas
de muerte. "Si sé quiénes son los que me han intimidado,
pero por ahora prefiero no decir sus nombres. Me amenazan porque no les
gusta lo que predico en la Iglesia, pero no voy a decir ahora quiénes
son".
Por la tarde, ambos sacerdotes fueron puestos a disposición
de los juzgados penales de la capital e internados en la cárcel
ubicada al sur de la ciudad.
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