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México D.F. Sábado 15 de mayo de 2004

Rosa Moreno Moore*

Bonn: nuestra cita para cambiar el futuro

Desde hace años, América Latina (AL) busca desesperadamente una política energética que le permita desarrollarse. Siguiendo los consejos del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, la mayoría de los países de la región ha dejado en manos de trasnacionales la búsqueda de los recursos necesarios para crear centrales eléctricas que generen la energía que demandan sus economías.

Al mismo tiempo, AL es una de las regiones más afectadas por el cambio climático: desertificación, aluviones, huracanes, son algunos de los impactos que acarrean grandes pérdidas económicas, y que, lo más grave, producen al mismo tiempo la muerte de millares de personas. Al respecto, en el foro Regional Mitch+5, Elizabeth Fong, representante del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), dijo que "los estudios realizados por las ONU indican que de no revertirse el proceso actual, las pérdidas por desastres alcanzarán para el año 2050 (en Centroamérica) los 300 mil millones de dólares y la muerte de alrededor de 100 mil personas".

Es urgente por tanto que la búsqueda del desarrollo sustentable sea parte activa de las políticas energéticas de la región. Es necesario encontrar los recursos energéticos que aseguren el crecimiento económico sin acelerar el cambio climático. No tiene sentido que por un lado los gobiernos establezcan políticas de largo plazo y comprometan grandes inversiones para paliar las carencias energéticas, mientras que por otro se generan las condiciones para el advenimiento de catástrofes climáticas, que destruirán las potencialidades de desarrollo de la región.

Al privatizar o entregar sólo a las transnacionales la capacidad de decidir las inversiones en proyectos energéticos de los próximos años, AL renuncia a la posibilidad de impulsar una política energética insertada en el desarrollo sustentable. En este terreno la empresa privada tiene un solo objetivo: obtener al más corto plazo las mayores ganancias posibles. Esta es su razón de ser y cualquier otra consideración queda supeditada a este objetivo.

La información disponible en la actualidad evidencia la enorme cantidad de oportunidades que la región tiene: por ejemplo, un estudio realizado por NREL1 concluye que México dispone, sólo en Oaxaca, de un potencial de viento que permitiría producir más de 33 mil megavatios, es decir casi 66 por ciento de la actual capacidad instalada en el país. La misma fuente señala que en sectores cercanos a la red eléctrica en Baja California hay regiones con potencial de viento clasificadas como "magníficas", "excepcionales" y "excelentes".2 Estudios similares se han realizado en otros países de AL. Sin embargo el desarrollo de las energías renovables en la región es extremadamente precario.

A menudo, el argumento contra el uso de las energías renovables es que es mucho más caro que el uso de combustibles fósiles como carbón, petróleo o gas. Al afirmar esto no se toma en cuenta que: a) los combustibles fósiles son subsidiados en todos los países, llegando a cifras cercanas a los 300 mil millones de dólares anuales; b) la utilización de los combustibles fósiles está provocando el cambio climático y sus consecuencias; c) estos combustibles implican constantes riesgos de seguridad; d) la industria de la energía renovable permite una enorme creación de empleos, y e) generar energía a partir de recursos como el viento y el sol aseguraría la soberanía en este terreno.

Hoy el argumento de su "mayor costo" es aún menos relevante, cuando estamos a unas semanas de la Conferencia Internacional sobre Energía Renovable que se realizará en Bonn del primero al 4 de junio. Allí uno de los puntos a discutir es el establecimiento de mecanismos de financiamiento para proyectos de energía renovable en los países en desarrollo y se espera que éstos presenten planes concretos para ser financiados. Aún más, instituciones financieras en Europa, como la ECGD3, tienen destinado a proyectos de energía renovable 12 por ciento de su cartera del sector energético, pero no reciben proyectos para financiar.

Es claro que estas oportunidades no serán aprovechadas si las empresas privadas son las que deciden la política energética de AL. Son los gobiernos quienes deben establecer políticas activas, con metas y regulaciones claras que impulsen el desarrollo de las energías limpias.

AL y en particular México deben asumir un liderazgo activo para lograr que Renovables 2004 nos permita avanzar hacia el desarrollo sustentable y demuestre que las necesidades energéticas pueden ser resueltas asegurando un planeta ambientalmente seguro y un futuro mejor para todos sus habitantes.

* Rosa Moreno Moore es directora del proyecto Choose Positive Energy de Greenpeace Internacional

 

1 Wind Energy Resource Atlas of Oaxaca, National Renewable Energy Laboratory (NREL), United States Department of Energy, (DOE), agosto 2003, http://www.osti.gov/bridge

2 http://www.rsvp.nrel.gov/pdfs/mexi co_baja.pdf

3 Export Credits Guarantee Department de Reino Unido

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