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México D.F. Sábado 15 de mayo de 2004

Enrique Calderón Alzati /I

La irresponsabilidad del gobierno

En la medida que transcurre el sexenio de Vicente Fox, una sola frase de tres palabras y nueve letras parece irlo caracterizando en toda su superficialidad y falta de visión: "ƑY yo por qué?" Impedido para entender la dimensión y la importancia de la figura presidencial en la conducción del país, el Presidente ha generado un vacío que nos ha empantanado y que empieza a producir efectos que podrían llegar a ser desastrosos.

El señor Vicente Fox se rehúsa a asumir la responsabilidad que le ha sido conferida -šporque él así lo quiso!-, de las consecuencias de sus decisiones, o de la falta de ellas; el caso más reciente, y que podría llegar a ser muy grave, es el referente a la conducta de su gobierno hacia Cuba, responsabilidad que es exclusiva del Presidente.

En 1962, cuando Adolfo López Mateos era presidente de México, y John F. Kennedy lo era de Estados Unidos, el gobierno estadunidense amenazaba con invadir a Cuba, igual que lo hace ahora, pero con otros pretextos. Su agresividad lo llevó a preparar una fuerza expedicionaria cubana con el fin de establecer una cabeza de playa, primero, y luego algún tipo de gobierno que justificaría una invasión formal, en respuesta a la supuesta ayuda que les sería solicitada.

El pueblo cubano rechazó e hizo fracasar aquella agresión, los pueblos latinoamericanos expresaron su apoyo a Cuba y a la Revolución Cubana, no así sus gobiernos, plegados a los intereses de Estados Unidos. La presión interna del gobierno estadunidense por atacar a Cuba, una vez fracasado su plan original, crecía por horas. Fue entonces cuando una sola frase lacónica del gobierno mexicano cambió totalmente el escenario: "En este conflicto entre Estados Unidos y Cuba, México está con Cuba". Ello fue suficiente para enfriar a los estadunidenses.

De ninguna manera intento decir que esa frase fuese una amenaza para Estados Unidos, ni tampoco una bravuconada. Las cosas no estaban para ello, se trataba de algo más simple. Una llamada de atención. La podía hacer López Mateos por varias razones. Primero, porque era el presidente de México. Segundo, porque respondía al sentimiento de solidaridad de la enorme mayoría del pueblo mexicano. Tercero, porque era congruente con la política asumida por anteriores gobiernos mexicanos en los casos de España, Etiopía, Polonia y Guatemala. Cuarto, porque éticamente era la decisión correcta. Y por último, pero no menos importante, porque expresaba el sentir de los pueblos latinoamericanos frente a una agresión injustificada.

No sé si López Mateos lo pensó mucho, pues entonces como ahora las consecuencias de la decisión podían ser graves, pero lo hizo, y con ello las amenazas contra Cuba disminuyeron sensiblemente. A partir de esa acción, la identificación, el cariño y la cooperación entre los pueblos y los gobiernos de Cuba y México, no obstante sus diferencias ideológicas, crecieron significativamente, constituyéndose en un dique de defensa contra las intenciones intervencionistas de Estados Unidos.

El contraste con lo que hoy sucede no podría ser más triste para nuestro país, luego de permitir que sus colaboradores más cercanos armaran uno de los peores escándalos políticos de las últimas décadas, Vicente Fox convirtió el problema en otro con Cuba, fuera de toda proporción y de las normas más elementales de la diplomacia y aun del respeto (el rompimiento de relaciones con un país no se hace en blue jeans y mangas de camisa).

El espectáculo del rompimiento diplomático de México hacia Cuba, televisado en todo el mundo, se constituía en una oportunidad esplendorosa para el gobierno estadunidense. Por primera vez en cuatro décadas, México dejaba de ser respaldo para Cuba. La respuesta no podía hacerse esperar, y si los estadunidenses no han ido más lejos ha sido por el escándalo de derechos humanos en el que hoy están metidos.

La marcha atrás aparente del gobierno mexicano podría tener que ver con haberse percatado de las graves consecuencias de sus berrinches y mezquindades, pero podría ser también una nueva farsa que les permitiese zafarse de toda responsabilidad de una nueva agresión por parte de Bush, de manera que Fox nos pudiera decir, muy en su estilo: "ƑY yo qué tengo que ver?"

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