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México D.F. Sábado 15 de mayo de 2004

Como en la IP, la SEP hace contrataciones por 3 o 5 meses

En la inseguridad laboral, 15 mil maestros en el DF

Aumenta la brecha entre antiguos y nuevos mentores

CLAUDIA HERRERA BELTRAN

Al estilo de empresas privadas que ofrecen empleos temporales, la Secretaría de Educación Pública (SEP) ha extendido en años recientes la práctica de contratar profesores de educación básica por tres y cinco meses, lo que impide acumular antigüedad para acceder a una plaza, ocasiona retrasos en el cobro de sueldo y, en ocasiones, no paga vacaciones.

Este 15 de mayo, la celebración del Día del Maestro será diferente en el gremio, porque las modalidades de contratación y el programa de estímulos de carrera magisterial ha creado enormes brechas entre profesores de mayor antigüedad y los que comenzaron a incorporarse los recientes años.

Los profesores que se titularon hasta 1984 -última generación que tuvo asegurada su plaza automática en la ciudad de México- se encuentran en ventaja frente a maestros que egresaron después, algunos de los cuales, ahora acumulan hasta dos décadas con interinatos por tiempo indefinido.

El panorama se agrava en el caso de los mentores jóvenes, quienes ni siquiera ocupan interinatos, sino que deben conformarse con firmar contratos temporales que los obligan a cambiar con frecuencia de escuela, fenómeno que los investigadores califican como precarización del trabajo docente.

Actualmente no existe un padrón nacional sobre las condiciones laborales de los cerca de 900 mil maestros de educación básica del país, pero tan sólo en el Distrito Federal la Subsecretaría de Servicios Educativos ha reconocido que la tercera parte del magisterio, unos 15 mil profesores, no tienen base.

En respuesta a este problema, en febrero pasado la SEP y el sindicato magisterial pusieron en marcha un programa de basificación que en su primera etapa beneficiará a 5 mil docentes capitalinos, pero que en opinión de investigadores es insuficiente, se ha prestado al uso político de las plazas y aún no favorece a los jóvenes, para quienes la inseguridad en el empleo se ha convertido en situación normal.

En 1994, el maestro Martín Hernández, de 34 años de edad y egresado de la normal rural de El Mexe, Hidalgo, cambió su residencia de esa entidad al Distrito Federal, con la promesa de que obtendría una plaza de base. Pero lleva casi una década en calidad de interino, con un sueldo de 4 mil 400 pesos mensuales.

Al paso del tiempo debió buscarse un empleo por la tarde para tener recursos que le permitieran vivir en la ciudad de México y enviar dinero a su esposa y a sus cuatro hijos, que radican en el Valle del Mezquital.

El profe Martín, como lo llaman sus alumnos de la primaria Roberto Coch, en la delegación Iztacalco, pertenece al grupo -60 por ciento en el Distrito Federal- que ocupa doble plaza y que diariamente debe atender un promedio de 80 niños.

Podría pensarse que es un privilegiado porque logró aumentar su remuneración, pero lo hace en un empleo en el que no tiene seguridad alguna. El profesor Hernández debe firmar contratos por tres meses, que las autoridades educativas renuevan a su antojo; en contadas ocasiones abarcan el periodo vacacional y ocasionan retrasos en los pagos.

Es mayo y aún no recibe su aguinaldo, y cada que se le asigna una nueva clave le retrasan el pago tres quincenas: "Cuando me las veo duras es cuando se me termina el interinato y me dejan de pagar mes y medio", explica.

Cuando la profesora jubilada María del Carmen Rubio, de 58 años de edad, recuerda su ingreso al magisterio respira con alivio. "Cuando inicié todo era distinto, a los seis meses y un día de interinos teníamos derecho a la basificación, pero ahora pasan años y los compañeros no tienen base".

Durante décadas se creyó que los profesores eran los privilegiados de la burocracia, porque obtenían plaza en cuanto egresaban de la normal. Pero en los pasados 20 años perdieron esa ventaja, sobre todo aquellos que imparten clase en las grandes ciudades, donde hay una mayor oferta de personal docente.

El maestro Pedro Hernández, director de la primaria Centauro del Norte, en Iztapalapa, egresó en 1994 de la Escuela Nacional de Maestros y explica que su generación fue la última beneficiada con una plaza de base. Recuerda que en 1985 comenzaron a asignarse interinatos por tiempo indefinido y posteriormente contratos de un año hasta llegar a los de tres o cinco meses.

A partir de entonces, dice, se ha generado una situación grave de inseguridad laboral. "Los maestros tienen la preocupación constante, el temor de si van a tener empleo o no".

"Nada quiero más en este mundo que mi plaza", exclama el profesor Juan Manuel Bonilla, con 20 años con un interinato ilimitado. En su desesperación quiso buscar al supuesto "dueño de la plaza" para regularizar su situación. El profesor cree que la SEP escamotea derechos con el argumento de que las plazas tienen dueño, cuando no es la realidad.

A decir de la investigadora Teresinha Bertussi, esta situación divide al magisterio en dos grupos: "los que por su antigüedad alcanzaron condiciones favorables de trabajo, y los jóvenes, que lo hacen en situación precaria".

Para la especialista en políticas educativas, la contratación en estas condiciones tiene un impacto "catastrófico" en la calidad educativa, porque genera la constante rotación de personal, el desarraigo de los docentes y, sobre todo, que vivan la incertidumbre de qué van a hacer el próximo mes.

La investigadora Guadalupe Ramírez explica que la principal característica de la planta magisterial es su heterogeneidad.

Desde 1993, cuando comenzó a operar la carrera magisterial, se crearon dos grupos en el magisterio: los bien pagados, que reciben salarios de 15 mil pesos mensuales o más (según las prestaciones adicionales), y los que deben conformarse con 4 mil 600 pesos.

La SEP asegura que 70 por ciento del magisterio está incorporado a la carrera magisterial; sin embargo, Ramírez considera que las cifras son engañosas y poco claras.

Dice que algunas fuentes de la propia SEP dan otras cifras. La Dirección General de Servicios Educativos de Iztapalapa refiere que sólo es 51 por ciento y el sector Tlalpan, 54 por ciento. Lo más grave es que más de la mitad llevan años estancados en el primer nivel, por lo que reciben una mínima compensación de 20 por ciento adicional a su sueldo frente a 190 por ciento que obtienen los del escalafón más alto y que no son más de 130 docentes.

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