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México D.F. Jueves 29 de abril de 2004
LA BOMBA AHUMADA
El
regreso a México de Carlos Ahumada Kurtz, logrado no por medio de
un juicio de extradición sino por la decisión del gobierno
cubano de deportarlo, dio un nuevo margen a la Procuraduría General
de la República (PGR) para agregar turbiedad al caso de los videoescándalos,
consolidar las sospechas sobre su participación furtiva en el asunto
y ahondar la confrontación entre las autoridades federales y las
capitalinas. Con imprecisiones, mentiras, pasos en falso y desfiguros diversos,
tanto la PGR como la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) ofrecieron,
por lo demás, indicios del nerviosismo, la incomodidad y el azoro
del gobierno federal por la inesperada presencia en el país del
empresario corruptor.
Por principio de cuentas, en cuanto La Habana anunció
la deportación, la PGR se apresuró, en su boletín
415/04, a atribuirse un crédito que no le corresponde. En el documento
la institución asevera que "como resultado de sus gestiones en el
ámbito de la cooperación internacional, este día Interpol-La
Habana confirmó a las autoridades mexicanas la resolución
adoptada por las autoridades de la República de Cuba en el sentido
de deportar al nacional mexicano Carlos Agustín Ahumada Kurtz".
Pero el gobierno de la isla detalló, en su propio comunicado, las
fallas e inconsistencias de las gestiones mexicanas y dejó muy en
claro que la deportación del empresario fue una decisión
unilateral y ajena a tales gestiones.
El documento cubano mencionó un dato revelador:
Ahumada "ha declarado que la operación realizada con empleo de los
videos sobre corrupción difundidos en México fue calculada
deliberadamente para alcanzar objetivos políticos y planificada
con meses de antelación" y, con base en esa confesión, La
Habana concluyó que "los hechos relacionados con el señor
Ahumada Kurtz (...) tienen una incuestionable connotación política
y afectan de un modo u otro tanto a funcionarios y autoridades del gobierno
como a otras personalidades políticas del país". Esos asertos
desencadenaron en la cancillería de nuestro país una furia
manifiesta en el boletín que, a su vez, emitió la SRE: acusó
a La Habana de formular "inadmisibles" juicios de valor de competencia
exclusiva "de la justicia mexicana" y sugirió una supuesta intromisión
cubana en los asuntos internos de México.
Cuando el empresario de origen argentino fue entregado
por agentes cubanos a elementos de la Agencia Federal de Investigación
(AFI) a las cuatro de la tarde con 45 minutos, en el aeropuerto capitalino,
dio inicio un vergonzoso desaseo en los procedimientos: se recluyó
a Ahumada en el hangar de la PGR y se negó el acceso al edificio
y al detenido a los funcionarios y médicos de la Procuraduría
General de Justicia capitalina (PGJDF) quienes, encabezados por el titular
de la dependencia, Bernardo Bátiz Vázquez, se presentaron
en el lugar. El deportado habría tenido que ser puesto inmediatamente
a disposición de la Policía Judicial de la ciudad, la que
por ley tenía que presentarlo ante el juez 11, con sede en el Reclusorio
Norte. A la vista de cámaras e informadores, los elementos de la
PGR se negaron, durante casi cinco horas, a entregar al detenido a la instancia
correspondiente.
A la vista de los dudosos enjuagues de la procuraduría
federal y del Cisen en el caso de los videoescándalos desatados
por las grabaciones de Ahumada Kurtz, la retención -sin ningún
fundamento legal- del empresario en el hangar de la PGR sólo induce
a pensar en un intento de proteger al acusado de la acción de la
justicia o en la creación de un lapso para una negociación
inconfesable entre Ahumada y funcionarios del gobierno federal. El relato
de los malestares y del conato de infarto del empresario deportado es por
demás insostenible, como también el ensayo de explicación
aportado por el subprocurador Gilberto Higuera Bernal sobre la supuesta
"revisión médica" y las entrevistas de duración inverosímil
con presuntos funcionarios "del área de derechos humanos" de la
PGR.
Es posible que la opinión pública no llegue
a enterarse de lo que realmente ocurrió en esas casi cinco horas
en el hangar de la procuraduría federal, pero es un hecho que tan
arbitraria retención del empresario, así como la prohibición
al procurador capitalino de ingresar al recinto y observar al detenido,
dejan una nueva y grave sospecha sobre las verdaderas intenciones del equipo
de Macedo de la Concha en el escándalo y las confrontaciones todavía
en curso.
Lejos de despejar esa duda, las mentiras de Higuera Bernal
la ahondan. Cuando a la PGR no le quedó más remedio que entregar
a Ahumada Kurtz a la Policía Judicial capitalina, el subprocurador
federal aseguró que "en todo momento" se contó con la presencia
de personal de la PGJDF, habló de la "colaboración" entre
ambas dependencias y aseguró que "nuestra actuación es sólo
de auxilio". En contraste con esas afirmaciones, el conjunto de la prensa
nacional pudo atestiguar cómo agentes federales con rifles de alto
poder le cerraron el paso al procurador Bátiz cuando éste
pretendió acercarse al área donde se encontraba el detenido.
Cabe esperar, por último, que en las diligencias
judiciales próximas el empresario corruptor revele, con todos los
detalles y toda la extensión, la trama detrás de los videoescándalos;
sería deseable que revelara, también, qué clase de
examen médico le practicó la PGR, qué amenazas o propuestas
escuchó en el hangar de esa dependencia y qué preguntas le
fueron formuladas mientras estuvo, ilegalmente, en poder de los agentes
federales.
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