México D.F. Jueves 29 de abril de 2004
Sorpresa y enojo del procurador capitalino
Cinco horas hizo esperar la PGR a Bernardo Bátiz
Debió aguardar en la calle entre tensión,
rumores y evasivas
JESUS ARANDA, SUSANA GONZALEZ Y TRIUNFO ELIZALDE
La
inesperada deportación de Carlos Ahumada a México, por parte
de Cuba, dejó en evidencia que la colaboración entre las
procuradurías General de la República (PGR) y General de
Justicia del Distrito Federal (PGJDF) existe únicamente en declaraciones
y documentos. Durante más de cinco horas el procurador capitalino,
Bernardo Bátiz, tuvo que esperar en la calle, a las afueras del
hangar de la PGR, la entrega del empresario para cumplir con la orden de
aprehensión emitida por el fraude de 31 millones de pesos en agravio
del Gobierno del Distrito Federal.
La falta de comunicación generó rumores
sobre el posible traslado en helicóptero de Ahumada Kurtz a un hospital
privado, así como su presunta remisión a las instalaciones
de la PGR para que declarara en torno a la investigación que se
le sigue por lavado de dinero y delitos electorales. Es más,
luego de varios intentos infructuosos para comunicarse con el subprocurador
Gilberto Higuera Bernal, Bátiz tuvo que enterarse, a través
de una entrevista radiofónica con el funcionario, que la procuraduría
federal entregaría a las autoridades capitalinas al presunto defraudador,
que no se ejercería la facultad de atracción y que Ahumada
había sufrido una afectación cardiaca y gastrointestinal.
Ante el silencio de las autoridades federales, pese a
que en Washington el procurador Rafael Macedo de la Concha había
asegurado por la mañana que ordenó a Higuera -quien estaba
encargado del despacho en México- que se coordinara con Bátiz
para que el empresario fuera puesto a disposición del juez, el procurador
capitalino inició involuntariamente una estrategia de comunicación
al ofrecer sin restricciones entrevistas radiofónicas a todo aquel
que las solicitó, en las que dejó en evidencia su malestar
y sorpresa por la actitud de los funcionarios federales.
El subprocurador de Averiguaciones Previas Centrales de
la PGJDF, Renato Sales Heredia, hizo lo propio, pero en un tono más
enérgico advirtió que la PGR incurriría en una violación
al artículo 16 constitucional y en el delito de abuso de autoridad,
si persistía en su actitud de no entregar a Ahumada a la procuraduría
capitalina "sin dilación", para cumplimentar la orden de aprehensión.
Enfatizó que por tratarse de un delito grave, porque
el monto supera los 5 mil días de salario mínimo, el detenido
no tiene derecho a la libertad bajo fianza, y también mencionó
que al ser deportado, las autoridades capitalinas están en condiciones
de continuar la investigación por otros delitos, porque de haber
sido extraditado Ahumada únicamente podría ser juzgado por
el fraude genérico. Aunado a ello, el funcionario externó
su molestia por el rumor sobre el supuesto ataque cardiaco que habría
sufrido Ahumada y por el cual sería trasladado en helicóptero
al hospital Angeles.
Las descortesías hacia los funcionarios capitalinos
iniciaron desde la llegada del fiscal de Procedimientos Judiciales de la
PGJDF, Jorge Alberto Guillén Alcalá, al hangar de la PGR,
pues aunque se le permitió el acceso a las 15:30 -una hora después
de su arribo- junto con un comandante de la Policía Judicial, en
ningún momento tuvieron acceso al empresario y ni siquiera lo tuvieron
a la vista, ya que estuvieron siempre cercados por agentes federales armados.
Inclusive, cuando Sales Heredia les preguntó por teléfono
sobre el estado de salud de Ahumada, el fiscal respondió: "Estos
cabrones no nos dejan ni acercarnos".
Bátiz y Sales llegaron en la camioneta blindada
del primero al filo de las 16:20, y su sorpresa fue mayor cuando les negaron
el acceso y los obligaron a descender del vehículo, pese a que el
procurador capitalino había hablado telefónicamente minutos
antes con Higuera Bernal y éste se comprometió a entregarles
a Ahumada.
Desconcertados, los funcionarios capitalinos aguardaron
de pie por más de media hora, mientras en el hangar agentes federales
estaban en posición de alerta y empuñando sus armas de alto
calibre hacia la entrada principal. Fueron momentos de tensión en
los que los policías que acompañaban a Bátiz sólo
esperaban las órdenes de su superior para hacer cumplir el mandato
encomendado de entregar al empresario. Ese lapso también sirvió
para que algunos de los funcionarios capitalinos comentaran que la decisión
del gobierno cubano de deportar a Ahumada representaba "un guiño"
para el gobierno de Andrés Manuel López Obrador.
En cambio, los agentes que dependen del general Macedo
de la Concha permitieron solícitos el acceso a los abogados del
inculpado, Juan y Antonio Collado, quienes no tuvieron cortapisas para
hablar con su defendido. En un momento en el que Bátiz parecía
perder la calma, lamentó que los funcionarios capitalinos no hubieran
visto siquiera al empresario, y cuestionaba en voz alta qué habría
pasado durante tantas horas en las que únicamente estuvieron presentes
con el deportado agentes y funcionarios federales.
Antes de que Higuera asegurara a través de la radio
que sí entregarían a Ahumada, la paciencia de Sales llegó
a su límite, y ante la posibilidad de que fuera trasladado al hospital
privado ordenó que un grupo de potros (agentes en motocicleta)
se trasladaran al nosocomio para detener al empresario, pero también
dio instrucciones para que un helicóptero de la policía ocupara
el helipuerto para impedir que aterrizara la nave de la PGR.
Casi 15 minutos después de anunciar por radio que
la PGR entregaría al empresario a su homóloga capitalina,
Higuera se comunicó con Bátiz y le dijo que esto se cumpliría
en "cuestión de minutos". Pero transcurrió media hora más
en la que Sales permaneció nuevamente parado junto al portón
del hangar sin que éste se abriera, y cuando Bátiz se aproximó
nuevamente para saber qué pasaba y su subalterno hizo saber a los
agentes federales que ahí se encontraba el procurador del DF, sólo
obtuvo por respuesta un "¿Y?"
En ese momento, Sales Heredia se enteró de que
la PGR solicitaba a la torre de control del aeropuerto indicaciones para
que despegara un helicóptero, pero ahora con rumbo al hospital Angeles
de Interlomas, en el estado de México. Nuevas declaraciones de indignación
y sorpresa fueron hechas ante los medios de comunicación por los
funcionarios capitalinos, pero al mismo tiempo el subprocurador recordó
que "también tenemos convenios de colaboración con ese estado
para que nuestros agentes puedan internarse en territorio mexiquense",
y aseguró que desde mediodía ya se había puesto en
contacto con autoridades de esa entidad.
Bátiz se comunicó nuevamente con Higuera
y éste reiteró que "en minutos" se permitiría el acceso
a médicos peritos de la PGJDF, lo cual ocurrió finalmente
una hora después del primer anuncio, a las 20:45. Después
de ello, se permitió el paso a una camioneta blanca de la PGJDF,
donde Ahumada sería trasladado.
La mayor preocupación de los funcionarios del Distrito
Federal era que con el pretexto del mal estado de salud de Ahumada, éste
no fuera presentado ante el juzgado 11 en materia penal, a cargo de Casiano
Carlos Morales García, con sede en el Reclusorio Norte, y pusieron
en duda la veracidad del supuesto malestar. Sales Heredia inclusive recordó
que hace casi 10 años Eduardo Mariscal, acusado del fraude contra
la aseguradora Havre, fingió haber sufrido un ataque al corazón,
por lo que fue llevado a un hospital privado; sin embargo, al demostrarse
que no tenía mal alguno, fue remitido al juez correspondiente. "Lo
que nosotros exigimos es que Ahumada sea llevado ante el juez y que éste
determine junto con los médicos si está en condiciones de
pernoctar en la prisión o debe ser trasladado a un hospital", pero
esa decisión no le corresponde tomarla a la PGR.
La espera concluyó a las 21:45, cuando finalmente
salió la camioneta de la PGJDF con Ahumada sentado en el último
asiento, junto a la ventanilla izquierda. Vestido con pantalón de
mezclilla, camisa blanca y chamarra negra de piel, el empresario, que fue
detenido el 30 de marzo en Cuba, traía barba crecida y rostro serio;
momentos antes le habían quitado las esposas por orden explícita
del procurador Bátiz.
Una vez que el convoy arrancó rumbo al Reclusorio
Norte, Sales Heredia dijo irónico: "Es el examen médico más
exhaustivo del que sabemos", en alusión a las cinco horas que la
PGR demoró en entregarles a Ahumada. Del hangar de la PGR salieron
enseguida los abogados del empresario en un automóvil Mercedes Benz
negro. Juan Collado aclaró que únicamente se le juzgaba por
el fraude genérico, delito del fuero común, y pidió
que el proceso se llevara con absoluta transparencia y apego a la ley.
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