México D.F. Domingo 25 de abril de 2004
Se logró incluir la inversión
en infraestructura en la agenda de organismos financieros
Necesario, elevar gasto social en América Latina,
reconoce el FMI
Preocupa en Washington el creciente malestar
por el aumento del desempleo en la región
Cambio positivo en expectativas económicas
en la zona, oportunidad para reducir vulnerabilidad
ROBERTO GONZALEZ AMADOR Y JIM CASON ENVIADO Y CORRESPONSAL
Washington, DC, 24 de abril. En una discusión
promovida principalmente por Brasil y Argentina, América Latina
logró incluir en la agenda de la reunión anual de primavera
del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Mundial la necesidad
de que los gobiernos hagan más inversión social y en infraestructura
en lugar de concentrarse en generar excedentes para pagar la deuda pública,
como ocurre hasta ahora.
En un cambio de su discurso tradicional, el FMI aceptó
que es necesario aumentar la inversión social en América
Latina, luego de hacer manifiesta su inquietud por el creciente malestar
social en la región, especialmente en los países ubicados
debajo de la línea del Ecuador. El organismo consideró que
debe buscarse un equilibrio entre elevar el monto que los presupuestos
públicos destinan a inversión social y de infraestructura,
pero también buscar que la deuda pública mejore su perfil
en cuanto a plazos de pago y tasas de interés.
"La
asesoría que ofrece el FMI en materia de política económica
debería promover niveles más altos de inversión en
infraestructura", señaló este sábado el Grupo de los
24 (G-24), que coordina las posiciones de los países en desarrollo
en temas monetarios y financieros y que se reúne cada año
con motivo de la asamblea de primavera de los organismos internacionales.
A este grupo pertenecen Argentina, Brasil, Colombia, Guatemala, México,
Perú y Venezuela.
En una conferencia de prensa efectuada esta mañana,
funcionarios del Banco Mundial para América Latina consideraron
que el cambio positivo de expectativas económicas para la región
debe ser tomado como una oportunidad para diseñar políticas
que reduzcan la vulnerabilidad de la región.
"Ahora el entorno externo de América Latina es
mejor que en los años previos", comentó Guillermo Perry,
economista del Banco Mundial para la región. Dijo que se prevé
para los siguientes meses que el precio de las materias primas -de las
que depende la región, como el petróleo en México
y Venezuela, o el cobre en Chile, y los productos agrícolas en otras
naciones- serán altos, al mismo tiempo que se espera un mayor flujo
de inversión y que el alza de las tasas de interés en Estados
Unidos no sea abrupta sino gradual.
"Es la oportunidad de América Latina para reducir
su vulnerabilidad, de crear condiciones fiscales y económicas para
estar en una condición más resistente cuando cambie la situación
externa", añadió.
Perry manifestó que los gobiernos de la región
deben ser cuidadosos de no elevar sus gastos aprovechando mayores ingresos
y propuso que creen fondos especiales como el que tiene Chile en el caso
del cobre. Este país ahorra los excedentes que obtiene cuando el
precio internacional del cobre es más alto que el previsto y gasta
esos recursos cuando la cotización cae. Algo similar hizo México
a partir de 2000 con el petróleo, aunque en este caso los fondos
se han empleado principalmente para pagar deuda pública.
Mientras, el FMI ha aprovechado esta reunión para
alertar sobre el riesgo que representa el creciente "malestar social" en
algunos países de la región. El organismo manifestó
por primera vez que los países latinoamericanos necesitan destinar
una mayor parte de sus presupuestos a atender necesidades sociales, con
el objetivo de disminuir la inquietud de la población. En la región,
la tasa de desempleo creció de poco más de 5 por ciento de
la población económicamente activa en 1990 a 11 por ciento
en 2003.
"El FMI tiene la preocupación de que es necesario
que haya algún aumento del gasto social en los presupuestos para
que se alivien algunas de las preocupaciones de la gente", comentó
aquí Raghuram Rajan, director de Investigaciones del organismo.
Desde que estalló la crisis de Argentina, en 2002,
ese país ha resistido presiones de los organismos internacionales
y de la banca privada, que exigen que se siga pagando la deuda externa
en los términos anteriores al colapso de la economía. El
gobierno del presidente Néstor Kirchner ha sugerido que el presupuesto
debe tener un mayor porcentaje de gasto social y en infraestructura y ha
ofrecido pagar sólo una cuarta parte de la deuda externa de 88 mil
millones de dólares.
El aumento del gasto social y la disminución de
los excedentes para deuda ha sido son ideas compartidas por el gobierno
del presidente brasileño Luiz Inacio Lula da Silva.
Esta mañana, el ministro brasileño de Finanzas,
Antonio Palocci, planteó durante la reunión del G-24 la disyuntiva
entre atender los temas sociales y reducir la deuda en América Latina.
"Este asunto efectivamente es un punto de tensión en el corto plazo
y estoy de acuerdo en que no tiene una solución rápida y
fácil. Pero creo firmemente que los dos objetivos pueden conciliarse.
Lo central está en combinar un más rápido y sostenible
crecimiento con programas sociales bien enfocados, que incluyan una bien
diseñada red de seguridad social".
El G-24 planteó en su comunicado de esta mañana
que el FMI "debería asegurar que al evaluar la orientación
fiscal de los países en desarrollo se tenga en cuenta el financiamiento
de los bancos multilaterales de desarrollo para inversiones en infraestructura,
así como inversiones en empresas públicas administradas con
criterios comerciales".
No se democratizan los organismos financieros
La discusión para elevar el gasto social va de
la mano de otro tema planteado aquí por los países en desarrollo:
su capacidad de decisión en los organismos financieros internacionales.
El G-24 aseguró está mañana que los
ministros que lo integran se sienten "decepcionados" por la falta de avance
en los asuntos relacionados con la capacidad de influir y el número
de votos que tienen en el FMI y en el Banco Mundial, donde las decisiones
se toman bajo la influencia de Estados Unidos y de los otros países
del G-7.
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