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México D.F. Domingo 25 de abril de 2004
Antonio Gershenson
La privatización de la guerra
Es conocida la existencia de cuerpos privados de policía. Se contrata una empresa para la vigilancia, y ésta cuenta con hombres, generalmente armados, para cumplir funciones similares a las de la aquí llamada seguridad pública. Pero si empresas similares son contratadas en tiempos de guerra, y cuentan con los medios para participar en acciones de guerra, ya son agrupaciones militares ellas mismas. Y, a juzgar por lo que podemos leer, es el caso de Irak. Es más, el peso de este tipo de agrupamientos parece ir en aumento. Ante los problemas ya observados y publicados de desgaste, o incluso de baja moral, en sectores del ejército estadunidense, y otros que participan en la ocupación de ese país, una de las alternativas a las que se ha recurrido han sido estas empresas. Con frecuencia, los cables de agencias noticiosas las llaman simplemente empresas "de seguridad".
La experiencia ha mostrado que este oficio, muy bien pagado, mucho mejor que lo que se paga en el ejército a soldados de un rango análogo, es también muy arriesgado. Este tipo de militares privados, a los que se ha llamado desde mercenarios hasta "contratistas", se han convertido en blanco de diferentes agrupamientos iraquíes contrarios a la intervención. Fue el caso de los cuatro linchados en Fallujah y del italiano, empleado de una empresa "de seguridad" estadunidense, que fue asesinado ante las cámaras de televisión.
El hecho de que el ingreso de un militar privado sea muy superior al de un miembro formal del ejército ha llevado a que militares experimentados, especialmente del área de operaciones especiales, busquen la forma de salir del ejército, temporal o definitivamente, para ingresar a alguna de las empresas de las que hablamos. De ahí que un buen número de estos soldados privados sean ex militares.
El proceso se retroalimenta. La reducción en el número de militares regulares deja a parte de éstos sin empleo, quienes o entran a una de estas empresas militares privadas, o forman otras. Algunos de los miles de ellos que actúan en Irak forman desde la guardia personal del jefe del gobierno civil estadunidense, hasta la guardia de instalaciones petroleras, además de participar en las llamadas operaciones especiales.
El costo económico de estas actividades para el gobierno estadunidense es alto, pero el presupuesto que ha sido asignado y aprobado para la guerra es enorme. En cualquier caso, es útil tener presente este aspecto de la realidad militar, para comprender el sentido de algunas noticias. En el caso de Fallujah, el odio que se expresó en la crueldad del trato a los supuestos contratistas, e incluso a sus cadáveres, siendo injustificable como tal, al mismo tiempo muestra cómo vio esa multitud a estos militares privados.
Como vemos, nuestros privatizadores locales, a veces frustrados por la enorme oposición con la que se topan, se quedan cortos. Si bien se han dado casos en los que militares entrenan a grupos de civiles que luego se quedan funcionando con una cierta autonomía, creo que es claro que entre ambos fenómenos hay diferencias enormes.
Afortunadamente, la guerra entre naciones no ha formado parte de nuestra historia reciente.
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