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México D.F. Miércoles 21 de abril de 2004

Ana María Aragonés

Cuba en perspectiva migratoria

El presidente Fox tomó la decisión de votar una vez más en contra del gobierno de Cuba en la Comisión de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas en Ginebra, y por más que quiera hacernos creer que es congruente con los principios fundamentales que enmarcan su política, la realidad es totalmente contraria a sus palabras. Con esto evidenció la falta de independencia en la toma de decisiones y el doble rasero con el que actúa: prepotente con Cuba y subordinado con Estados Unidos. Y justamente este tipo de posiciones en el ámbito internacional es lo que nos permite comprender por qué el fenómeno migratorio se encuentra sin posibilidades de una solución integral en el gobierno foxista.

La situación en relación con el acuerdo migratorio se encuentra en el limbo en Estados Unidos. Muchos actores políticos y sociales del vecino país se preguntan a qué se debe la total inacción del gobierno de Bush después de que el 7 de enero había lanzado la propuesta migratoria. Después de tantos meses no ha habido el mínimo indicio de la administración estadunidense que haga pensar que se están dando pasos, aunque sea minúsculos, hacia la concreción de este famoso acuerdo migratorio. Lo cual confirma a muchos activistas sociales lo que ya habían señalado: que se trató de una simple artimaña electoral para pretender de ganar adeptos hispanos, pero la realidad fue que Bush nunca se planteó seriamente empujar una legislación migratoria. El propio senador Chuck Hagel dice que, si bien habría que darle el mérito por volver a poner el asunto migratorio en circulación, esto supone sólo 5 por ciento del camino. Es decir, nada.

A pesar de esta realidad, Fox, quien tuvo oportunidad de reunirse en Texas con su homólogo estadunidense en días pasado en el rancho de su propiedad, sigue insistiendo en que los dos han seguido trabajando en la propuesta migratoria, aunque los hechos demuestren que no ha puesto en marcha ninguna estrategia, por mínima que sea, que nos permita pensar que se está avanzando. Sólo encontramos palabras, palabras. Y en este contexto, y a pesar de esta realidad, nos encontramos con la decisión del presidente Fox, votando en contra de Cuba después de la llamada de Bush que decidió el sentido del voto mexicano.

No es posible creer en la pureza de objetivos que, según el gobierno, llevaron a tal decisión porque los derechos humanos como política de Estado abarcan todo tipo de situaciones, como es considerar que los trabajadores mexicanos indocumentados que se encuentran laborando en Estados Unidos están sufriendo graves violaciones a sus derechos fundamentales por la falta de papeles. El hecho de que ese país haya llevado a cabo una política migratoria restrictiva que impide el paso de los trabajadores, ha promovido la muerte de cientos de personas en su paso por la frontera, lo que también es una flagrante violación a los derechos humanos. El propio Bush aceptó que los indocumentados son producto de las necesidades crecientes de fuerza de trabajo para los diferentes sectores productivos en el país del norte que los requieren y de la absoluta falta de canales legales para que estos trabajadores entren a Estados Unidos. Y Fox, a pesar de esto, en lugar de presionar para lograr avances serios en esta materia, es decir, no sólo aprovechando las diferentes reuniones con su homólogo, sino llevando tal flagrancia a las instancias internacionales, como es precisamente la Comisión de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas, defiende una propuesta que nada tiene que ver con la tradicional política exterior de México.

La tremenda debilidad del Presidente y su sumisión a la potencia hegemónica, desafortunadamente indica que por parte del gobierno se está lejos de lograr hacer justicia a nuestros trabajadores migrantes indocumentados. Y, por otro lado, tampoco se puede confiar en un Congreso cuyos más importantes debates estén enmarcados en escándalos de corrupción, y se mantenga la total inacción en relación con los trabajadores migrantes indocumentados que se siguen yendo a Estados Unidos y muriendo en la frontera por la falta de un proyecto nacional que busque abatir la pobreza y la marginación en el país.

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