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México D.F. Lunes 19 de abril de 2004
MADRID: RETIRO JUSTO Y SENSATO
A
72 horas de haber tomado posesión como presidente del gobierno español,
y a 12 de haber colocado a José Bono al frente del Ministerio de
Defensa, José Luis Rodríguez Zapatero ordenó ayer
el retiro, "en el menor tiempo y con la mayor seguridad posibles", del
contingente español que ha venido participando en la ocupación
de Irak. Esta decisión honra los compromisos adquiridos por el nuevo
gobernante ante el electorado, pero debe verse, también como un
tributo a la razón, a la justicia y al sentido común, y es
por ello merecedora de amplio reconocimiento. De hecho, desde los minutos
posteriores al anuncio cientos de españoles de buena voluntad se
congregaron en la madrileña Puerta del Sol para respaldar y festejar
la medida.
Por lo que hace a España, la separación
de la coalición agresora encabezada por Washington y Londres
coloca a la sociedad peninsular en la perspectiva de superar la grave fractura
nacional provocada por el empecinamiento del anterior gobierno, encabezado
por José María Aznar, en meter al país en una guerra
injusta, ilegal, ajena y remota, y contribuye a restaurar la seguridad
de los españoles, vulnerada por la iniciativa de Aznar de "tomarse
la foto" con George W. Bush y Tony Blair en el cónclave que los
tres realizaron en las Azores para ultimar los detalles de la invasión
de Irak. Ha de recordarse al respecto que los criminales atentados perpetrados
el 11 de marzo por Al Qaeda en Madrid, con su saldo de cientos de muertos
y heridos, fueron consecuencia directa de la presencia militar española
en tierras árabes, y que una vez eliminada esa presencia debieran
acontecer nuevos ataques terroristas.
Por otra parte, el retorno de Madrid a posturas razonables,
justas y humanitarias en materia internacional abre un espacio esperanzador
para imaginar soluciones políticas al conflicto más grave
que enfrenta España y que es, sin duda, el problema vasco en sus
diversas expresiones: el terrorismo etarra y la incapacidad de la clase
política para dar un cauce pacífico e institucional a las
expresiones políticas del nacionalismo y del independentismo. Ojalá
que la sensatez de Rodríguez Zapatero hacia el exterior tenga, como
correlato interno, posturas más flexibles e imaginativas.
Desde otra perspectiva, el alejamiento español
de la aventura colonial angloestadunidense pone en perspectiva una reintegración
de Madrid a sus ámbitos naturales, Europa y Latinoamérica,
y esto implica, necesariamente, realineamientos mayores en la actual correlación
de fuerzas mundiales.
Para los partidarios de la guerra, el pillaje y la destrucción
de Irak -Bush y Blair en primer lugar- el retiro de las tropas españolas
representa un descalabro mayúsculo, por más que la Casa Blanca
haya pretendido minimizar las consecuencias de la decisión de Madrid.
De hecho, la salida de los efectivos españoles del país árabe
abre un hueco en las fuerzas ocupantes en una región particularmente
indómita, obliga a una restructuración del contingente militar
polaco y deja en la incertidumbre la presencia de los efectivos hondureños,
dominicanos, salvadoreños y nicaragüenses, supeditados todos
a los mandos españoles.
En suma, la orden dada ayer por el presidente del gobierno
español es un paso correcto hacia la restauración de la paz
y la legalidad internacionales y hacia la solución del drama iraquí,
solución que pasa, obligadamente, por la salida inmediata e incondicional
de todas las fuerzas extranjeras que participan en la ocupación
y la destrucción de ese infortunado país árabe.
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