Domingo en la Feria de las Letras de Coyoacán

En la elección de títulos, los niños mandan

ERICKA MONTAÑO GARFIAS

La bolsa de plástico se le enreda entre las piernas pero no importa, sigue su caminata, busca, hojea, le atraen más las imágenes que las letras. Va de un puesto a otro y sus ojitos oscuros recorren las pastas de los libros en la carpa de la Feria de las Letras en Coyoacán, que este domingo llegó a su tercer día de actividades.

Se llama Julio, tiene cinco años, y en su bolsa carga un librote de dinosaurios que viene acompañado por unos lentes especiales para verlo. "Me gustan mucho", dice, pero el que más disfruta es David y el armadillo, que tiene en su casa. Todavía no lee, está en el kínder, pero de que le gustan los libros, le gustan. Su bolsa con dinosaurios pasa de una de sus manitas a la otra.

Las ventas en general se mantienen en un buen nivel y en algunos de los stands, además de los textos para adultos, se dejó un espacio para los libros para niños. Van de los cuentos en los que dominan las imágenes, para los más pequeños, a aquellos que en sus hojas tienen más letras que dibujos, para los más grandes.

Los más vendidos en el aspecto infantil son los de los autores clásicos, publicados por diversas editoriales adecuados para distintas edades, los de Winnie Pooh, los relatos de princesas y los cuentos para colorear. En precios hay de todo: de 20 a más de 200 pesos, que son los más atractivos, porque al pasar sus páginas se puede oprimir algún botón y escuchar sonidos, números, relatos...

En este encuentro algo es seguro: los que deciden qué libro llevar son los niños, no los adultos. La mamá de Renata, por ejemplo, le insistía con un libro que incluía los cuentos, versión Disney, de Blanca Nieves, La Cenicienta y La bella durmiente, pero ella quiso uno de aviones. ƑQuién ganó? Renata, por supuesto, quien salió contenta a ver parte del espectáculo de magia de Harry Potter.

Emiliano también tiene cinco años, él escoge sus libros y en su bolsa también tenía uno de dinosaurios pero sin lentes especiales. En el puesto del Fondo de Cultura Económica descubrió un texto enorme que se llama A trabajar, con ilustraciones de animales, y en una página con letras grandotas su mamá le señaló una palabra: "Ca-ca", leyó divertido.

Su hermana Monserrat tiene nueve años y los libros que más le gustan son los de magos y hechiceros, explica su mamá, quien agrega que desde chiquita ha tenido un libro en sus manos. "Eran de pasta dura y se los aprendía de memoria.''

En otro local están dos hermanas Mariana, de cuatro años, y Ximena de dos. Cada una con sus respectivas bolsas de plástico. Mariana carga con uno de los tomos de la Enciclopedia Mega, y ya sólo le falta uno para completar su colección, le gustan mucho las imágenes que ilustran las páginas y ya empieza a leer.

Ximena enseña el suyo: La familia oso. En casa su mamá es la que les lee y ellas prefieren eso y jugar a ver televisión. "Ya quisiera que se quedaran un rato sentadas", dice su mamá, mientras al fondo, en el espacio habilitado como auditorio, se escuchan cuentos narrados por Lluvia Solís.