México D.F. Lunes 19 de abril de 2004
Continúa la campaña para alertar
sobre los transgénicos
Hacer tortillas, forma de defender el maíz nacional
Jesusa Rodríguez, Elena Poniatowska y Laura Esquivel
imparten taller teórico-práctico para preparar el alimento
CARLOS PAUL
Como
una manera de denunciar la brutal embestida de empresas transnacionales
que continúan introduciendo maíz transgénico a nuestro
país, ayer se realizó el taller teórico-práctico
Para hacer tortillas, en el que participaron Jesusa Rodríguez,
Elena Poniatowska y Laura Esquivel.
En el contexto de la actividades del primer Festival de
Coyoacán, dedicado en esta ocasión a Frida Kahlo, en el museo
Diego Rivera-Anahuacalli se reunieron casi 100 personas para aprender desde
cómo se arranca la mazorca de la planta, se cura el comal
y se prepara el mixtamal y la masa -"lo cual no es nada fácil"-
hasta cómo se hace una deliciosa tortilla lista para comer con su
salsa, también hecha en metate.
''Creemos que hacer y comer tortillas hechas con maíz
mexicano es, en este momento, un acto de defensa y resistencia civil",
comentó la creadora escénica.
''Las autoridades responsables, como Javier Usabiaga,
secretario de Agricultura, y principalmente Víctor Villalobos, también
funcionario de esa dependencia, como representante de México en
la Cumbre de Biodiversidad efectuada en Malasia, no hacen caso: las leyes
que están impulsando van en contra de los campesinos mexicanos.
''La ley de bioseguridad -destacó Jesusa- está
por aprobarse en septiembre próximo, por lo que entre todos -antes
de esa fecha- tenemos que obligar a las autoridades para que respeten al
maíz, patrimonio cultural que no sólo se nos va ir de las
manos, sino también de la boca.
''No nos estamos oponiendo al desarrollo de la ciencia,
nos oponemos a que esos avances científicos no se vigilen respecto
de cómo se utilizan, y que estén en manos de unas cuantas
personas sin escrúpulos.''
Durante el taller, que devino amena fiesta, participaron
niños, jóvenes, señores, amas de casa y ancianas indígenas,
quienes compartieron su sabiduría y técnicas para moler el
mixtamal y hacer tortillas.
En la actividad se distribuyó un encarte de La
Jornada aparecido este sábado, entre cuyos textos destaca 10
razones del porqué decir no a los OGTs, escrito por Silvia Ribeiro,
así como un folleto elaborado por distintas organizaciones no gubernamentales.
En ambos materiales se explica qué es un organismo transgénico
y su distribución, y cómo "muchas empresas los utilizan en
sus productos y cómo han ingresado al mercado mexicano sin control
alguno".
La investigadora Silvia Ribeiro subraya en el texto referido,
al que Jesusa hizo alusión en reiteradas ocasiones: ''Los promotores
de los transgénicos prometen que esos organismos serán más
nutritivos, aumentarán las cosechas y disminuirán el uso
de químicos, y por ello, son la solución para el hambre del
mundo. Deberíamos -nos dicen- aceptar los riesgos que conllevan,
ya que todas las tecnologías tienen riesgos y siempre hay quienes
no comprenden la ciencia y se resisten a los cambios.
"La realidad de los transgénicos -continúa
Ribeiro- nos muestra que no cumplen con ninguna de esas promesas.
''Por el contrario, producen menos, usan más químicos,
generan nuevos problemas ambientales y de salud, crean más desempleo
y marginación, concentran la propiedad de la tierra, contaminan
cultivos esenciales de las economías y las culturas (como el maíz),
aumentan la dependencia económica y son un atentado a la soberanía.''
Para la investigadora, las razones por las que se deben
rechazar los organismos modificados son: ''uno, la ingeniería genética
se basa en más incertidumbres que conocimientos. Dos, conllevan
riesgos para la salud: científicos independientes, como el doctor
Terje Traavik, de Noruega, encontró en 2004 alergias en campesinos
debido a que inhalaron polen de maíz transgénico.
''Tres, tienen repercusión sobre el medio ambiente
y los cultivos. Como se comprobó que el polen del maíz Bt
afecta a las mariposas Monarca. Cuatro, no solucionan el hambre en el mundo,
la aumentan. El hambre no es una cuestión tecnológica. Es
un problema de injusticia social y desequilibrio en la distribución
de los alimentos y la tierra para sembrarlos.
"Cinco. Cuestan más, rinden menos y usan más
químicos. Desde que Estados Unidos comenzó con los transgénicos
en 1996, el uso de agroquímicos aumentó en 23 millones de
kilos. El cultivo más extendido, que es la soya tolerante a herbicidas
(61 por ciento del volumen de transgénicos en el mundo), produce
entre 5 y 10 por ciento menos que la soya no transgénica. Seis.
Son una ataque a la soberanía. Prácticamente todos los cultivos
transgénicos están en manos de cinco empresas transnacionales:
Monsanto, Syngenta, Dupont, Bayer y Dow. La primera controla más
de 90 por ciento de las ventas de agrotransgénicos.''
Esas empresas ''controlan la venta de semillas y son las
mayores productoras de agrotóxicos, lo cual -indicó Ribeiro-
explica por qué más de tres cuartas partes de los transgénicos
que se producen en realidad, no en la propaganda, son tolerantes a herbicidas
y aumentan el uso neto de agrotóxicos.
''Siete, privatizan la vida. Todos los transgénicos
están patentados, la mayoría en manos de las mismas empresas
que los producen. Esto significa un atentado ético, en tanto son
patentes sobre seres vivos, además de una violación a los
derechos de las agricultores, reconocidos por la Organización de
Naciones Unidas. Algunas multinacionales han iniciado cientos de juicios
contra campesinos estadunidenses por 'uso indebido de patente'."
Respecto de las últimas razones, estas tienen que
ver con la probabilidad de que los cultivos transgénicos podrían
contaminar a otros cultivos. ''En México la siembra del maíz
transgénico está prohibida; sin embargo, desde 2001 se ha
encontrado contaminación del maíz campesino en varios estados
de la República.
''Con esta guerra biológica contra el maíz
tradicional -advierte Ribeiro-, las transnacionales podrían apropiarse
y privatizar ese tesoro milenario y colectivo de los mesoamericanos que
es el maíz, obligando a los campesinos a pagar para seguir usándolo
en el futuro".
De acuerdo con el documento elaborado por las ONG, los
principales países productores de transgénicos son: Estados
Unidos (con 66 por ciento del total), Argentina (23 por ciento), Canadá
(6 por ciento) y China (4 por ciento). El uno por ciento restante corresponde,
principalmente, a Australia, España, Brasil (donde la siembra es
ilegal) y México.
Jesusa Rodriguez invitó a "no comprar tortillas
ni tostadas en los supermercados con las marcas de Minsa, Maseca y Bimbo,
pues tienen 40 por ciento de maíz transgénico.''
Paniatowska, por su parte, destacó el esfuerzo
admirable de las mujeres, que durante la Revolución Mexicana "tenían
que cargar con el metate a sus espaldas, el cuál pesa una carajada,
y molían el maíz a mano, para hacer las tortillas a los soldados".
Con el maíz transgénico, "los mexicanos
-expreso Esquivel- hemos pasado de sembradores de certezas, a sembradores
de dudas, porque ahora no sabemos que va a pasar".
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