México D.F. Lunes 19 de abril de 2004
A cuatro meses de su comienzo, Para leer de boleto en el Metro ha llegado a 500 mil usuarios
Artistas saludan la idea de que se acerquen los libros a los capitalinos
Nada que auspicie la lectura se puede considerar demagógico: Monsiváis La segunda fase arrancará en mayo, en la línea 6 Autoridades de Milán, interesadas en adoptar el programa
FABIOLA PALAPA QUIJAS
La confianza en los usuarios del Sistema del Transporte Colectivo permite que el programa Para leer de boleto en el Metro continúe, y hace que los ciudadanos se acerquen a la lectura mientras se trasladan a su destino. Este programa ha demostrado que en México sí hay lectores, contrario a lo que indican las estadísticas, las cuales apuntan que en el país se lee, en promedio, medio libro al año.
Desde temprano, los jóvenes de la llamada Ola Naranja colocan los volúmenes en los dispensadores colocados en la mayoría de las estaciones de la línea 3, que corre de Indios Verdes a Universidad. En unos cuantos minutos los ejemplares vuelan, al grado de que a las 9 horas ya no hay.
En este programa es importante el mecanismo de tomar el libro, leerlo y devolverlo, para que otras personas, a su vez, también se beneficien del material.
Cien años de perdón a quien robe un libro... si lo lee: Poniatowska
A la escritora y periodista Elena Poniatowska, el programa le parece espléndido y lo califica de buena iniciativa. Agrega que es magnífica la confianza que se ha brindado a la gente, pero comenta: "incluso si no lo regresan es porque les gustó. Quien roba un libro tiene 100 años de perdón... Si lo va a leer, claro".
Como parte del proyecto se han repartido 150 mil ejemplares. Los promedios de devolución fueron de entre 62 y 72 por ciento, de acuerdo con datos de la subdirectora de Literatura de la Secretaría de Cultura del Distrito Federal, Paloma Sáinz.
El escritor Carlos Monsiváis, en tanto, comenta que el programa "debe continuar por varias razones: primera, porque desde posiciones de gobierno se declara la importancia de la lectura; segunda, porque desde la perspectiva del uso del tiempo del transporte se declara la validez de la lectura; tercero, porque desde la perspectiva del juicio ético instantáneo, se adoptan, se rechazan, se aplauden a los autores; cuarta, porque nada que auspicie la lectura puede considerarse demagógico, en una etapa neoliberal, en la que incluso la demagogia parece populista".
Entre los aciertos del programa, Paloma Sáinz destaca: ''la gente está adoptando como una cosa propia el proyecto, pues no sólo devuelve los libros, sino que regresa muchos de los ejemplares forrados".
Para el crítico literario Javier Aranda Luna, ''la propuesta cultural es importante y demuestra que la gente en México, contra lo que dicen las estadísticas, sí lee y es capaz de leer muy buena literatura''.
El también periodista señala: ''el alto porcentaje de devolución es un buen dato, pero si la gente se queda con el libro, le da un valor, y quien lo devuelve también le da el valor, al querer compartir la lectura con otras personas. Además confía en quien creó el programa, porque espera leer otro libro.
"La continuidad del programa dependerá de la selección de materiales, y sería deseable que no diera gato por liebre, pues en la primera entrega se incluyen autores meramente reconocidos literariamente, pero también hay textos que me parecen bastante flojos; me gustaría que hubiera mayor rigor en la selección, lo cual no quiere decir que sólo apuesten por los autores probados''.
Aranda Luna manifiesta que le agrada la idea de apostar por el lector. ''El programa no subsidia a ninguna institución, sino el subsidio real es a los lectores, a quienes se les restituye el derecho a la imaginación y a la memoria; vale la pena decir que se trata de un programa de servicio al lector''.
El historiador, periodista y narrador Paco Ignacio Taibo II considera atractiva la idea de recuperar las horas muertas de una población que no lee y convertirlas en horas ganadas para la lectura. "El Metro es el lugar ideal y los resultados son interesantes; el hecho de que hay un número de devolución tan alto es maravilloso".
Por su parte, el poeta David Huerta comenta: "todo lo que se haga para invitar a la lectura está bien; es un programa que debemos apoyar y ampliar. La respuesta ha sido positiva. No sé si la intensidad con que se han leído, y sobre todo, con que se han devuelto los libros ha continuado, pero es interesante la respuesta de los lectores. Aunque al principio se llevaron muchos ejemplares, en realidad se tomaron su tiempo para leerlos y los regresaron a los dispensarios; eso es importante, pues da la idea de que fueron leídos".
A su vez, el escritor Guillermo Samperio opina que Para leer de boleto en el Metro ''es una iniciativa plausible, porque los viajeros que leen libros vaqueros tienen al mismo tiempo acceso a textos literarios; esto les permite entrar en contacto con lo mejor de su lengua y con lo mejor de ellos mismos. No es grave que las personas lean el Libro Vaquero, lo importante es que ejerciten su pensamiento con la lectura.
"Esta acción de lectura puede crear una costumbre ciudadana de ir a otros libros, ya que las antologías permitirán a los usuarios elegir un autor y buscar sus libros. Desde mi punto de vista, si no regresan el libro no debe preocuparnos, porque seguramente ese libro será para una familia y si se lo lleva, le da valor al objeto.''
Samperio subraya que en estos momentos y según las estadísticas ''el público prefiere leer revistas que libros; los libros de tipo vaquero o eróticos, si bien no son la alta cultura, mantienen a los mexicanos ejercitando su mente con historias facilonas, pero finalmente leen. Espero que el programa no lo suspendan, que no sea llamarada de petate, como varios de los programas de cultura del gobierno de la ciudad de México".
Paloma Sáinz sostiene que es revelador el dato de 150 mil ejemplares distribuidos, porque ''significa que los libros han pasado por 500 mil personas. Esto no quiere decir que se han ganado los 500 mil lectores; lo que trato de decir es que se brinda a la gente la oportunidad de leer, aunque es difícil asegurar cuántas personas han leído la obra".
Con calidad de exportación
Debido a la repercusión positiva que ha tenido el proyecto en la ciudad de México, las autoridades de Milán, Italia, han solicitado asesoría para llevar a cabo un programa similar en el Metro de esa ciudad.
''Se tiene previsto a largo plazo que el programa pueda autofinanciarse. Cuando la gente adquiera la costumbre de entrar al Metro y tomar un libro para leer, los usuarios podrían pagar una cantidad simbólica para continuar con la distribución de los ejemplares", señala Sáinz.
"Cuando los libros salgan de circulación existe la posibilidad de venderlos, porque varios usuarios han expresado su inquietud por conservar el ejemplar.''
Luego de que estaba previsto para el 23 de abril, Día Internacional del Libro, comenzar la distribución de la segunda antología, hubo un retraso debido a los cambios en la dirección del Sistema de Transporte Colectivo.
La funcionaria indica que lanzarán la segunda fase en la línea 6, que corre de Martín Carrera a El Rosario, probablemente a principios de mayo. ''Solamente hace falta un poco de coordinación con los empresarios que apoyarán con el pago de los anaqueles y del libro".
Paloma Sáinz indica que después de dos meses de poner en marcha el programa en la línea 3, los usuarios comprendieron el mecanismo de leer y entregar el libro. "Se realizó un experimento en el que los muchachos de la Ola Naranja estuvieron cerca de los anaqueles sin la camiseta, y observaron cómo la gente tomaba el libro y antes de salir lo devolvía".
En la próxima antología se incluirán textos de Angeles Mastretta, José Agustín, Humberto Musacchio, Oscar de la Borbolla, Paco Ignacio Taibo II, Juan Bañuelos, Víctor Ronquillo, Juan Hernández Luna, Mónica Lavín, Víctor Hugo Rascón Banda y Eduardo Lizalde.
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