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México D.F. Sábado 17 de abril de 2004
ESPAÑA: LOS RETOS DE RODRIGUEZ ZAPATERO
El
líder del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), José
Luis Rodríguez Zapatero, fue ayer investido como presidente del
gobierno de España, en una sesión legislativa que marcó
el fin de la época de José María Aznar y abrió
un nuevo horizonte político para la nación ibérica.
Aunque el nuevo titular del Ejecutivo español logró
con relativa facilidad los votos necesarios para ser elegido por mayoría
absoluta en el Parlamento -luego de su triunfo electoral el pasado 14 de
marzo-, esta situación no implica necesariamente que exista en España
un consenso claro y duradero sobre los lineamientos específicos
que regirán a ese país durante los próximos años.
Para empezar, el ya opositor Partido Popular (PP), de Aznar y Mariano Rajoy,
sigue siendo una fuerza sustantiva en las cortes y la política españolas.
Pero los votos en apoyo del socialista Rodríguez Zapatero emitidos
por formaciones como Izquierda Unida, Esquerra Republicana de Cataluña,
Bloque Nacionalista Gallego y Coalición Canaria revelan que al nuevo
presidente español se le ha concedido, en una moción de confianza,
un amplio respaldo, en el entendido de que su gobierno se conducirá
de forma dialogante, transparente e incluyente, y se apartará de
la soberbia y el autoritarismo que caracterizaron al último mandato
de Aznar. Cabe recordar que, en buena medida, las elecciones del pasado
14 de marzo constituyeron, a la postre, una suerte de plebiscito contra
el PP, y que los votos que hoy logró Rodríguez Zapatero en
el Congreso están fundamentados, justamente, en una determinación
mayoritaria para modificar el rumbo seguido durante los ocho años
del aznarismo.
Sin embargo, la abstención de las fuerzas nacionalistas
vascas y catalanas de derecha, el Partido Nacionalista Vasco y Convergencia
i Unió, es un síntoma de que la confrontación entre
el gobierno central y las autonomías de Euskadi y Cataluña
no puede darse por terminada, y de que se requerirá de un considerable
esfuerzo político y de un sustancial espíritu de apertura
para resolver auspiciosamente los actuales diferendos autonómicos
en España. En este sentido, la eventual modificación de la
Constitución -notable instrumento político que hizo posible
hace 25 años una transición democrática pacífica
y mantuvo la cohesión territorial del Estado español-, para
actualizarla a los tiempos presentes y ofrecer a las actuales autonomías
un esquema de mayores competencias y un mejor margen de maniobra frente
al gobierno central en el contexto de las instituciones comunes, es uno
de los retos más arduos que enfrentará Rodríguez Zapatero.
Paralelamente, el nuevo presidente deberá remover
el legado más pernicioso del gobierno de Aznar: poner fin al alineamiento
de la política exterior de Madrid con el imperialismo estadunidense
(lo que implica el retiro de los contingentes españoles de Irak
el 30 de junio), contrarrestar la estrategia de confrontación y
satanización del independentismo vasco en su conjunto ejercida desde
el PP, y revertir la ola de reformas legales antisociales y reaccionarias
aprobadas en solitario por el núcleo duro de Aznar, sobre todo las
relacionadas con la educación, el empleo y la inmigración.
Además, el combate al terrorismo -sea de ETA o
de Al Qaeda, entidades igualmente criminales- será otro de los retos
cruciales del nuevo gobierno español. Si bien no se espera una modificación
sustancial en este ámbito (el PSOE indicó que mantendrá
el pacto antiterrorista signado con el PP), sí cabría esperar,
al menos, el fin del hostigamiento contra quienes buscan la soberanía
de Euskadi por vías democráticas y pacíficas, y la
realización de un esfuerzo sincero para reducir las tensiones y
reconciliar a las diferentes expresiones políticas legítimas
en el País Vasco. Desde luego, resulta imperativo que el PSOE dé
lugar a una acción gubernamental honesta, transparente y de cara
a la ciudadanía, y se abstenga de forma definitiva de reincidir
en los excesos y en la corrupción que caracterizaron el final del
último periodo socialista, a mediados de los años 90.
Finalmente, Rodríguez Zapatero tendrá también
como retos torales conducir a España con una visión constructiva
y con sentido de futuro en el contexto de una Unión Europea de 25
países -cabe recordar que las reticencias de Aznar a reducir las
prerrogativas españolas fueron causa de desencuentros en las instituciones
europeas- y ampliar el entendimiento y los vínculos históricos
con América Latina, especialmente con Cuba, Venezuela y Argentina,
naciones que mantuvieron, por diferentes razones, desencuentros con el
anterior gobierno de España.
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