La rama sufi propone la existencia de un solo Dios con diferentes nombres

Enorme y soslayada influencia de la cultura musulmana en México

FERNANDO CAMACHO SERVIN

Desde la época prehispánica y hasta después de la conquista, México ha sido lugar de encuentro de muchas culturas. Aquí han confluido toltecas y aztecas, y hasta los aparentemente lejanos mayas, a juzgar por recientes descubrimientos arqueológicos.

Siglos después hicieron su aparición africanos, europeos, indios; las sedas, especies y objetos de ensueño que llegaban del lejano oriente a bordo de la Nao de China.

Por medio de los españoles, sobre todo, la cultura musulmana también llegó al país, donde tiene enorme aunque prácticamente desconocida influencia. Más de 200 palabras cotidianas en nuestro idioma provienen de la lengua árabe, ya castellanizadas.

Los mosaicos de Talavera, los quioscos de estilo morisco y el uso del álgebra en las matemáticas son algunos ejemplos más de la huella de lo árabe en lo occidental, luego de ocho siglos de presencia en la península ibérica.

Ahora, en esta capital se puede tener acceso a una pequeña, pero significativa muestra de la cultura musulmana en México. Desde hace más de 15 años, la comunidad sufi se reúne para dar lectura al Corán, presentarse como alternativa espiritual y, sobre todo, para practicar los ritos del Islam.

Ronda de plegarias

Difícil de definir, el sufismo se puede enunciar como una rama del islamismo muy abierta a otras influencias religiosas, que plantea la existencia de un solo Dios, nombrado de diferentes maneras y que puede alcanzarse por diversos caminos.

En una mezquita ubicada muy cerca del Metro Chapultepec, los derviches (practicantes del sufismo) realizan cada jueves la ceremonia del Recuerdo de Dios, o Dhikr, abierta al público a partir de las 20 horas.

Allí las oraciones nocturnas, bajo la dirección del imán, abren una jornada que puede extenderse hasta la una de la madrugada e inclusive un poco más.

Esta primera ronda de plegarias es seguida por la lectura de un fragmento de los textos sagrados del Corán a cargo de la sheija Amina al-Yerraji, dirigente de la orden sufi creada en Turquía en el siglo XVI.

Al comentario de los textos, siguen las abluciones en las que es necesario lavarse manos, pies y cara para llegar purificados y dispuestos a las oraciones principales.

Es entonces cuando se inicia el Dhikr. La ceremonia consiste en girar mano con mano alrededor de los imanes mientras se entonan cantos y se repiten hipnóticamente los diferentes nombres de Dios.

Esta oración colectiva, como define la propia sheija, representa la unidad del universo y busca crear un éxtasis que haga sentir al practicante ''vacío de sí mismo para estar lleno de Dios", entregado a un sentimiento de divinidad.

Luego se brinda una cena frugal, se comparten experiencias y comentan los sueños de los derviches.

Los sufis manifiestan respeto por las demás religiones, rechazan el estereotipo del Islam como una fe de la violencia y, aunque algunos consideran que México no está preparado para la diversidad de cultos, abren sus ceremonias para quien quiera participar con respeto.

Los jueves se puede acudir a la mezquita ubicada en Sinaloa 213, colonia Roma, o llamar al teléfono 52865729.