Búsqueda amorosa del ''enigmático'' don Alessandro

Grande fue la sorpresa del señor Alessandro, comerciante italiano y enigmático personaje, cuando en 1934, en una librería del barrio Gótico de Barcelona, vio algunas fotos de una diminuta hada alada.

La sorpresa fue mayor porque el rostro del hermoso ser era el de Violeta, una amada novia de la juventud que trabajaba en una farmacia en la isla de Giudecca, en Venecia, y a la que le había perdido la pista veintitantos años atrás.

Ese fue el principio de una búsqueda amorosa por varios países que empezó a introducir a don Alessandro en un mundo poblado de interesantes personajes relacionados con la brujería.

Pero fue también el comienzo de una labor de coleccionista de piezas extrañas relacionadas con ese fenómeno. Y es que, además, don Alessandro era originario de Friuli, Italia, una zona de amplia tradición mágica.

Es un acervo cuyas piezas fueron restauradas y empezó a itinerar por varios países desde hace una década, con el aval de los herederos del señor Alessandro, quienes tampoco quieren dar a conocer su apellido.

Esta colección se divide en dos exposiciones: Brujería, insólitos objetos y fantásticas criaturas, y Secretos y misterios, el poder de las brujas. Hay además una exposición permanente en el Antiguo Museo de la Brujería, en Segovia, España.

La exposición Brujería, insólitos objetos y fantásticas criaturas es la que se inauguró en el Museo de la Ciudad de México hace unos días, en medio de tumultos y filas, y que permanecerá abierta durante seis meses.

Los museógrafos de la muestra son los hermanos Alessandro y Marco Alviani, del español Grupo Atrox, con sede en Barcelona y responsable del cuidado del acervo.

El recorrido de la muestra se hace de la mano del ''señor Alessandro", pues la exhibición incluye fragmentos de un diario que escribió durante su búsqueda de Violeta.

En el diario aparecen las brujas que conoció, los relatos que recopiló y la historia de las piezas que iba acumulando, hechas en diversos momentos históricos por artesanos especializados en avalar la autoridad de los brujos y la atmósfera mágica de sus lugares de consulta.

Más allá del debate sobre la creencia o no en la brujería, y de la excepcional o mediana calidad artesanal de las piezas, dice Alessandro Alviani en entrevista, la exposición está ahí para despertar la adormecida capacidad de imaginación y asombro de los espectadores y para que cada quien saque sus conclusiones sobre un fenómeno cultural que marcó toda una época.

ARTURO JIMENEZ