México D.F. Sábado 10 de abril de 2004
Ofició misa el obispo, Jacinto Guerrero Torres
Reos representan la Pasión de Cristo en el penal de Tlaxcala
LA JORNADA DE ORIENTE
Tlaxcala, Tlax., 9 de abril. Cinco horas después de actuar bajo el sol, el largo, fornido y lastimado cuerpo de Edgar Rodríguez pende de una cruz de madera que pesa 100 kilos. El lleva el papel principal en la representación de la Pasión de Cristo que tiene un escenario sui generis: la cancha de basquetbol del penal de esta ciudad.
Es la primera ocasión que a Edgar le toca hacer el papel de Jesucristo. En las cinco ediciones anteriores el elegido fue Isaac N., que llegó a este penal hace más de siete años, quien decidió participar en este montaje el primer trienio para cumplir con una manda, luego de una promesa que le hizo al obispo tlaxcalteca, Jacinto Guerrero Torres.
Para el viejo y el nuevo nazareno, interpretar a Jesucristo ha sido algo muy especial, aunque en esta ocasión los más de 42 improvisados actores -todos ellos reos de este cárcel, apoyados por unas 15 mujeres del municipio de Santa Apolonia Teacalco- se sintieran un tanto decepcionados porque no acudió el secretario de Gobierno, Roberto Cubas Carlín.
La representación de la Pasión de Cristo se hace un día antes de la fecha tradicional, para aprovechar el día de visita familiar y que los reos-actores tengan oportunidad de mostrar a sus parientes y amigos "que sí se están readaptando".
Los reclusos que no tienen ninguna visita permanecen en sus celdas, según las reglas penitenciarias, y desde ahí tratan de seguir los pormenores de esta representación. En este penal hay 396 internos, hombres exclusivamente, con edades de entre 25 y 30 años, en promedio.
Los asistentes se conduelen de los golpes aparentemente fingidos que reciben quienes interpretan a Dimas y Gestas, que ahora, en una variante de los pasajes bíblicos, son torturados al más puro estilo nacional: los improvisados soldados romanos los toman de la nuca para sumergirlos, una y otra vez, en un cazo lleno de agua, "para que confiesen".
De pronto, la puesta en escena es interrumpida por las autoridades del penal. Y es que el obispo tlaxcalteca, Jacinto Guerrero, lleva mucho tiempo esperando a que termine la representación para oficiar la misa tradicional de Jueves Santo. El prelado no puede esperar más e inicia la ceremonia, con un llamado a unirse en el sufrimiento de Cristo. Ora por los internos y sus familiares.
Tan pronto el obispo da la bendición a los presentes, los internos-actores retoman sus lugares en el improvisado escenario.
El clímax de la dramatización está por llegar. Jaime X, quien hace el papel de "capitán" romano, da órdenes y más órdenes a sus centuriones para que apresuren la crucifixión. Todo se ha consumado. La cruz de la que pende Edgar en su papel de Jesucristo se yergue en uno de los rincones del penal, justo atrás de una portería de futbol.
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