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México D.F. Sábado 10 de abril de 2004

Robert Fisk

"šCállense!", respuesta a críticos de la guerra contra Irak

Cállense. Esa es la nueva línea de política exterior de nuestros amos. Cuando el senador Edward Kennedy caracterizó a Irak como "el Vietnam de George W. Bush", el secretario de Estado, Colin Powell, le advirtió que fuera "un poco más prudente y cuidadoso" en sus comentarios. Recuerdo que cuando Estados Unidos comenzó a bombardear Afganistán, el vocero de la Casa Blanca sostuvo que algunos periodistas hacían "preguntas que el pueblo estadunidense no quiere que se hagan".

Allá en el decenio de 1980, cuando informé que los soldados iraníes en un tren de transporte de tropas a Teherán tosían gas mostaza de sus pulmones, mezclado con sangre y moco, un funcionario del servicio exterior dijo a mi editor del Times que mi nota "no ayudaba". En otras palabras, deje de criticar a Saddam, nuestro aliado.

Puede ser, pues, que esa política haya estado desde hace mucho entre nosotros. Cuando el año pasado las autoridades de ocupación ocultaron a propósito los ataques contra soldados estadunidenses después del principio de la invasión, a los periodistas que investigaban la violencia les dijeron que no cubrían el cuadro general y que sólo pequeñas zonas de Irak resistían. Y hubo un montón de chasquidos desaprobadores de lengua cuando algunos decidimos examinar de cerca las leyes de prensa emitidas por el procónsul Paul Bremer el año pasado. Se integró todo un equipo de abogados de la "Autoridad Provisional de Coalición" (APC) para ver de qué forma podían legalizar el cierre y censura de periódicos iraquíes que "incitaban a la violencia". Y siempre que hacíamos preguntas sobre eso, el vocero de la APC -y el actual caballero a cargo, Dan Senor, utilizó la misma frase la semana pasada- anunciaba: "no toleraremos la incitación a la violencia".

Así pues, cuando el cierre decretado por Bremer del periodiquito de Moqtada Sadr encendió esa misma violencia que supuestamente quería evitar, Ƒqué dijo el alto comisionado estadunidense? "No lo toleraremos". Uno de los mayores pecados del semanario fue haber condenado a Paul Bremer por llevar a Irak por "el camino de Saddam", artículo que Bremer condenó con laborioso detalle en la carta escrita en un árabe execrable, firmada de su puño y letra, que envió al director de la "malvada" publicación.

Ahora bien, yo estoy contra toda incitación a la violencia. Así como estuve en contra de la incitación a la guerra mediante el uso de acusaciones fraudulentas de armas de destrucción masiva y vínculos secretos con Al Qaeda, como estuve contra el uso del ejército de Saddam contra las ciudades iraquíes y como me opongo al uso del ejército estadunidense contra esas mismas ciudades. Recordemos que algunos de los peligrosos milicianos de Moqtada Sadr combatieron a Saddam en la insurgencia de 1991, la misma que nosotros apoyamos y después traicionamos.

Saddam, por supuesto, sabía tratar a la resistencia. "No toleraremos...", les dijo a sus comandantes, y todos sabemos lo que quería decir con eso.

No, los estadunidenses no son el ejército de Saddam. Pero es probable que el sitio de Fallujah dé a esa ciudad el mismo estatuto de heroica entre las futuras generaciones de sunitas iraquíes que tiene hoy Basora -sitiada por las hordas de Saddam en 1991- entre los chiítas iraquíes.

Por supuesto, el principio de callarse opera en ambos sentidos. El 16 de marzo de 2003, cuando el mundo estaba obsesionado con la guerra que estallaría en Irak tres días después, ocurrió una tragedia en otro campo de batalla, 800 kilómetros al oeste de Bagdad. Ese día un soldado israelí y su comandante le echaron encima un bulldozer Caterpillar de nueve toneladas a una joven pacifista estadunidense llamada Rachel Corrie, quien, desarmada y claramente visible con una chaqueta fluorescente, trataba de proteger una casa palestina que los israelíes intentaban destruir. El Caterpillar era parte de la ayuda regular de Washington a Israel. Tel Aviv exoneró a su ejército de responsabilidad por la muerte de Rachel -la cual fue captada en video por sus estupefactos amigos- y el gobierno de Bush guardó cobarde silencio.

La afligida madre de Rachel, Elizabeth, ha sido la imagen de la dignidad. Sus compatriotas, escribió, "deben preguntarse cómo es que un ciudadano estadunidense inerme puede ser asesinado con impunidad por un soldado de una nación aliada que recibe cuantiosa ayuda de Washington (...) Cuando tres estadunidenses fueron asesinados, aparentemente por palestinos, en una explosión ocurrida el 15 de octubre de 2003 (...) en 24 horas la FBI llegó a investigar los hechos. Ha pasado un año, y ni la FBI ni ningún otro equipo encabezado por Estados Unidos ha hecho nada por investigar la muerte de una estadunidense asesinada por un israelí".

Bueno, la respuesta es que Bush y su gobierno saben cómo callarse cuando les conviene. Es lo que Condoleezza Rice intentó hacer en un principio cuando la citaron a comparecer ante la comisión investigadora del 11 de septiembre. Y, gracias al servilismo de muchos reporteros de la fuente de la Casa Blanca y el Pentágono, el gobierno la tiene tranquila. ƑPor qué, por ejemplo, nadie preguntó sobre Rachel Corrie en ninguna conferencia de prensa?

Parece que en tanto uno diga "guerra al terrorismo" está a salvo de críticas. Ningún periodista estadunidense ha investigado los vínculos entre las "reglas de compromiso" del ejército israelí -entregadas con toda amabilidad a las fuerzas estadunidenses por órdenes de Sharon- y la conducta del ejército de Washington en Irak. La destrucción de casas de "sospechosos", la detención en masa de iraquíes sin someterlos a juicio, el acordonamiento de poblados "hostiles" con alambre de púas, el bombardeo de zonas civiles por helicópteros Apache y tanques en la cacería de "terroristas" son todos parte del diccionario militar israelí.

Cuando el ejército israelí sufre bajas en las ciudades sitiadas, o bien el número de civiles muertos se vuelve demasiado vergonzoso para mantener el cerco, el ejército israelí suele proclamar una "suspensión unilateral de operaciones ofensivas". Así lo hizo en 11 ocasiones después de sitiar a Beirut en 1982. Y este sábado el ejército estadunidense decretó una "suspensión unilateral de operaciones ofensivas" en la zona de Fallujah.

Ningún reportero estadunidense ha dicho una palabra sobre este misterioso paralelismo ni ha hecho preguntas sobre el aún más misterioso uso del mismo lenguaje. Y puede que en los días posteriores averigüemos cuántos de los estimados 300 muertos en Fallujah eran pistoleros sunitas y cuántos eran mujeres y niños. Seguir las reglas israelíes va a llevar a los estadunidenses al mismo desastre al que esas reglas han conducido a los israelíes. Pero supongo que callaremos al respecto.

A final de cuentas, sospecho, los iraquíes probablemente tendrán más que decir en las elecciones presidenciales de Estados Unidos que los electores de ese país. Ellos decidirán si el presidente Bush gana o pierde. Lo mismo se aplica a Tony Blair. Curioso que un pueblo lejano, de apenas 26 millones de habitantes, pueda cambiar nuestro destino político. En cuanto a nosotros, supongo que lo que se espera es que nos callemos.

© The Independent

Traducción: Jorge Anaya

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