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México D.F. Jueves 1 de abril de 2004

El mandatario llama a la calma y ofrece una mesa de diálogo a partir de hoy

Sindicatos mineros bolivianos exigen la renuncia del presidente Mesa

Están dispuestos a sacrificar más vidas; "nos quieren matar de hambre", dice la viuda

LUIS A. GOMEZ ESPECIAL PARA LA JORNADA

La Paz, 31 de marzo. La noche del miércoles, mientras una veintena de personas velaba el cuerpo de Eustaquio Pisacuri, el comentario general era la terrible impresión que dejó su dramática muerte. Pero los dirigentes de la federación nacional que agrupa a los mineros bolivianos recordaron que no se trataba del primer suceso de esa clase. En septiembre de 2002 un grupo de cien trabajadores sin jubilación había tomado la Superintendencia de Bancos. Varios de ellos rodearon sus cuerpos con cartuchos de dinamita y tomaron en rehenes a los funcionarios que encontraron en el inmueble estatal. Las demandas, entonces y ahora, eran prácticamente las mismas que llevaron a Pisacuri a la muerte: una pensión justa de acuerdo con los años de trabajo bajo tierra.

"Y ése que le dijo que no al compañero, el Federico Escóbar, es un tipo que maneja el tema de pensiones desde por lo menos el gobierno de Banzer; antes administraba los fondos de pensiones del Estado y tiene varias demandas de fraude", contó a La Jornada el secretario de Prensa de la Federación de Sindicatos de Trabajadores Mineros de Bolivia, Luis Mamani. Hoy, mientras se esperaba el traslado de los restos de Pisacuri de La Paz a la mina Siglo XX, Mamani explicó que apenas ahora el gobierno se acordó del tema, "y a la viuda el Presidente le ha mandado 40 mil bolivianos y las facilidades para llevárselo a su pueblo". Un minero de la misma zona de donde era el difunto, sacándose el casco café y rascándose la cabeza, dijo: "Qué poco vale ya la vida de un minero boliviano".

Esta tarde, el presidente de la Asociación de ex Trabajadores Mineros Félix Condarco declaró a su organización en emergencia. Todos los sindicatos mineros de Bolivia hicieron lo mismo. "Estamos dispuestos a sacrificar nuestras vidas, uno a uno o de manera colectiva", dijo Condarco en un tono similar al empleado por Jaime Solares, secretario general de la Central Obrera Boliviana, al presentar sus respetos a la viuda. En un mitin improvisado en el local de la federación minera, Solares se refirió a la incapacidad del gobierno de Carlos Mesa para responder a las urgentes demandas de la gente, "por eso hemos exigido que se vaya Mesa. No vamos a esperar a que responda, y si es necesario pelearemos otra vez en las calles", afirmó.

A su vez, el presidente Mesa asistió al velorio de los dos policías que murieron en la explosión del Congreso y pidió que "haya paz entre los bolivianos", al emplazar a los ex trabajadores para comenzar un diálogo a partir de este jueves por la mañana. Anunció la intervención de la Dirección de Pensiones del Estado para dar "atención inmediata" a los más de 35 mil casos similares al de Eustaquio Pisacuri. "Imagínese", dijo Luis Mamani, "nosotros no somos majaderos: les hemos pedido soluciones muchas veces. Y solamente nos responden con cartas, con nuevas clasificaciones para conseguir las pensiones, se hacen la burla. Una de sus últimas ofertas fue darnos entre 90 y 120 bolivianos (entre 12 y 18 dólares mensuales) según el caso".

La sede de los mineros vivía un clima lúgubre. En el pequeño edificio del centro paceño, los trabajadores, comentando la muerte de su compañero, hablaban de sus propios casos. Don Remberto, un minero del sur del país que vive en el local y cojeando visiblemente, dice que aún espera su seguro de accidentes "desde 1986 que sigo peleando... me muero de hambre". Y la viuda de Pisacuri, cubierta la cabeza de satín negro, antes de hablar en privado con Jaime Solares y su dirigente Miguel Zuvieta, no quería saber nada de los medios, quería llevarse a su muerto. "Hace cuatro años que no tenía trabajo. No hay por ninguna parte", comentó. "Nada han hecho por él ni por mis cuatro hijos. Nos quieren matar de hambre... eso quieren".

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