México D.F. Martes 23 de marzo de 2004
La misma fórmula debe operar para Irak,
asegura el estadunidense Vernon L. Smith
Vender Pemex y repartir el dinero a la gente, plantea
premio Nobel
Los gobiernos suelen compensar pérdidas de sus
empresas con impuestos, dice el economista
ISRAEL RODRIGUEZ
El ganador del Premio Nobel de Economía 2002, Vernon
L. Smith, recomendó a los gobiernos propietarios de industrias petroleras,
entre ellos México, subastar todos los activos al mejor postor,
como oleoductos, refinerías, derechos de uso de suelo y extracción,
para que con los recursos obtenidos conformen un fondo mutualista o del
"pueblo" en el que tengan participación los ciudadanos, quienes
recibirían un dividendo anual.
Por otro lado, se pronunció contra el bloqueo impuesto
por Estados Unidos a los camioneros mexicanos, pese a que el Tratado de
Libre Comercio ya permite la entrada de las unidades mexicanas. "Es muy
mala política y las restricciones en el transporte son inconsistentes
con la liberalización." Agregó que una menor regulación
en el transporte es mejor para impulsar la competitividad.
Smith
mencionó que a las empresas les agrada ser reguladas, porque reciben
beneficios. Cuando se desregularon los ferrocarriles, los transportes y
las líneas aéreas, los principales opositores fueron integrantes
de esos gremios.
En conferencia de prensa, el galardonado con el Premio
Nobel por el desarrollo de la economía experimental y sus aportaciones
a la investigación de la conducta individual consideró que
cuando los recursos naturales son explotados por empresarios privados hay
menos desperdicio. "El principal problema de los gobiernos propietarios
es que cuando las industrias pierden dinero, entonces utilizan los impuestos
para compensar la diferencia."
Explicó que si Petróleos Mexicanos (Pemex)
adoptara un esquema de privatización, la medida obligaría
al gobierno a tener una disciplina de gastos controlada. Sin embargo, aclaró,
"México tiene que averiguar por sí mismo lo que quiere al
respecto, pero eso sería un modelo que yo recomendaría a
cualquier gobierno. Vender todas las propiedades, incluyendo los derechos
para utilizar el espacio aéreo".
Vernon L. Smith, quien tiene una licenciatura en ingeniería
eléctrica del Tecnológico de California y un doctorado en
Economía por la Universidad de Harvard, indicó que los gobiernos
propietarios de la industria petrolera hacen ver la privatización
como "una propuesta dolorosa", aunque aseveró que la forma más
objetiva de organizar la producción de cualquier producto es mediante
la subasta de los servicios al sector privado.
El problema, dijo, de que el gobierno obtenga sus ingresos
directamente de la propiedad de los recursos naturales estriba en que "no
pasa a través del ojo en la aguja, que sería la urna electoral".
Sobre la "cuenta del pueblo" en la que se depositarían
los recursos obtenidos por la venta de la industria petrolera, Vernon L.
Smith puso el ejemplo de Alaska, estado que en 1976 decidió colocar
una gran porción de los impuestos obtenidos por la explotación
de los hidrocarburos en un fondo permanente para invertirlo en valores
y en hipotecas de Estados Unidos, lo que motivó que cada residente
de Alaska tuviera derecho a un dividendo generado por dicho fondo.
"Hoy en día dicho fondo vale 30 mil millones de
dólares y hay 628 mil ciudadanos residentes de Alaska que comparten
dicha propiedad y obtienen un dividendo anual."
Vernon L. Smith, quien se confiesa liberal pues "siempre
habrá una estructura de mercado más eficiente que la regulación
o la intervención del gobierno", al referirse al caso de Irak propuso
subastar las empresas productoras de gas y petróleo al mejor postor
de la comunidad internacional y los recursos que se obtengan también
sean depositados en un fondo público.
El objetivo, agregó, es formar un fondo mutualista
gigantesco para que todos los ciudadanos iraquíes tengan una participación
equitativa.
Agregó sobre Irak que "el siguiente gobierno no
importa qué tan buenas intenciones tenga, se puede ver corrompido
por esta riqueza petrolera y estará tentado a reducir la libertad
de su pueblo".
Con relación a México, el Premio Nobel de
Economía 2002 consideró que será necesario que las
autoridades tomen una decisión sobre el futuro de la industria petrolera,
y señaló que este modelo, en el que se recomienda vender
todos los activos y los recursos para depositarlos en un fondo común,
es sugerido a cualquier gobierno propietario de industria petrolera.
Sin embargo afirmó que: "la tierra del pueblo pertenece
al pueblo y no al gobierno".
Mediante este esquema, añadió, se obligaría
a todos los gobiernos a ser más eficientes, a tener una disciplina
de gastos basada en la cantidad de dinero que los electores están
dispuestos a dar al gobierno en términos de tributación.
El investigador sostuvo que la tendencia en la producción
es a la especialización, con mano de obra calificada, pero también
salarios bajos que disminuyan los costos de producción, y añadió
que la línea gradual es igualar los salarios en todos los países.
Por último, consideró que la firma de un
acuerdo comercial entre México y Japón será benéfica
para ambas naciones.
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