México D.F. Viernes 19 de marzo de 2004
El documental de Juan Pablo Villaseñor
se presenta el domingo en la Muestra de Guadalajara
Los niños de Morelia, enfoque intimista
de la vida de seis refugiados españoles
Mi objetivo era contar la experiencia de un ser humano
a quien la guerra le fracturó la vida, afirma el realizador De
ellos nadie se acuerda porque no son poetas ni artistas, lamenta
ARTURO GARCIA HERNANDEZ
En junio de 1937 llegaron a la ciudad de Morelia 456 niños
españoles. Se les trajo a México con la anuencia del presidente
Lázaro Cárdenas para ponerlos a salvo de la guerra civil
que asolaba a España. Muchos eran hijos de combatientes o simpatizantes
republicanos. Venían con una pequeña maleta en la mano y
con la esperanza -eso les prometieron- de regresar junto a sus padres en
cuanto se ganara la guerra. No fue así.
Los republicanos perdieron. Francisco Franco instauró
una dictadura cruenta. Luego estalló la Segunda Guerra Mundial y
el dictador español se alió con los facistas. Pasaron días,
meses, años.
Los niños de Morelia crecieron solos, formaron
familias, se hicieron viejos. Unos murieron, otros se dispersaron. Muchos
jamás volvieron a ver a sus padres.
De aquellos hijos de la guerra, hasta 2002 aún
vivían seis en la capital michoacana. El cineasta Juan Pablo Villaseñor
(Morelia, 1956) los buscó y los entrevistó para que le contaran
sus respectivas historias. De ahí nació el documental Los
niños de Morelia, que el domingo se exhibirá dentro de
la Muestra Nacional de Cine de Guadalajara.
Como cualquier moreliano, el realizador oyó hablar
desde pequeño de aquellos niños que ahora ya pertenecen a
la historia de su ciudad y de México:
''Son parte del folclor de Morelia: trajeron juegos desconocidos,
refranes, costumbres extrañas, canciones de la guerra y palabras
que se quedaron perdidas en las calles de Morelia y que con los años
se integraron al habla de los habitantes de la ciudad."
''Las cosas ocurrieron como las recordamos''
Villaseñor,
director de la cinta Por si no te vuelvo a ver (1997), aclara que
su acercamiento al tema no es como sociólogo ni como historiador:
''Me interesa la experiencia de un ser humano en tales
circunstancias; el drama particular de esas personas a las que la guerra
les fracturó la vida y arrastran una historia de dolor, de abandono,
de desarraigo, de falta de identidad."
En 2002 decidió registrar esos testimonios en un
documental. Al principio ''no sabía por dónde ligar la historia".
Aunque para entonces muchos ya habían fallecido, eran tantos que
resultaba imposible localizar y contar la historia de todos los sobrevivientes.
Supo que de todos, seis todavía vivían en
Morelia. Decidió centrar su atención en ellos: Emeterio Payá
Valera, José Rius Rodríguez, Martina Benedet Gironés,
Acacio González Perujo, José Dobla Vázquez y Vicente
Carrión Fos.
A partir de la experiencia personal de cada uno, Villaseñor
se propuso mostrar algunas de las muchas facetas del asunto: ''Quise contar
una pequeña parte de la historia y concentrarme en los detalles,
en cómo se enfrentaron y sobrevivieron a todo".
Juan Pablo Villaseñor subraya que el documental
no pretende ofrecer el punto de vista de un especialista: "Hay una frase
que dice: 'Nunca sabremos realmente cómo ocurrieron las cosas, para
nosotros las cosas ocurrieron como las recordamos'. Busqué un enfoque
intimista que reflejara la repercusión de un hecho histórico
en el mundo familiar y afectivo de una persona".
En ese sentido, "la historia de estas seis personas es
absolutamente real porque así la recuerdan, es la vida que han arrastrado,
la que les duele. ¿De qué manera sobrevives y te haces viejo,
con una desgracia que habita toda tu vida como si fuera un parásito?"
El drama tras la historia rosa
El cineasta lamenta el olvido en que empieza a caer este
aspecto del exilio español en México: "De los niños
de Morelia ya casi nadie se acuerda porque no es la inmigración
bonita de la que nos sentimos orgullosos, la de los poetas, filósofos,
artistas sobre cuyos hombros se levanta también la cultura de este
país".
En cambio, los niños de Morelia "eran hijos
de pescadores, de campesinos, de carpinteros, que quizá no han dejado
huella a nivel cultutral pero la han dejado a nivel histórico, ético
y sentimental".
La historia de los niños de Morelia suele
idealizarse como ejemplo de la solidaridad del gobierno de Lázaro
Cárdenas con la República Española.
Sin embargo, esa versión rosa de la historia omite
la inmnesidad del drama que cada niño vivía. Para empezar
traían una sicosis de guerra que les causaba crisis de pánico
cada que veían o escuchaban un avión sobrevolando sus cabezas:
pensaban que empezarían a bombardear.
Ya habían visto a una persona matando a otra, habían
padecido hambre, su salud era precaria. La mayoría se había
educado en los ideales republicanos y en total desapego o rechazo a la
religiosidad.
Niños que a cada momento se "cagaban en Dios",
insertos en una ciudad pequeña y conservadora, donde se les veía
con resentimiento, como pequeños extranjeros privilegiados, que
venían a desplazar a los mexicanos.
La población los llamaba "los hijos de Lázaro
Cárdenas", y veía su presencia como un insulto porque no
entendía que se les atendiera así habiendo tanta pobreza
en México.
Sin embargo, a pesar del estatus que les daba ser invitados
del gobierno mexicano, lo cierto es que poco a poco fueron quedando a la
deriva.
Y se dieron paradojas como la siguiente: mientras el gobierno
republicano en el exilio y los subsecuentes gobiernos mexicanos se desentendían
de ellos, los residentes españoles más antiguos en México,
de clara filiación franquista, sus enemigos naturales, fueron quienes
más los ayudaron.
Su historia en su propia voz
Aleccionadora y conmovedora al mismo tiempo, Los niños
de Morelia, que hoy se exhibe ante la prensa en la Muestra de Guadalajara
y el domingo ante el público, tiene una duración de poco
más de hora y media.
Villaseñor decidió prescindir de un narrador
y dejar el peso de la historia en voz de los protagonistas: "Me pareció
que lo más sincero era escuchar su propia historia con su propia
voz".
La imagen de los entrevistados se alterna con imágenes
poco conocidas o inéditas, tanto del conflicto en España
como de la llegada y estancia de los niños en México.
No se trata de un proyecto de bajo persupuesto, sino de
un proyecto realizado prácticamente sin apoyo económico oficial:
"Las instituciones culturales tanto federales como michoacanas mostraron
absoluta falta de interés en el tema".
Además de la convicción de Villaseñor
de que el cine es una expresión vital para la memoria y la cultura
de cualquier país, la realización del documental fue posible
gracias a la colaboración solidaria de colegas y a la confianza
de amigos y particulares.
Los niños de Morelia fue producida por Hermanos
Film y Arte 7; Los productores ejecutivos son Alejandro Molina y Roberto
Garza Angulo; la fotografía, de Ricardo Benet; sonido, Ana García,
Federico González y Antonio Isiordia; productores asociados: Flora
Gallegos y Florencia Oceguera.
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