El ex presidente pensaba que podrían haber fraguado el asesinato, según Aguilar Camín

Caso Colosio: Salinas sospechaba de Gutiérrez Barrios y La Quina

CIRO PEREZ SILVA

El ex presidente Carlos Salinas de Gortari señaló como posibles responsables del atentado contra Luis Donaldo Colosio a el ex dirigente petrolero Joaquín Hernández Galicia, La Quina, y al ex secretario de Gobernación Fernando Gutiérrez Barrios, sostuvo ayer el escritor Héctor Aguilar Camín, al presentar su libro La tragedia de Colosio.

Mencionó que aun cuando es un pasaje que no incluye en el texto, al leer las diversas declaraciones que se rindieron ante el entonces fiscal del caso, Raúl González Pérez, encontró el testimonio de Salinas de Gortari, quien al ser interrogado sobre este punto señaló a miembros de la nomenklatura del PRI, destacadamente al ex líder petrolero, personaje que fue encarcelado al inicio del sexenio salinista, y a quien fuera responsable de la política interior del país.

Sin embargo, abundó, "cuando el fiscal especial le preguntó al ex presidente si tenía alguna prueba que pudiera responsabilizar a los personajes señalados, Salinas de Gortari respondió que no", razón por la cual esta parte de los interrogatorios no fue incluida en el libro, ya que "era anticlimático señalar como posibles responsables a estas personas, pero sin tener pruebas".

En conferencia de prensa, el escritor se refirió a la situación política actual y comentó que no es una buena idea que luego de una semana de escándalos políticos que han irritado a la opinión pública se empiece a hablar de la posibilidad de un nuevo atentado como el que ocurrió hace casi diez años contra Colosio.

"Me parece una muy mala idea poner a circular esas versiones, porque es darle ideas a los locos, al crimen organizado o a grupos políticos violentos dispuestos a un atentado, que pueden activarse con la sugerencia", advirtió.

El autor de La guerra de Galio se refirió a sucesos previos al asesinato, como el levantamiento zapatista que, dijo, "creó un horizonte de prestigio para la violencia política en el país" y la "sensación de inminencia de riesgo" respecto de la campaña presidencial priísta, de la que se habló en la esfera política y que difundieron los medios de comunicación.

"Se crea una especie de momento de impunidad", agregó, que incide en personajes como Mario Aburto. "Para la mayoría de la sociedad, la teoría del asesino solitario suena a un atentado contra la inteligencia", manifestó. Planteó que hasta el momento no hay pruebas que demuestren un complot y se pronunció porque todos los documentos relacionados con la investigación se abran, ya que "quizá los deudos, periodistas o historiadores puedan encontrar elementos que la autoridad no vio o no quiso ver".

Esta "novela sin ficción", en la que Aguilar Camín estructura un relato que se inicia el 28 noviembre de 1993, con el destape de Colosio, y culmina en noviembre de 1994, con la muerte de su viuda, Diana Laura Riojas, redescubre para el lector las ambiciones presidenciales de Manuel Camacho Solís, los juegos políticos entre éste y Salinas de Gortari, y las teorías que construyó cada uno de los actores alrededor del magnicidio.

La secuencia narrativa -con un "un orden dramático"- empieza con el nombramiento de Colosio como candidato presidencial del PRI, en noviembre de 1993, y termina con la muerte de su viuda, en noviembre de 1994. Integra además un apéndice en el que reconstruye la vida y la trayectoria de Mario Aburto, de su familia "y en parte de lo que podríamos llamar su cabeza. Cómo le fue funcionando la cabeza a lo largo de muy pocos años de vida que llevaba hasta que se convirtió en el homicida de Luis Donaldo Colosio".

Los testimonios fueron tomados del cuarto informe del fiscal González Pérez, quien tuvo "el acierto de hacer declarar a todos los protagonistas de la tragedia en distintos momentos y trabajó sobre las diversas imputaciones, dudas, sospechas que había en la opinión públicarespecto del asesinato. Es un retrato de la vida política de México en ese momento". Apuntó que una parte del drama se da en el espacio de la relación entre Salinas de Gortari y Camacho Solís, quien había sido, desde 1988, el "apagafuegos" del gabinete, "fuegos que a veces él mismo se creaba.

"De manera que el presidente lo usaba sin recompensarlo con lo que quería. Este es el origen de la molestia de Camacho, quien está convencido, hasta el último momento, de que va a ser el candidato a la Presidencia. Así empieza este libro, en la cena en donde Salinas le hace sentir a Camacho, por sus comentarios, que es el favorito. ƑPara qué? Para impedir que Camacho, que ya tenía la tentación de hacerlo, lanzara su candidatura independiente durante su comparecencia como titular del Departamento del Distrito Federal unos días después", comentó.

"Salinas manipula a Camacho, lo usa, pero éste también manipula e inquieta al presidente", añadió. Al referirse a la rebelión en Chiapas y el papel de Camacho en el conflicto, "quien aparece otra vez en el papel de apagafuegos", cuando se vuelven a utilizar sus servicios como comisionado para la paz, sólo que ahora "tiene un precio aquí un poco más alto, que parece trivial al principio de la historia, pero que va a ser al final extraordinariamente significativo: es no querer presentarse ante los zapatistas como un simple empleado del gobierno".