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México D.F. Jueves 18 de marzo de 2004
El comando juzgado en Panamá tiene muchos
ataques por los cuales debe rendir cuentas
Vigentes, grupos terroristas cubanos de hace 40 años,
señala investigador
El discurso de Bush, incongruente cuando se trata de
movimientos anticastristas, señala
BLANCHE PETRICH
Lisette Díaz, cubana de 36 años, se preparó
a conciencia para viajar a Panamá a presenciar el juicio contra
el asesino de su padre, Artagnán Díaz, muerto en 1976 en
Mérida, Yucatán, a manos de un comando anticastrista. "Es
algo tremendo, después de tanto tiempo, ver a los ojos a alguien
que hizo daño a tu familia. Aguanté, claro, no iba a armar
el show en la sala del tribunal. Pero se me removieron muchos años
de dolor. Hay quienes dicen que ellos -Gaspar Jiménez Escobedo,
Luis Posada Carriles, Guillermo Novo y Pedro Remón, sometidos a
juicio en el país canalero--ya sólo son unos viejitos inofensivos,
con mala salud, que hay que dejarlos en paz. Viejita, mal de salud e inocente,
mi madre, que sólo pide que le dure la vida para ver que se le haga
justicia, aunque sea 28 años después".
Claro,
ante el juez de Panamá, Gaspar Jiménez -68 años- no
comparece por el asesinato en Mérida; Posada no rinde cuentas por
los 73 muertos en el avión de Barbados, en 1973; Guillermo Novo
no es juzgado por el asesinato de Ronnie Moffit y Orlando Letelier, el
ex canciller chileno (1974, Washington) ni Pedro Remón responde
por dos asesinatos por los que ha sido convicto en Estados Unidos. Esos
crímenes aún están impunes. En Panamá se les
juzga por un intento fallido de volar con explosivos el Paraninfo de la
Universidad de Panamá en 2000, en momentos en los que miles podrían
haberse congregado en un mitin con el presidente cubano Fidel Castro durante
la Cumbre Iberoamericana.
Con Lisette coincide el investigador José Luis
Méndez y Méndez, jurista y experto en temas de terrorismo.
"Esto no es paleontología", dice en referencia a más de una
docena de siglas variantes de los grupos anticastristas que han actuado
durante los últimos 40 años, cambiando cada tanto en tanto
de logo, pero no de patrocinadores ni de objetivos. "Las viejas
organizaciones terroristas cubanas tienen total vigencia. Y quizá
hoy sean más peligrosas que en el pasado, porque están en
el ocaso de su vida. La historia del terrorismo cubano ha tenido continuidad.
Los cubanos que Estados Unidos mandó a Playa Girón después
fueron al Congo, a Vietnam, a República Dominicana. Estuvieron con
las dictaduras sudamericanas en el Plan Cóndor. Y siguen".
Tranquilos en Miami
El discurso de George W. Bush, posterior al 11 de septiembre
de 2001, de supuesta guerra contra el terrorismo, es totalmente incongruente
cuando se trata de estos grupos. Ellos siguen protegidos por la derecha
miamense y por la Casa Blanca. Orlando Bosch, uno de los terroristas paradigmáticos,
vive tranquilo en Miami. Al propio Gaspar Jiménez su antiguo patrón,
Alberto Herández, un alto dirigente de la Fundación Nacional
Cubano-Americana (FNCA) de Miami, de quien fue guardaespaldas, le sigue
pagando sus gastos y los de su familia.
El ejemplo más claro de cómo funciona la
protección de la justicia estadunidense al terrorismo anticastrista
es el caso de los cinco agentes cubanos sentenciados a altas penas, dos
de ellos a cadena perpetua en cárceles de ese país. En Miami
son llamados espías y en La Habana héroes. Fueron detenidos
durante un acuerdo de cooperación entre Washington y La Habana para
combatir al terrorismo. En junio de 1998 altos funcionarios de la FBI viajaron
a La Habana y ahí les fue entregado un reporte muy completo de la
Operación Avispa, que pretendía prevenir acciones
violentas de grupos anticastristas. En lugar de proceder contra éstos,
la FBI detuvo a los agentes del gobierno cubano y los acusó de espionaje
y conspiración. Lo paradójico del caso -señala Méndez-
es que mientras el jefe de la FBI en Florida, Héctor Pesquera, perseguía
a estos funcionarios de Cuba, en su mismo estado una célula de Al
Qaeda se entrenaba en escuelas de aviación de Miami para cometer
los atentados del 11 de septiembre.
"En este caso de los cinco héroes -dice
el jurista- el mensaje de la justicia estadunidense a los grupos terroristas
parece ser: ¡Luz verde, actúen!"
Morir en Mérida
Lisette Díaz tenía ocho años cuando
su familia recibió en La Habana la noticia de que su padre, en una
misión técnica en la capital yucateca, había sido
asesinado por un comando terrorista. Ella y sus dos hermanos crecieron
con esta historia.
En 1973, el golpe militar en Chile dio nuevos ímpetus
-además de recursos y una retaguardia- a la contrarrevolución
cubana. Los grupos más violentos reanudaron lo que llamaron la guerra
por los caminos del mundo. En junio de 1976 ocho grupos forman la CORU,
una coordinadora terrorista que en menos de un mes perpetró tres
graves atentados: el bombazo aéreo de Barbados, otro contra una
aerolínea colombiana y el intento de secuestro del cónsul
cubano en Mérida, Daniel Ferrer.
El comando de este último ataque estaba a cargo
de Gaspar Jiménez. Al fracasar, uno de ellos mató a Díaz.
Dos de los terroristas -Orestes Ruiz, autor material de la ejecución
y Jiménez- fueron detenidos. Un tercero, Daniel Castillo, logró
huir. Presos y sentenciados en el Reclusorio Oriente, los cubanos se fugaron.
Jiménez huyó a los nueve meses de estar recluido con ayuda
del director del penal, un comandante de la policía judicial mexicana
que incluso lo llevó en auto hasta la frontera con Guatemala. Orestes
logró fugarse meses después a través de un túnel
con apoyo de la CORU. Según se supo después, este grupo tenía
un plan B, que consistía en secuestrar al hijo del entonces poderoso
líder de la Central de Trabajadores de México, Fidel Velázquez,
para canjearlo por el cubano.
Durante años el gobierno mexicano intentó
infructuosamente la extradición de Jiménez Escobedo, quien
había sido reclutado por la CIA en los 60. En los 80 seguía
activo. En 1984 se conoció su participación en un complot
en Nicaragua, junto con Edén Pastora, para disparar un cohete M-79
contra el Consejo de Ministros sandinista mientras sesionara, en Managua.
En los diversos planes para matar al presidente Fidel
Castro en giras internacionales, Gaspar Jiménez participó
en varios: Jamaica 1978, España 1983, Brasil 1988 y Venezuela 1989.
El plan del Paraninfo en Panamá fue su último fracaso.
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