México D.F. Lunes 15 de marzo de 2004
José Cueli
Ondular del aire muerte-vida español
En vez de corridas de toros, verónicas, luces y color valencianos, pregunta la gente por el mundo entero la grande conmoción, el hondo espanto -cabezas sin rostro, cuerpos fragmentados que causan luto al pueblo español. Vida muerte, imprevisible... subterráneo plomo lo desgarró y abrió viejas heridas, encrucijadas sin destino, espumas cegadoras, niebla que engulle ramas y borra la tierra.
Un šAy, ayes! Se escuchan a lo largo de la península. España entona la tristeza en cantos que contienen la rabia šYa basta! gime la flauta melodías impotentes que salen del fondo de las entrañas, lacerante dolor, espasmos sostenidos sin final. La diosa luz alegría cubre el rostro en denso velo y en negra noche convierte el día. Huyó el sol y se cubrió de horrorísimos, terribles nubarrones, terroristas sorpresivos que dan pavor y recelo. Palpita la sangre aterrada en medio de pánico paralizante. Una España traumatizada caminó solidaria a partir del cruel baño de sangre.
En su cuerpo la carne que viva fue suya ayer. Madre de nuestra lengua, la desgracia se hace una en nosotros. Canta la negra muerte, compañera de toda la vida, siempre presente. Comparte amargura, lamentos y rabia que el lenguaje no da para expresar. La sangre reza decires hasta hoy ignorados. Los cuerpos españoles divididos son la tumba de las victimas anónimas.
En el aire se eleva una queja extraña y en vez de venganza bárbara una larga torera de la palabra solidaria da salida parcial a ese instinto de muerte que asfixia enmascarado de narcisismo aznariano. Un rayo de sol esperanzador apareció el día de ayer con la victoria del PSOE.
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