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México D.F. Lunes 15 de marzo de 2004
LA MUESTRA
Carlos Bonfil
El lado izquierdo del refri
Exploración jocosa del mundo del desempleo en
Québec
EL CINE DE Québec es poco conocido en México,
excepto en las retrospectivas que periódicamente dedica la Cineteca
Nacional al cine canadiense, o en el recuerdo de quienes pudieron apreciar,
en los años 70, cintas hoy ya clásicas, Mi tío
Antonio, de Claude Jutra; Las órdenes, de Michel Brault,
o El amor herido, de Jean Pierre Lefebvre. El estreno comercial
inminente de Las invasiones bárbaras, de Denys Arcand, permitirá
tal vez una mayor apertura hacia este cine en transición continua,
cuyas propuestas son cada vez más interesantes. Un campo explorado
con fortuna ha sido el documental, y la cinta de Philippe Falardeau El
lado izquierdo del refri (La moitié gauche du frigo,
2000) elabora justamente, con buen humor y malicia, un falso documental,
una exploración jocosa del mundo del desempleo en la provincia de
Québec.
ALGO
QUE DISTINGUE de inmediato a esta cinta de otras comedias estadunidenses
con preocupaciones similares es justamente su postura crítica frente
al espejismo neoliberal y el poder de las compañías trasnacionales,
ávidas de rendimientos óptimos mediante el empleo masivo
temporal, dispuestas también a imponer despidos generalizados cuando
conviene a sus intereses. ¿Una comedia de izquierda? De algún
modo sí, aunque predominantemente una buena sátira de las
manías e ingenuidades de la izquierda local ante el poder avasallador
de la federación.
STEPHANE (STEPHANE DEMERS), comediante, cineasta
amateur y activista social, propone a su compañero de cuarto y amigo
Christophe (Paul Ahmarani), ingeniero recién despedido, protagonizar
un video sobre el desempleo en la región de Montreal. La filmación
deberá concluir cuando este último consiga trabajo. Stéphane
seguirá todas las actividades de su amigo, su búsqueda de
trabajo, su búsqueda amorosa, incluso sus encuentros sexuales con
la simpática cajera de supermercado Odile (Genevieve Nerón),
hasta llegar casi a estropearle todo. Una intromisión delirante
en la vida privada de Christophe, con la cámara de video como presencia
obsesiva, como en la cinta británica de Lindsay-Hogg Todo el
día, toda la noche (Guy, 1998), protagonizada por Vincent D'Onofrio,
o el reciente video mexicano Fandango, de Marcel Sisniega.
ENCONTRAMOS DE TODO en El lado izquierdo del
refri, desde el funcionario despedido que alguna vez fue actor de La
decadencia del imperio americano (Arcand, 1986) hasta una mesera cuyo
sueño es convertirse, luego de liposucciones y rediseños
faciales, en doble de la actriz y cantante Cher. La reflexión se
extiende hasta el territorio de los sueños profesionales frustrados
("¿Qué soñabas con ser hace dos años?" o "Admítelo,
hace 10 años te equivocaste de profesión".) Hoy cualquier
biólogo con posgrado en biología puede ser taxista, o vendedor
o, lo más común, desempleado, señalan con desgano
los protagonistas. Lo importante, sin embargo, es procurarse un empleo,
no sólo una chamba: algo elegido con placer en lugar de algo socialmente
impuesto. Estas distinciones de lenguaje, y varias otras observaciones
humorísticas, son la sustancia y atractivo de la cinta de Falardeau,
falso documental, falso panfleto, que sugiere una indagación fílmica
al estilo de Michael Moore (Roger y yo, 1989), cineasta al que la
película hace referencia explícita en un tono autoparódico.
El propio Moore haría más tarde, en su documental Masacre
en Columbine, observaciones muy agudas sobre el estilo de vida canadiense
y su contraste con el de sus vecinos. No menos interesante es la reflexión
del director francófono sobre las crudas morales del desempleo en
la clase media y sus imprevisibles efectos en la amistad y en la vida amorosa.
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